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El error de Steven Spielberg, la remake que no fue y el homenaje de Michael Jackson al film animado japonés “más grande de todos los tiempos”

Katsuhiro Otomo era apenas un adolescente cuando descubrió en el cine de Hollywood su gran amor. Eran los años sesenta, y títulos como Bonnie & Clyde o Busco mi destino habían quedado tatuados ...

El error de Steven Spielberg, la remake que no fue y el homenaje de Michael Jackson al film animado japonés “más grande de todos los tiempos”

Katsuhiro Otomo era apenas un adolescente cuando descubrió en el cine de Hollywood su gran amor. Eran los años sesenta, y títulos como Bonnie & Clyde o Busco mi destino habían quedado tatuados ...

Katsuhiro Otomo era apenas un adolescente cuando descubrió en el cine de Hollywood su gran amor. Eran los años sesenta, y títulos como Bonnie & Clyde o Busco mi destino habían quedado tatuados en su corazón. Sin embargo, consciente del costo que implicaba hacer una película, encontró en las historietas su manera de encauzar su creatividad.

Poco a poco, Otomo comenzó a granjearse un nombre en el panorama del manga (como se conoce al cómic japonés), y luego de varias obras cortas cuyo eslabón en común era la tecnología y los grises que habitan en la moral humana, en 1980 publica Domu, un thriller paranormal ambientado en una torre de departamentos. Esa obra le significó a Otomo su primer gran éxito, que dio pie a una oferta irresistible.

El primer boom de Akira

A comienzos de los ochenta, un editor le ofrece a Otomo escribir y dibujar una historieta que estuviera apuntada al público adolescente. De esa manera, en 1982 vio la luz Akira, un cómic en el que una banda de jóvenes motociclistas se veía envuelta en un complot político luego de que el ejército japonés, accidentalmente, le otorgara poderes paranormales a uno de los chicos de ese grupo. El adolescente dueño de esos dones, Tetsuo, decide llevar adelante una revuelta social y religiosa que lo enfrenta no solo al ejército, sino también a Kaneda, un amigo suyo desde la infancia y el atípico héroe de esta historia.

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Akira fue un éxito gigantesco, el magistral guion y dibujo de Otomo cobraba vuelo en una historia que combinaba un futuro distópico, clima de tensión social, violencia en grandes dosis, pero también, el dolor que significa la ruptura de una amistad.

El boom de Akira hizo eco en otros mercados, como sucedió en Europa e incluso en los Estados Unidos, país en el que fue inicialmente editado por Marvel (convirtiéndose en uno de los primeros mangas en publicarse allí). Frente a ese fenómeno, un grupo de productores le ofrece a Otomo realizar una adaptación animada de su historieta, y aunque él ya había coqueteado con el cine, pensaba que el desafío de producir Akira podía ser enorme en términos de costos.

El Akira Comittee

La segunda mitad de los años ochenta fue de gran prosperidad para Japón. Con un país sumergido en una burbuja financiera, muchas empresas estaban deseosas de invertir en grandes negocios. Y mientras muchos apostaban en bienes raíces, otros lo hacían en el campo del arte.

Solo en ese contexto fue posible llevar adelante una película como Akira, cuyos gastos estimados de producción ascendían a los diez millones de dólares, una cifra impensada para un film de dibujos animados. Dicha suma se reunió a través de la conformación del llamado Akira Committee, un grupo de siete grandes empresas que aportaron los millones requeridos por Otomo para darle vida a su ambiciosa película. Con el dinero aprobado, Otomo comenzó a trabajar de sol a sombra, consciente de la pesada mochila (de diez millones de dólares) que cargaba sobre sus espaldas.

Luego de un arduo trabajo, y con un nivel de expectativa enorme, en julio de 1988, Akira llegó a los cines japoneses. Y el fenómeno fue mayor al esperado. Más allá del verdadero prodigio visual que es el film, Katsuhiro Otomo proyectó una violenta fábula social, en la que se ponía en conflicto el poder militar y su rol en la democracia junto a la avidez del ser humano por descubrir un poder que no puede controlar, y el amor fraternal entre dos amigos sumergidos en una lucha absurda.

En una entrevista, el propio Otomo detalló sobre su film: “En los setenta, en Tokyo, había mucha gente interesante. Manifestaciones estudiantiles, bandas de motociclistas, movimientos políticos, mafiosos, jóvenes sin techo, toda esa era la escena que me rodeaba. Y en Akira, yo proyecté estos elementos en el futuro, como una fábula de ciencia ficción”.

Akira es una película ambiciosa, tanto formalmente como desde su contenido, y su complejidad llevó a los japoneses a reverla una y otra vez, dando inicio a un verdadero culto que, como era de esperar, no tardó en conquistar al mundo.

La indiferencia de Spielberg

En los años posteriores a su estreno, la producción de Akira salió a buscar distribución en otros países. En Inglaterra tuvo un éxito decisivo, al punto que ese film dio pie a la edición de otras películas japonesas animadas, también apuntadas al público adulto (el mismo fenómeno se repitió en España, Italia y Francia). Pero en los Estados Unidos, la situación no fue tan fácil.

A George Lucas y a Steven Spielberg les dieron la posibilidad de ver el largometraje para analizar qué potencial podría tener en el mercado de norteamericano. Y para sorpresa de los productores, ambos directores dijeron que bajo ningún punto de vista Akira iba a tener éxito en ese país, y la calificaron como “invendible”. Pero ese fue un grosero error.

La firma Streamline Pictures compró los derechos de Akira, y la comercializó en un circuito independiente de salas. Y aunque el éxito no fue masivo, sí tuvo importantes ganancias y alimentó aún más un circuito de animación para adultos. A medida que la película perduraba a través del tiempo, muchos artistas encontraron en la estética de Akira un mundo fascinante, y músicos como Michael Jackson (“Scream”, con la participación de su hermana menor, Janet Jackson) o Kanye West (“Stronger”) la citaron en sus clips.

Imágenes icónicas como la de Kaneda frenando en su moto (homenajeada en decenas de series), o la aparición de este largometraje en una lista de los cien clásicos modernos de Entertainment Weekly, también dieron cuenta del impacto cultural de la obra de Otomo.

Con respecto a la Argentina, la fiebre Akira llegó a comienzos de los noventa. Por esos años, el sello Transeuropa editó el film que, como dato no menor, contó con un doblaje realizado en nuestro país. Y si bien Akira no tuvo un estreno comercial en las salas locales, durante los últimos años diversos festivales sí la exhibieron de manera local (de hecho, el MUBI Fest que se celebró durante octubre incorporó el film de Katsuhiro Otomo en su grilla).

La remake en Hollywood que no fue

Desde mediados de los años noventa, en Hollywood hubo varios nombres que juguetearon con la posibilidad de hacer una remake de Akira. Sony llegó a barajar esa posibilidad, pero la descartó cuando les presentaron un presupuesto de trescientos millones de dólares. En los 2000, el director Jordan Peele (responsable de ¡Huye!) también fantaseó con la posibilidad de hacer una versión con actores de Akira, pero eventualmente dio un paso al costado. Otros realizadores como Christopher Nolan y Jaume Collet- Serra también fueron tanteados en distintos momentos. Pero no fue hasta la llegada de Taika Waititi (director de Thor: Ragnarok y Jojo Rabbit) que el proyecto empezó a tener un verdadero impulso.

Con Waititi al frente, la producción fantaseó con nombres de primera línea para el film, como por ejemplo Leonardo DiCaprio, Justin Timberlake, Robert Pattinson, Joseph Gordon-Levitt o Chris Evans. Pero de a poco, la idea de un largometraje de Akira realizado en Hollywood perdió efervescencia, principalmente porque la historia está tan anclada en la lógica japonesa que resultaría imposible trasladarla a la idiosincrasia americana sin perder el verdadero espíritu de la obra.

Finalmente, en junio de este año, Warner Bros. comunicó que no había renovado los derechos comprados para una versión live action de Akira, y de esa manera, llegó a su punto concluyente una remake que nunca se llegó a concretar. Aunque sin lugar a dudas esa es una buena noticia, ya que ninguna reversión Hollywoodense jamás podría hacerle justicia a Akira, el film animado japonés más grande de todos los tiempos.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/cine/el-error-de-steven-spielberg-la-remake-que-no-fue-y-el-homenaje-de-michael-jackson-al-film-animado-nid18112025/

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