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El desierto que avanza sin que lo veamos

Existe un desierto que no se ve, pero que avanza con la misma velocidad, o con una mayor, que la de aquellos otros producidos por la destrucción de los bosques. Es el desierto del espíritu. En é...

El desierto que avanza sin que lo veamos

Existe un desierto que no se ve, pero que avanza con la misma velocidad, o con una mayor, que la de aquellos otros producidos por la destrucción de los bosques. Es el desierto del espíritu. En é...

Existe un desierto que no se ve, pero que avanza con la misma velocidad, o con una mayor, que la de aquellos otros producidos por la destrucción de los bosques. Es el desierto del espíritu. En él las personas se empeñan en una carrera insalubre hacia la promesa del beneficio, de la riqueza, de la ganancia y nada de lo que las rodea (la naturaleza, el mundo, los demás seres humanos) les importa.

Poco antes de su muerte el italiano Nuccio Ordine (1958-2023) clamó contra esa desertificación espiritual en un manifiesto tan conmovedor como inspirado, al que tituló La utilidad de lo inútil. Filósofo e historiador, especializado en el Renacimiento y en la vida e ideas de Giordano Bruno (monje dominico quemado en la hoguera por la Inquisición al sostener, entre otras cosas, que la Tierra no era el centro del universo), Ordine fue un reconocido humanista, y un pensador igualado a mentes contemporáneas brillantes, como George Steiner, Alain Badiou, Peter Sloterdijk, Slavoj Žižek y Byung-Chul Han, por citar algunos.

Concluye que en el futuro inmediato será necesario “salvar de la deriva utilitarista no sólo a la escuela, la ciencia y la universidad, sino a todo lo que llamamos cultura. Porque sabotear la cultura y la enseñanza es sabotear el futuro de la humanidad”

La utilidad de lo inútil, su último grito, es un potente alegato contra una sociedad y una cultura salvajemente materialistas, que proponen la rentabilidad, la utilidad, el rendimiento y el éxito económico como dogmas de una nueva religión, cuyos dioses son megamillonarios como los Elon Musk, los Zuckerberg, los Bezos, los Gates, los Brin, los Balmer, los Buffett, los Page o los Walton de este mundo. Una sociedad donde se puede comprar conocimiento, pero no sabiduría, como muy bien demuestra Ordine. Porque el conocimiento es hoy una herramienta utilitaria orientada a fines prácticos que estrechan la visión y comprensión de la vida y su sentido en lugar de ampliarla, mientras la sabiduría es el enriquecimiento del espíritu y de la mente como fruto de la curiosidad, de la búsqueda de respuestas a los interrogantes esenciales de la existencia. Ordine lamenta con razón que la educación se oriente en este tiempo al conocimiento y deseche la sabiduría.

Las Humanidades, tan despreciadas y postergadas en la formación actual, la filosofía, los clásicos de la literatura, de la música, de la pintura, el arte en su totalidad, pueden rescatarnos del utilitarismo y del egoísmo más siniestro, sostiene el profesor italiano, y pueden poner lo sublime por sobre lo miserable. Es aquello considerado “inútil” desde la perspectiva materialista, productivista y monetarista lo que puede, en fin, encender una luz de sentido en una vida que, de lo contrario, se reduce a producir, consumir, seguir produciendo y seguir consumiendo en una espiral ascendente para unos, descendente para otros, pero generadora de angustia existencial para todos. Porque en este sistema, dice Ordine, mejorar los niveles de vida es solo un dato estadístico, no es mejorar ni enriquecer la condición humana. ¿Cuántos bienes de consumo innecesarios, se nos venden como útiles e indispensables?, pregunta en su Manifiesto. “Ciertamente no es fácil, reflexiona, entender en un mundo como el nuestro, dominado por el homo economicus, la utilidad de lo inútil y, sobre todo, la inutilidad de lo útil”.

Además de su propio aporte, ofrecido en un estilo depurado, rico en imágenes y palabras, Ordine convoca a pensadores, escritores y artistas de todas las épocas, a los que cita con oportunidad y conocimiento. Se opone rotundamente a que, en nombre de equilibrios fiscales y recortes de gastos, se atente contra museos, exploraciones arqueológicas o proyectos científicos no “utilitarios”, transformando al mundo y a las personas “en mercancías y dinero”. Y concluye que en el futuro inmediato será necesario “salvar de la deriva utilitarista no sólo a la escuela, la ciencia y la universidad, sino a todo lo que llamamos cultura. Porque sabotear la cultura y la enseñanza es sabotear el futuro de la humanidad”. Amén.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/el-desierto-que-avanza-sin-que-lo-veamos-nid21122025/

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