El clan Moyano: nepotismo en su máxima expresión
Es ya sabido que buen número de dirigentes sindicales viven como magnates, con fortunas que no están en condiciones de explicar. Con la corrupción y las metodologías extorsivas y violentas que,...
Es ya sabido que buen número de dirigentes sindicales viven como magnates, con fortunas que no están en condiciones de explicar. Con la corrupción y las metodologías extorsivas y violentas que, desde hace mucho, caracterizan a ciertas expresiones del gremialismo, convive una particular sensación de impunidad. Como simple botón de muestra, puede citarse la reciente designación como secretario gremial de la Federación Nacional de Camioneros de Jerónimo Moyano, el hijo menor de Hugo Moyano, ratificado a su vez como secretario general de esa entidad gremial.
Jerónimo Moyano tiene 26 años y se desempeñaba como asistente personal de su padre. Desde la secretaría gremial de la citada federación, actuará como nexo entre las bases y la conducción sindical, al tiempo que se ocupará de participar en las negociaciones derivadas de conflictos y de la organización de medidas de fuerza.
No es novedoso que el pope del gremio camionero busque asegurarse mayor poder imponiendo en posiciones clave a su más íntimo núcleo familiar. Prácticamente todos los integrantes de su familia ocupan puestos relevantes en la organización gremial, aun cuando nunca hayan manejado un camión.
Otros tres hijos del líder camionero tienen cargos de relevancia. Pablo Moyano, a quien apodan “el salvaje”, es secretario adjunto del gremio en la provincia de Buenos Aires. Hugo Moyano (h) es secretario de Coordinación de Asuntos Jurídicos en la federación que preside su padre, y logró ser elegido diputado nacional por Fuerza Patria, en tanto que Karina Moyano ocupa dos cargos: uno en el sindicato bonaerense como secretaria de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales, y otro en la Federación Nacional como secretaria de la Mujer.
Los restantes hijos de Moyano no tienen cargos en el gremio. Paola Moyano, sin duda la de perfil más bajo de la familia, está casada con el hoy cuestionado presidente de la Asociacíón del Fútbol Argentino (AFA), Claudio “Chiqui” Tapia, a quien Hugo Moyano arrimó en su momento al Ceamse, mientras que Facundo Moyano conduce el gremio de Trabajadores de Peajes.
El llamado clan Moyano se completa con Liliana Zulet, esposa del líder sindical, madre de Jerónimo Moyano y cerebro de un holding de empresas que orbitan alrededor del gremio camionero. Por si esto fuera poco, dos hijos de matrimonios anteriores de Zulet, Valeria Salerno y Juan Noriega Zulet, son integrantes del directorio de la gerenciadora de la obra social del gremio camionero (Oschoca).
El más que grosero nepotismo está a la vista y encontraría su justificación en la necesidad de que cualquier negocio turbio que pueda rodear al gremio cuente con la estricta vigilancia de gente de máxima confianza del veterano cacique camionero.
Hugo y Pablo Moyano han estado acostumbrados a las medidas de fuerza, los bloqueos a empresas como mecanismos de presión, un cóctel que ha apuntado no pocas veces a someter a condicionamientos al poder político, en pos de concesiones de negocios, prebendas, privilegios y, desde luego, impunidad.
Claro que los negocios que están atados a un solo cliente, como en este caso los trabajadores del gremio, suelen sufrir un vuelco negativo cuando menos se lo espera. Es así como la obra social de los camioneros se halla amenazada hoy por la convocatoria de acreedores o la quiebra. El más reciente auxilio provino de las empresas empleadoras, que aceptaron concederle un aporte mensual de $20.000 por trabajador que van directamente a la prestadora médica. Si bien comenzó siendo un pago extraordinario, se ha terminado convirtiendo en un ítem salarial adicional. Sin embargo, las protestas del personal de los sanatorios del gremio han venido creciendo ante las dificultades de la obra social para abonar los salarios, al tiempo que la deuda de Oschoca con farmacias y otros prestadores no ha parado de crecer.
Esta situación ha derivado en diferencias dentro del clan, entre Pablo Moyano y Liliana Zulet, que desencadenaron un conflicto entre aquel y su propio padre.
Las dificultades se acrecientan frente a la investigación por una presunta estafa millonaria al hotel de la obra social camionera en Mar del Plata, que se suma a otras causas judiciales en las que dirigentes del gremio están siendo investigados por presuntos delitos, tales como lavado de dinero, evasión tributaria y el bloqueo a una empresa transportadora.
Es de esperar que la Justicia ponga coto a la impunidad de la que durante demasiado tiempo han hecho gala personajes como Hugo Moyano.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/editoriales/el-clan-moyano-nepotismo-en-su-maxima-expresion-nid08122025/