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El canto de los teros y las elecciones

Fieles a su costumbre, los teros rondan a puro graznido en cada camino cuando uno recorre el campo con la curiosidad que los porteños tenemos al descubrir que hay mucha vida más allá de la Gener...

El canto de los teros y las elecciones

Fieles a su costumbre, los teros rondan a puro graznido en cada camino cuando uno recorre el campo con la curiosidad que los porteños tenemos al descubrir que hay mucha vida más allá de la Gener...

Fieles a su costumbre, los teros rondan a puro graznido en cada camino cuando uno recorre el campo con la curiosidad que los porteños tenemos al descubrir que hay mucha vida más allá de la General Paz.

¿Esta custodia la tenés que pagar aparte?, le pregunté con sorna a mi amigo, un hombre que, de a poco y desde los 14 años, viene trabajando para forjarse un destino para él y su familia en la producción agropecuaria. “Estos están siempre por acá rompiendo ‘la paciencia’”, contesta, con la misma ironía, cuando los pajarracos deciden callarse y permiten que nos escuchemos. Se callan, claro, cuando nos alejamos del lugar donde ponen sus huevos.

Fue el viernes pasado, cuando mis días libres me permitieron cargar las pilas en ese ambiente bucólico, con atardeceres rojos y verdes, para aguantar entero un domingo de elecciones, que me incluían como votante bonaerense y, por supuesto, también partícipe de la cobertura periodística a mi regreso.

Hacía mucho que no visitaba el lugar donde nacieron estos amigos (para ser justos a la verdad, amigos de mi mujer desde la adolescencia, aunque su entrañabilidad hizo que rápidamente lo fueran también míos). No sé a ustedes, pero a mí salir del cemento y los ruidos de la ciudad y entrar en la vista infinita de la llanura (en este caso, el sur de la provincia de Entre Ríos) rápidamente me reconecta con la contemplación y la reflexión.

Primera reacción: acá (allá) se vive mejor, más tranquilo, sin tanto ruido ni semáforos, cada día parece que fueran varios y con tiempo para todo. El campo que visité se dedica, principalmente, a la producción de cerdos y pollos. “¿Ustedes no siembran?”, quise saber, pensando en la fantasía ciudadana de que con la soja, el trigo o el maíz “estos tipos la tienen atada”. El matrimonio me respondió casi al unísono: sí, tienen algunos lotes de siembra, pero, sobre todo, para abastecer a su propia fábrica de alimento balanceado y para alimentar a sus animales, en una cadena integrada desde el grano a la proteína animal. El tan mentado “valor agregado”. Pero además, “la producción de granos tiene un riesgo muy importante, que es el clima. Y contra eso...”.

Ah, bien. Quiere decir que ese fin de semana bucólico rápidamente se puede convertir en una pesadilla ante estas adversidades. Mmm... No es lo mismo llegar como turista y partir que disfrutar, o sufrir, los avatares del día a día.

La fiebre electoral bonaerense inundaba mis cavilaciones y las de mis colegas. A simple vista, nada de eso parecía preocupar a mis amigos y a su vecindario. O al menos no con la intensidad con la que lo vivimos allá (acá). Claro, Entre Ríos solo elegirá diputados y senadores nacionales el próximo 26 de octubre. Pero...

Lo primero que quisieron saber mis amigos y, a través de ellos, la gente local era, precisamente, qué país podría emerger de los comicios de anteayer. A mis anfitriones, y supongo que a buena parte de los entrerrianos, les preocupa mucho, igual que a cualquier argentino, qué decisiones puede tomar un gobierno en cualquier circunstancia. Pero no se les nota, o al menos no en la dimensión en que este porteño pudo percibirlo.

¿Entonces? ¿Podría vivir en un lugar así? No lo sé. Al poco tiempo, ¿no sentiría que allí todos parecen dormidos, ante mi primer “síndrome de abstinencia” citadina? No lo sé.

Creo que los entrerrianos, como seguramente cualquier habitante del interior, me demostraron que entre su aparente tranquilidad y nuestra aceleración sin límites debe haber un punto de equilibrio. Lo que es seguro es que, cuando el zapato aprieta, todos sentimos la necesidad de defendernos. Graznando lejos del nido o, los humanos, votando. Aunque parezca inútil a veces.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/el-canto-de-los-teros-y-las-elecciones-nid09092025/

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