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El boom de los vinos jujeños: de ser los marginales a los elegidos por los grandes chefs de Argentina

Con la Quebrada de Humahuaca como punta de lanza, hace un tiempo ya que los vinos jujeños dejaron de ser de segunda. El corredor de la RN 9, entre Purmamarca y Uquía, tiene varias bodegas consagr...

El boom de los vinos jujeños: de ser los marginales a los elegidos por los grandes chefs de Argentina

Con la Quebrada de Humahuaca como punta de lanza, hace un tiempo ya que los vinos jujeños dejaron de ser de segunda. El corredor de la RN 9, entre Purmamarca y Uquía, tiene varias bodegas consagr...

Con la Quebrada de Humahuaca como punta de lanza, hace un tiempo ya que los vinos jujeños dejaron de ser de segunda. El corredor de la RN 9, entre Purmamarca y Uquía, tiene varias bodegas consagradas. Además, al sur de San Salvador de Jujuy florece la región de los Valles Templados con un par de emprendimientos que buscan posicionarse. No quedan dudas: la vitivinicultura jujeña despegó. Tras veinte años de buscar una identidad, ahora tiene el beneplácito de expertos como Tim Atkin y llega a restaurantes con estrellas Michelin. Todo a pesar, y muy a pesar, de los muchos años fuera del circuito enológico y a la sombra de Cafayate, la estrella salteña del NOA... ¿hasta ahora?

“La quebrada es angosta y nos deja poco espacio para cultivar. Es una zona de gran altura, suelos mineralizados, rodeada de montañas de muchos colores y una energía especial. Semejante paisaje y su gente, con su cultura andina, hacen especial a estos vinos”, asegura Matías Michelini, el enólogo mendocino que desde 2020 asesora a Bodega El Bayeh, que tiene una finca en Maimará y dos en Huacalera. El emprendimiento se llama así por un libanés, Boutrus Mansour El Bayeh, que cuando desembarcó en el puerto de Buenos Aires fue rebautizado Pedro Manzur. Bisnieto de aquel primer Manzur, Daniel Manzur recibe visitantes en Finca Ollantay, en Maimará, que está a una hora y cuarto de la capital jujeña, y que compró su abuelo horticultor, Pedro Manzur II, en 1971. Licenciado en Administración de Empresas, Daniel es actualmente el presidente la Asociación Bodegas de la Quebrada que reúne a los productores de la zona.

Con entusiasmo cuenta que se volcaron al vino para cumplirle el sueño a su abuelo Pedro II. Plantaron unas primeras viñas de Malbec, y después Syrah, Chardonnay y Semillón. Por idea de Michelini, también apostaron a una parra que sobrevivía en el jardín de la casa desde tiempos inmemorables y mientras esperaban a que maduraran las plantas que ellos habían plantado. Y luego emitieron un anuncio en la radio local para comprarles uva a todos esos quebradeños que todavía tenían parral de criolla en sus patios. Ocurre que, durante la colonia, los españoles traían semillas para hacer el vino de misa. Del cruce de la uva Listán Prieto con la Moscatel de Alejandría surgió la cepa criolla. Así fue como, en un garaje de la finca, en 2020, los Manzur sacaron 9.000 botellas de Pequeños Parceleros de la Quebrada, una línea de criolla que sigue saliendo todos los años. Ahora ofrecen, además de Pequeños Parceleros de la Quebrada, un Malbec de la línea Finca Ollantay; y Trópico Sur ($80.000) en versión Sauvignon Blanc, Malbec, Cabernet Franc y Tannat. Todos con uvas de las fincas de Huacalera, a 2.700 metros de altitud. De la producción anual de 25.000 botellas que lanza la bodega, algunos llegan a restaurantes como Don Julio, Crizia, Anchoita y Nika.

“Este gran momento de los vinos jujeños se da porque los productores lograron interpretar su lugar. Durante años la mirada estuvo puesta en los vinos de Cafayate… Ahora no. Los vinos de la Quebrada tienen que ver con el terruño, con su clima y altura. Son vinos únicos, con identidad propia. Esto es valorado por muchos chefs”, cuenta Michelini.

También en Maimará, Bodega Dupont es pieza fundamental del éxito de los vinos de la Quebrada. Con casi 25 años de historia, es pionera indiscutible gracias a la osadía y empuje de Fernando Dupont, su dueño. Ingeniero agrónomo, hasta acá llegó como motoquero en 1998 y en 2002 compró la finca para hacer vino. Se lanzó con siete hectáreas que en 2007 dieron una primera cosecha de 450 botellas de Pasacana. Se lo dio de probar a Francis Mallmann, su amigo de la infancia, que no sólo lo ponderó, sino que además le compró la mitad de la producción. “A veces no alcanza con que el vino sea bueno. Todos necesitamos que nos ayuden a que se conozca”, señala Fernando, que produce 45.000 botellas por año, es reconocido por todos en la zona y un gran armador de equipos. De la plantación de Malbec, Syrah, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc venden seis etiquetas: Franc Dupont, de Cabernet Franc; Sikuri, de Syrah; Punta Corral (Malbec, Syrah y Cabernet Frank), Rosa de Maimará (Syrah y Cabernet Sauvignon), Pasacana (Malbec, Cabernet Sauvignon y Syrah) que es tope de gama como el Pasacana Integral ($60.000) que lleva el mismo blend, pero no va a tanques y fermenta en madera.

Radicado en Maimará desde 2008 y con Marcos Etchart como enólogo, Dupont asegura: “El vitivinicultor tiene que vivir en la viña, si no cualquiera aterriza y te dice lo que tenés que hacer”. Entre sus grandes logros está haber conseguido el IG (indicación geográfica) de esta zona, que es el paso previo a la denominación de origen. Le llevó ocho años demostrar que aquí hay características únicas y bien definidas. Y celebra que crezcan otros emprendimientos locales como Viñas de Uquía, Bodegas Viñas del Perchel, Bodega La Selestina, Bodegas Jesús Vilte, Bodega Don Milagro y Bodega Incahuasi.

Sobre la RN 9, a la altura de Purmamarca, Bodega Kindgard es de Diana La Tana Bellincioni y su primo, Adolfo Kindgard. Jujeña y nieta de un bon vivant que era íntimo amigo de Arnaldo Etchart, estudió enología y sommelier mientras cursaba Administración Agraria en Buenos Aires. Luego se ganó una beca en vitivinicultura en la Universidad de Lyon y trabajó en una bodega de Saint Jean-de-Muzols, en la región del Ródano. En Argentina se formó con los más grandes: Marcos Etchart, Alejandro Vigil y Alejandro El Colo Sejanovich, entre Cafayate, Mendoza y Jujuy. Y desde 2019 está asociada a su primo, con quien montó la bodega sobre una finca de 7 hectáreas.

Cuenta que en 2021 salió con una primera cosecha de Malbec y Syrah, pero se quedó sin Cabernet Franc porque unas cabras atacaron el viñedo. Mientras que, en 2023 perdió el 80% de la producción por una gran helada. “No pudimos hacer nada porque aquí el espacio entre hileras es poco; tenemos el doble de plantas por hectárea que en Mendoza”, explica. Respecto de los vinos locales, asegura que “son fluidos, con una nota de frescura y largos en boca. Estamos a 2.300 msnm y la altura da amplitud térmica: de día 30° y de noche 10°. Nuestras plantas son libres de hongos y no necesitamos demasiados pesticidas. Usamos telas de granizo, pero por los pájaros porque, si no, se las devoran”. En un promedio de 15.000 litros anuales, ofrece tres líneas de vinos: Copleras, con varietales de Malbec, Syrah y Cabernet Franc; Sacha Tigre, blend de Cabernet y Malbec, de Criolla y un corte de Torrontés y Riesling; y Purma ($56.000), blend de Syrah, Malbec y Cabernet Franc.

A unos metros, también en Purmamarca y sobre la ruta, Bodega Amanecer Andino es casi tan legendaria como Dupont. Aquí recibe María José González, agrónoma e hija de Alfredo Alfi González, que emprendió este proyecto en 2007. Ambos jujeños, tienen cinco hectáreas plantadas; entre marzo y abril hacen la cosecha manual, como todos en la zona. “Los vinos de la quebrada tienen gran variabilidad y complejidad; cambian de acá a diez kilómetros”, asegura María José. Durante años tuvo al mendocino Lucas Niven como enólogo, rol que ahora ocupa Lucas Ricciardi. Tienen una producción anual de 50.000 litros. Venden Un corte en la Quebrada de blancos que es Sauvignon Blanc, Chardonnay y Torrontés; la misma etiqueta, pero en tintos, con Malbec, Merlot y Cabernet Sauvignon; un Orange Wine de Sauvignon Blanc; el Amanecer Andino Reserva de Malbec; el tope de gama es el Amanecer Andino Gran Reserva ($75.000), que es blend de Malbec y Cabernet Sauvignon, y hay partidas limitadas de Semillón, Marselan y Ancellotta Tempranillo.

Más al norte, en Tilcara, se encuentra Huichaira Vineyard de Alejandro Nieva, el norteamericano Jeff Mausbach y el mendocino Alejandro Sejanovich, que es enólogo. Desde 2014 tienen cuatro hectáreas plantadas con Malbec, Cabernet Franc, Syrah, Pinot Noir y Semillón. “Aquí el terroir –que siempre remite a la gente, además del suelo y el clima– es muy especial”, señala Luz Morcillo, sommelier de la finca que se luce con Cielo Arriba ($65.000), la etiqueta cuyo corte de Malbec, Syrah y Cabernet Franc es de alta gama y fue premiado con 95 puntos de Tim Atkin, entre otros reconocimientos. Tienen una producción anual de 8.000 botellas. Se sirven en los mejores restaurantes de Buenos Aires e incluso llegaron a Inglaterra para estar a la venta en la famosa tienda Harrods y en restaurantes con estrellas Michelin de Londres. Tras años de vinificar en otras bodegas, están terminando de construir la bodega de la finca, con detalles arquitectónicos y tecnológicos de primerísimo nivel.

“Los vinos de la Quebrada son interesantes por su diversidad. Hay mucha fuerza en la expresión de lugar. Por el clima, el suelo, la altura y su gente, son muy diferentes a los vinos de los valles de Mendoza y Salta”, asegura El Colo Sejanovich. Agrega que, por tratarse de una quebrada, con pequeñas superficies entre cerros y arroyos o ríos, no hay viñedos a gran escala. Destaca el clima frío, que no suele sobrepasar los 30 grados. Así como la intensidad luminosa, que hace reaccionar a la vid, incrementando el grosor de la piel, los taninos, antocianos (colores), aromas y sabores. En una franja de 50 kilómetros hay viñedos en alturas bien diversas: entre 2.200 y 3.300 msnm. Todos con suelos coluviales, es decir marcados por la erosión, los minerales y los sedimentos. “En Huichaira tenemos cuatro suelos bien definidos, además de otros intermedios. Por eso logramos expresiones bien diversas”, apunta Sejanovich y pone en valor el rol de los agricultores de la Quebrada, que tienen una cultura milenaria de respeto hacia la tierra.

Otro de los grandes propulsores de la zona es Viñedos Yacoraite, en Colonia San José, a mitad de camino entre Huacalera y Uquía, que se destaca por su restaurante y wine bar a cargo de Florencia Rodríguez, chef con más de 20 años de arraigo en la Quebrada. Aquí la arquitectura y la propuesta gastronómica están en consonancia con la calidad de los vinos, que vinifican en una bodega que montaron en San Salvador de Jujuy.

Rodrigo Torres, director de la empresa, cuenta que el artífice del negocio es Alejandro Izquierdo, un economista porteño de raíces jujeñas que trabaja para el BID en Estados Unidos. Visionario, montó el viñedo con un grupo de amigos hace diez años y sacó su primer Malbec en 2018. En 2022 nació el wine bar, tras una primera añada del Cabernet Franc de Kallku, que fue todo un éxito. “Es posible que seamos los productores del Cabernet Franc más alto del mundo, alrededor de los 2.777 msnm”, comenta Rodrigo, mientras el ingeniero agrónomo Ezequiel Bellone cuenta que aquello fue todo un desafío. “Nada que ver con lo fácil que es hacer Malbec, que se adapta siempre y es un ‘todoterruño’”, ríe sobre el juego de palabras. Detallan que además ofrecen un Mallku Gran Corte ($85.000) de primer nivel. Tienen una producción anual total de 23.000 botellas.

Lucas Niven, socio y enólogo del viñedo, es mendocino, como la mayoría de los expertos que llegan atraídos por las bondades –y la aspereza– de estas tierras. “¡¿Hacen uva en Jujuy?!”, dice Lucas que le preguntó a Ezequiel después de que le propusiera sumarse a Yacoraite. Se habían conocido en la maestría en vitivinicultura de la Universidad de Cuyo. Tras algunos años en grandes bodegas de Mendoza y siempre ligado a Bodega Niven, de su familia, aterrizó en el NOA para abrazar estos vinos que nacen junto al trópico de Capricornio y que son, según sus palabras, “son vinos de paisaje”.

“La amplitud térmica, la cercanía del sol, los suelos y las pendientes, así como la gente, con su historia y cultura, hacen al terroir, que en la Quebrada de Humahuaca es bien especial”, apunta Niven. “Gracias a la constancia en la búsqueda de calidad logramos visibilizar estos vinos. Hay un gran trabajo conjunto entre productores, enólogos y chefs. Así logramos que críticos como Tim Atkin pongan un ojo en la Quebrada. Fueron más de 20 años de trabajo incansable; una gran apuesta por este lugar extremo y único en el mundo”, resume Niven, que en San Salvador de Jujuy montó una bodega chica, Rastrojera Wines, donde elabora su línea Corazón Valiente con uvas de la Quebrada y, además, otros vinos de productores del Valle Templado, como Viví Wines.

Vayamos entonces a esta zona de valle que está al sur de San Salvador de Jujuy. La historia dice que, a lo largo del siglo pasado, en Monterrico y sus alrededores hubo pequeños productores de vino de uvas no viníferas –de mesa y baja calidad– que subsistían para hacer honor a la tradición vitivinícola de la región. Ocurre que en el 1934 el presidente Agustín P. Justo había sancionado una ley que prohibía el desarrollo de la vitivinicultura fuera de Cuyo. Por eso varias bodegas del Valle Templado jujeño tuvieron que cerrar, como ocurrió en Entre Ríos y en otras zonas del país.

Menos premiado que la Quebrada, pero igual de entusiasta, el valle tiene cuatro proyectos vigentes: Finca Machuca, Bodega El Molle, Estancia La Magdalena y, más al norte, Antropo Wines. Única bodega urbana de San Salvador de Jujuy, esta última nació en 2020 y es de Luciano Peirone y Sebastián Escalante, que son ingenieros agrónomos. Elaboran vinos y espumantes a base a uvas recolectadas tanto en el Valle Templado como en la Quebrada de Humahuaca. Tienen un blend de blancas –Torrontés y Chardonnay–; un Clarete que es Syrah y Chardonnay; un Lío de lías que es un Naranjo sin filtrar elaborado con Torrontés de la Quebrada –con 93 puntos por Tim Atkin– ($37.000); un blend de tintas que es Cabernet Franc y Cabernet Sauvignon; un reserva de Cabernet Franc y Malbec; y una línea Marote, de Sauvignon Blanc, Malbec y Marselan, todos con uva del Valle Templado. Producen 35.000 botellas anuales y los enorgullece estar en restaurantes como Anchoíta y Aramburu, así como en El Nuevo Progreso, en Tilcara.

“Queremos representar los dos terroir de Jujuy con vinos frescos, de alcoholes medios y muy expresivos”, asegura Peirone, que montó una bodega sobre la RN 9 y otra dentro del Hotel Altos de la Viña, donde hacen los espumantes. “El Valle Templado es una zona subtropical y cálida, bien diferente a la Quebrada. La vendimia comienza a finales de diciembre y ofrece vinos muy frescos, frutados, de alcoholes medios y de mucha textura en boca. En contraposición con Humahuaca, que es una región semiárida, donde la cosecha da vinos muy expresivos, especiados y en los que prevalece la mineralidad. Dos zonas tan diferentes entre sí, como únicas”, señala Peirone para terminar de explicar el magnetismo de los vinos jujeños.

Datos útiles

Bodega Kindgard. Sobre la RN 9 y a un par de kilómetros del centro de Purmamarca, ofrecen degustaciones de cuatro vinos y picada por $30.500. También se puede comprar vino y disfrutarlo en el lugar. Tienen además un restaurante con menú de comida local que maridan con los vinos de la bodega. Hay opción de cuatro pasos con cuatro vinos diferentes por $66.500 y, para niños, por $25.000. Con reserva. Abre de lunes a sábados, todos los mediodías. Además, reciben huéspedes en tres cabañas inauguradas hace un año. Dos para dos personas y una para cuatro, todas con muy buen ventanal que da a las viñas. Tienen living y cocina bien equipada. El desayuno se sirve en el restaurante. Los vinos se ofrecen online y en vinotecas de Buenos Aires como Winemakers, Aldo’s, Al Fin Vino, Winu, Lardo y Rosemary, Soli Wines, entre otras. RN 9 km 1739, Purmamarca. T: (3884) 09-6930. IG: @bodegakindgard

Bodega Dupont. Coordinan recorridos de 45 minutos por la finca y bodega, con copa de Punta Corral y algo para picar. Con reserva y no guiarse por Google Maps para llegar, sino por indicaciones al reservar. Abren de lunes a sábados de 11 a 18. Desde $12.000 la experiencia. En Buenos Aires distribuyen desde Somos Selectos y están en vinotecas. Costanera Calveti s/n., Maimará. T: (3884) 73-1918. IG: @bodegadupont

Bodega Amanecer Andino. Reciben en un gran salón con vista a las viñas. Abren de jueves a lunes de 11 a 19 horas. Con reserva. Desde $20.000 la visita guiada con degustación de cuatro vinos. Con agregado de tabla de fiambres, $30.000. Venta por Instagram y en algunas vinerías de Buenos Aires. RN 9 km 1750.5, Purmamarca. T: (3884) 61-3030. IG: @amanecer.andino

Huichaira Vineyard. En un patio encantador y a la sombra de los árboles, invitan a recorrer los viñedos, almorzar y disfrutar de los vinos con la sommelier Luz Morcillo. La cata con paseo por la finca, desde $25.000; el recorrido con cata, picada y una botella de Cielo Arriba, para dos personas, por $120.000. Hay descuentos para grupos más grandes. La visita guiada con almuerzo de comida regional a cargo de Laura Vilte, cocinera maimareña con experiencia y renombre, maridado con Cielo Arriba de alta gama, por $95.000. Además, coordinan experiencias de cocina en vivo. Con reserva. En Buenos Aires venden online y en la vinoteca del Palacio Duhau, De Barricas, Al Fin Vino, Enófilo, El Perseguidor Vinos y otras. Camino vecinal s/n., Tilcara. T: (3887) 40-0395. IG: @huichairavineyards

Bodega El Bayeh. Los viernes, sábados y domingos 10.30, 12.30 y 15.30 horas ofrecen recorridas de 45 minutos por la bodega y la finca, desde $30.000. Con reserva. También sirven almuerzos y degustaciones en Casa Mocha, en Huacalera. Venta online en Buenos Aires y en vinotecas como Ozono Drinks, Aldo’s, Enofilo, Mr Wines y otras. Av. Belgrano s/n, Maimará. T: (3884) 36-9758. IG: @bodegaelbayeh

Viñedos Yacoraite. Es wine bar que propone tapeo y restaurante de primerísimo nivel a cargo de Florencia Rodríguez. Menú de cuatro pasos con cuatro copas por $94.000; dos copas –una de Malbec y otra de Cabernet Franc– y tabla de quesos, por $37.000. Con reserva. De martes a domingos, de 11 a 18 horas. Venta en Buenos Aires y online en Viñedos del Norte, Vivivino y otras vinotecas. Calle Santiago s/n., Colonia San José. T: (3883) 50-8450. IG: @yacoraitevinos

Bodega Antropo. En San Salvador de Jujuy, de martes a domingo ofrecen dos opciones de degustación con maridaje en Hotel Altos de la Viña. Una de tres vinos por $22.000 y otra de cinco por $35.000, ambas con tabla de quesos. Con reserva. Además, sirven los vinos en Olaroz, el restaurante del hotel. Venta en Buenos Aires y online en Aldo’s y otras vinerías. Pasquini López 50, San Salvador de Jujuy. T: (3885) 21-6546. IG: @antropobodega

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/revista-lugares/el-boom-de-los-vinos-jujenos-de-ser-los-marginales-a-los-elegidos-por-los-grandes-chefs-de-argentina-nid09092025/

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