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El Gobierno, ante otra hora de la verdad

El Gobierno empieza a afrontar la hora de la verdad en varios frentes. Superado con más éxito de lo pensado el desafía electoral, le llega el momento de aprobar una sucesión de exámenes decisi...

El Gobierno, ante otra hora de la verdad

El Gobierno empieza a afrontar la hora de la verdad en varios frentes. Superado con más éxito de lo pensado el desafía electoral, le llega el momento de aprobar una sucesión de exámenes decisi...

El Gobierno empieza a afrontar la hora de la verdad en varios frentes. Superado con más éxito de lo pensado el desafía electoral, le llega el momento de aprobar una sucesión de exámenes decisivos.

Las reformas de fondo, cuyos proyectos todavía son borradores a los que les faltan hasta varias discusiones puertas adentro de la Casa Rosada y el Palacio de Hacienda, corren a la par de una situación heterogénea y compleja de la economía real, de la que dan cuenta los indicadores oficiales, las estadísticas sectoriales y las noticias en los medios de comunicación. El eje de las novedades ya solo pasa tangencialmente por las cuestiones financieras y el mercado cambiario, tras la intervención de Estados Unidos y las elecciones, sino que toca realidades más concretas y más cercanas a las vivencias de los ciudadanos comunes y los empresarios, que la administración de Javier Milei debe administrar.

La combinación de factores exhibe la magnitud de los desafíos por abordar, empezando por la primera discusión en el ámbito político institucional, que será la del presupuesto 2026, el cual parece tener abierto el camino para avanzar en el Congreso. Pero también aún le quedan muchos detalles por debatir, sobre todo los referentes de los legisladores cuyos votos necesitan sumarse al nuevo y ensanchado bloque oficialista que debutará dentro de 12 días.

En ese terreno, el estado de las cuentas públicas provinciales, así como la situación de los distintos sectores productivos y comerciales (locales y regionales) juegan un rol decisivo. Por ahora, el tránsito que va del ordenamiento de las principales variables nacionales (exitoso, en buena medida), al del desarrollo y crecimiento (pendiente, en la mayoría de los casos) se desenvuelve sobre un terreno en el que sobran accidentes, en algunos casos graves, que se han profundizado en el último mes.

El apoyo al cálculo nacional de gastos e ingresos anticipado en general por los gobernadores más amigables, que hoy componen una notable transversalidad política (desde peronistas y radicales hasta amarillos del Pro) y tiene escasas excepciones, muestra una gran diversidad de demandas y expectativas. Planteos que el hiperactivo ministro del Interior, Diego Santilli, no termina de satisfacer, aunque logra mantener a sus interlocutores esperanzados y entretenidos, en todo sentido. Es un experto en la materia.

Mientras el proyecto de Presupuesto sigue ese curso, casi en simultáneo se abrió la discusión anticipada por la reforma laboral, cuyo texto todavía continúa bajo control del maximalista ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, que ha renovado con ímpetu su cruzada evangelizadora para sumar adhesiones y explicar las bondades de la iniciativa.

La desregulación del Estado y del mercado de trabajo son viejas obsesiones y objeto de elaboración desde hace mucho tiempo de “El Coloso”, que está empeñado en demostrar que su construcción teórica puede pasar a la realidad y, en esa realidad, tener éxito. Es decir, que sirva para que haya más inversiones y se creen nuevas fuentes de trabajo, además, de las que asume que se destruirán. Un gran reto para este momento, en el que se vienen perdiendo miles de puestos, como ha quedado expuesto en los últimos días, con algunos casos resonantes.

Si bien el proyecto podría presentarse antes de fin de año y no se trataría hasta febrero en sesiones extraordinarias, las sesiones finales del Consejo de Mayo ya muestran diferencias y reclamos de diversa índole de los representantes de los sectores empresarios y gremiales. Unos por poco y otros por mucho, aunque por los sindicalistas allí solo haya amigables con el Gobierno. Es el caso del albañil Gerardo Martínez, que después de la reunión de anteayer en la Casa Rosada pasó por el despacho de su (¿ex?) poderoso amigo Santiago Caputo, quien también tiene en un lugar destacado de su agenda al más joven integrante del flamante triunvirato cegetista, Cristian Jerónimo.

Además del contenido, la oportunidad para la presentación de la reforma laboral es motivo de diferencias entre los sectores involucrados. En los titulares de los medios de estos días se destacó la revelación hecha por la nación, sobre la base de datos oficiales, del récord en seis años de apertura de proceso preventivos de crisis para evitar despidos y suspensiones durante 2025 en empresas afectadas por la situación económica.

Casi en simultáneo se difundió el cierre de, al menos, dos grandes empresas con la consecuente destrucción de cientos de empleos en el Gran Buenos Aires y los despidos efectuados por otra compañía de consumo masivo muy conocida, lo que avivó la discusión y le agregó matices.

El irresuelto debate sobre el huevo y la gallina siempre vuelve y cómo se salde dependerá, como siempre, menos por acumulación de argumentos que por la pericia y el imperio del poder (de convencimiento y seducción) en este caso del oficialismo o por la capacidad de resistencia de quienes se oponen, que hoy están en retroceso y fragmentados, pero no derrotados. La torpeza y el maximalismo siempre puede unir a enemigos circunstanciales. Y en esta administración ya hubo experiencias, que en la Casa Rosada aseguran que se convirtieron en enseñanzas. La capacidad de aprendizaje será puesta a prueba.

Del lado del Gobierno consideran aquellos casos críticos como ejemplos de las dificultades que las compañías tienen por los costos locales, entre los cuales siempre subrayan con marcadores flúo el ítem laboral, así como los impuestos y tasas subnacionales. Sin embargo, el hecho de que en la mayoría de las situaciones de crisis se incluyen otros tópicos que harían inviable los negocios, al tiempo que los que cierran las fábricas anuncian que se dedicarán a importar lo que antes producían acá, suman otras variables que el Gobierno elude discutir, como el tipo de cambio y la competencia desleal de productores de otros países.

En ese plano se inscribe el planteo de laUnión Industrial (UIA) en el que advirtió sobre la caída registrada de actividad durante este año y la afirmación de que el sector está peor que en 2022. Entre las causas, la entidad señaló el “aumento exponencial de importaciones”, en especial desde China, que afecta principalmente a la industria de electrodomésticos.

Precisamente a eso se dedicaba la planta de Whirpool que acaba de cerrar sus puertas en Pilar. La cuestión es motivo de alta preocupación en ese municipio del conurbano norte, ya que en su parque industrial cerraron dos plantas esta semana, y desde comienzos del año el número de los que dejaron de producir se acerca a la decena.

Para satisfacción del Gobierno, la UIA también manifestó su reclamo por las deudas que las provincias mantienen en concepto de saldos a favor por Ingresos Brutos pagados, que es considerado por todos los sectores productivos como el más regresivo de los tributos, y, al mismo tiempo, es gran soporte de los erarios provinciales y municipales.

Es ese un motivo más de discusión para el presupuesto 2026, anticipatorio del debate para la reforma fiscal, que se pretende tratar a partir de marzo próximo y que será crucial para encaminar la economía y las inversiones en la última parte del mandato de Javier Milei, con la pretensión de pavimentar el camino a su reelección. Todo eso es lo que empezó a jugarse.

La situación social

El factor económico-social vuelve a cobrar así suma relevancia, una vez bajada la inflación y alcanzado el superávit fiscal, con el enorme logro de que el “mayor ajuste de la historia” no haya tenido un impacto político-electoral negativo ni conflictos sociales severos.

En esa dimensión, el año par, sin elecciones que puedan justificar la tentación de adoptar políticas económicas, financieras y cambiarias destinadas a asegurarse un resultado favorable en desmedro del ordenamiento fiscal y cambiario, abre nuevas incógnitas por despejar.

La gran pregunta es si este gobierno logrará romper con los antecedentes de 2014, 2018 y 2022 que marcaron el comienzo del fin de los tres gobiernos anteriores al de Milei. Sobre todo, el de hace siete años, cuando la gestión de Mauricio Macri se deslizó por un tobogán que se detuvo solo en el arenero de la derrota de 2019, después de haberse impuesto ampliamente en los comicios de medio término, que lo llevaron a soñar con una reelección y varios años de país amarillo, y terminaron en una pesadilla.

El inédito y rotundo respaldo personal e institucional de la administración de Donald Trump a Milei y el ordenamiento de los fundamentos de la economía antes mencionados dan argumentos e ilusionan al Gobierno y a sus afines. En cambio, escépticos y opositores marcan algunas inconsistencias, problemas no resueltos y dificultades en el empalme entre el viejo y el nuevo país promisorio prometido.

A las observaciones de muchos economistas sobre las fragilidades en materia de reservas, que el equipo de Luis Caputo, continúa relegando, y las dudas sobre el valor del tipo de cambio, con su consecuente impacto en la competitividad de las empresas radicadas en el país, se han sumado noticias más pedestres sobre dificultades concretas que tocan a la población masivamente, de las que dan cuenta indicadores oficiales, además de la pérdida de empleos.

En ese plano se destacan los titulares de los últimos días sobre la caída del consumo mayorista y en supermercados así como el aumento en la actividad económica intermensual e intermensual restringido a sectores de relativo impacto masivo, mientras rubros con mano de obra intensivos siguen estancados o en caída, tanto en la comparación mes a mes como contra el mismo mes del año anterior.

“El Gobierno no la tiene fácil, pero si encamina la economía, se reactiva la actividad y aumenta un poco la capacidad adquisitiva de la mayoría se va a quedar un rato largo porque enfrente no solo no hay nadie con popularidad y legitimidad, sino que ninguno articula un mensaje alternativo de futuro y, mucho menos, capaz de penetrar en la sociedad”, admite un opositor blando de origen peronista que se ilusionó y se frustró rápido con la creación de Provincias Unidas, la unión transitoria de gobernadores que pretendía ubicarse como opción por encima de la polarización libertaria-kirchnerista.

Ese espacio se debate hoy entre un fin precoz y un relanzamiento improbable. No siquiera tiene asegurada una organización unificada y consistente en la Cámara de Diputados, donde pretendía hacer valer su número y su disposición negociadora. El debate del Presupuesto podría profundizar diferencias, si la discusión sobre la elección de autoridades de bloque no lo hace estallar antes.

Del lado de la hasta ahora (y, probablemente, por poco tiempo más) oposición mayoritaria, que encarna el perokirchnerismo, oscilan entre el diagnóstico de un fracaso inevitable de la política económica del gobierno nacional que les dé nueva vida como alternativa y los más realistas que advierten sobre la incapacidad para ofrecer una alternativa que no sea recordar mejores tiempos idos, que ya nadie recuerda.

Esto último no asoma sencillo para el peronismo. Como se señala en el muy interesante libro de reciente aparición “El último año de Perón”, de Gustavo Nahmías, en el peronismo hay un mecanismo constitutivo “un término que lo nombra: el retorno”, el cual conjuga “dos temporalidades: un presente que se sustrae al pasado, para que ese pasado vuelva a insertarse en el presente a fin de resignificarlo y reorganizarlo”. Esa construcción de sentido no parece hoy encontrar suficiente plafón para poder afincarse en este presente y proyectarse a futuro.

“El recuerdo de los años dorados no solo ya va quedando en sepia, sino que es impresionante el impacto que hasta en muchos krichneristas fieles están teniendo los testimonios que salen a la luz en la Causa de lo Cuadernos. El aura de Cristina se está apagando, pero tampoco asoma algo suficientemente distinto y potente que proyecte hacia el futuro”, señala un excolaborador de Cristina Kirchner, que es parte de la disputa que se vive al interior del kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires.

Los decisivos exámenes finales que empieza a enfrentar ahora el Gobierno, despejada ya la incógnita electoral de medio término, dependen casi en su totalidad de si mismo. Siempre y cuando, como ya es recurrente, no aparezcan tormentas externas que pongan en cuestión la fortaleza de lo ya construido.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/politica/el-gobierno-ante-otra-hora-de-la-verdad-nid27112025/

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