El emotivo documental del Patón Bauza que expone su lucha contra una enfermedad neurodegenerativa
Hay historias que se cuentan solas. Historias que enseñan, que invitan a la reflexión y que, al mismo tiempo, emocionan y generan conciencia. La de Edgardo Bauza es una de ellas. Campeón de Amé...
Hay historias que se cuentan solas. Historias que enseñan, que invitan a la reflexión y que, al mismo tiempo, emocionan y generan conciencia. La de Edgardo Bauza es una de ellas. Campeón de América con Liga de Quito y San Lorenzo, protagonista de “la vieja guardia” en el duro oficio de ser entrenador, el Patón hace tiempo pelea una batalla muy distinta a la que enfrentó en las canchas. Una batalla silenciosa, íntima, diaria y muy compleja, contra la que todo es día a día.
Un documental acaba de ponerle imágenes a esa lucha. Se llama La cima de la vida, el valor de la memoria y fue producido por la Fundación TASE (Trascender con Amor, Servicio y Excelencia), una organización ecuatoriana dedicada al acompañamiento de personas con Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas.
Según se lee en la descripción del video, es “una producción de Fundación TASE que nos invita a mirar el Alzheimer desde el amor y la empatía. A través de las historias de Edgardo Patón Bauza y Alfonso Laso Bermeo, este documental refleja la fuerza de las familias que enfrentan las enfermedades neurodegenerativas con valentía, ternura y esperanza”. El objetivo es seguir “inspirando a hablar sobre la memoria, el cuidado y el poder de los lazos que nos unen, incluso cuando los recuerdos se desvanecen”.
Bauza fue diagnosticado en 2021 con demencia frontotemporal (DFT), una patología poco frecuente que afecta el comportamiento y el lenguaje. A diferencia del Alzheimer, que compromete primero la memoria, la DFT altera la personalidad y la comunicación. Este entrenador carismático, frontal, simpático y dicharachero ya no habla. Sus palabras quedaron atrapadas en alguna cavidad de su cerebro. Pero su mirada sigue presente y muy vivaz.
El documental lo muestra en la cotidianeidad de su casa, en la intimidad familiar, acompañado por su esposa, Maritza Gallardo, quien se convirtió en su sostén vital. “Edgardo ya no se comunica verbalmente, pero siempre está de buen humor. Vive en paz, y eso también nos da paz a nosotros”, dice ella frente a cámara. También se lo ve al exentrenador caminando junto a su familia y también por el Estadio Rodrigo Paz Delgado, de la Liga de Quito de Ecuador, con el que obtuvo la Copa Libertadores en 2008 y donde es un verdadero prócer.
La película se estrenó el 15 de septiembre en Ecuador y ya está disponible en YouTube, en donde ya superó las 53.000 reproducciones. “Estas enfermedades son un estigma”, confiesa Maritza. “Los cuidadores se sienten solos. Al principio fue un shock. Recién después de aceptarlo entendí que era necesario contarlo”. La palabra “aceptación” se vuelve un faro en el relato.
“Esta enfermedad no es del paciente, es de la familia”, cuenta Gallardo en un fragmento que se viralizó en redes. Al mismo tiempo, destaca la importancia de “diagnosticar antes” esta dura enfermedad y que es igual que otras en las que además del cerebro se enferma el corazón y los pulmones.
La familia Bauza sostiene una hipótesis que en el fútbol ya dejó de ser tabú: los golpes repetidos en la cabeza podrían haber sido un factor clave en el deterioro neurológico del exdefensor. En su carrera fue potente, aguerrido, fuerte en el juego aéreo. Ganaba más de las que perdía, pero cada impacto deja huella, entonces o después. Y recién ahora el fútbol empieza a preguntarse cuánto cuestan esas huellas.
No es un caso aislado. Futbolistas como Bobby Charlton, Gerd Müller o Nobby Stiles padecieron enfermedades similares. El tema asoma cada vez con más fuerza: ¿cuál es el precio de poner la cabeza donde otros no se animan?
El documental alterna imágenes de su vida actual con un repaso por su trayectoria. Está el Bauza líder de grupos. El hombre que sacó campeón a San Lorenzo de América, el prócer eterno de Liga de Quito, el entrenador que rompió moldes y desafió imposibles. El tipo noble que se abrazaba con la gente. El que alguna vez dijo: “Yo no vendo humo. Yo trabajo”.
La película no busca dar lástima. Apunta más a mostrar que detrás de cada figura hay un cuerpo vulnerable, una familia que sostiene y una historia que cambia para siempre después de un diagnóstico médico.