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Dominic Hilton, el inglés que conoce a Maradona (casi) tanto como un argentino

Hay un hombre subido a una escalera en un estudio de fotografía de Londres, tratando de bajar una caja. Se llama Dominic, tiene 38 años y una vida despreocupada; va a buenos restaurantes, tiene l...

Dominic Hilton, el inglés que conoce a Maradona (casi) tanto como un argentino

Hay un hombre subido a una escalera en un estudio de fotografía de Londres, tratando de bajar una caja. Se llama Dominic, tiene 38 años y una vida despreocupada; va a buenos restaurantes, tiene l...

Hay un hombre subido a una escalera en un estudio de fotografía de Londres, tratando de bajar una caja. Se llama Dominic, tiene 38 años y una vida despreocupada; va a buenos restaurantes, tiene los amigos que hay que tener y frecuenta las mejores fiestas. Es un poco arrogante, porque siente que nada malo podría pasarle a él, jamás. Pero Dominic cae de la escalera, desde una altura considerable, y a partir de ese momento todo cambia: encara una cirugía de columna casi sin precedentes en la historia de Inglaterra (otros doctores le dan un 80% de probabilidades de no sobrevivir) y por muy poco se salva de quedar parapléjico. Doce años después, ese mismo hombre recibe a LA NACION en una vinería de Palermo: radicado en Buenos Aires con su novia, se ha convertido en el periodista inglés que mejor entendió -y trató de explicar- el fenómeno Maradona.

¿Por qué un inglés se vuelve tan fanático de Maradona que termina escribiendo ensayos sobre el Diego y dedicándole charlas semi filosóficas? ¿Justo un inglés? No hay una respuesta única a las preguntas, solo algunas coordenadas y flechas del destino (como esa escalera maldita) que llevaron a Dominic de su Barnet natal -un municipio al norte de Londres- a la ciudad de la furia.

Nacido en Barnet en 1975 y criado en una ciudad rural del condado de Hertfordshire, Dominic fue futbolero desde la cuna. Era hincha del Arsenal y admiraba a jugadores como Trevos Brooking, Liam Brady, Michel Platini y Paolo Rossi. Pero, con el tiempo, él y sus amigos de la primaria empezaron a venerar a las figuras ascendentes del fútbol latinoamericano.

“Nuestro fútbol era efectista, visualmente aburrido, casi mecánico. No tenía la épica ni la pasión de los jugadores latinos, que para nosotros eran como héroes romantizados. Y después de México 86, Diego pasó a ser parte de mi vida: todos queríamos ‘ser’ él; en los recreos jugábamos a que éramos Maradona y esquivábamos a los defensores”, recuerda.

-Tenías 11 años cuando viste aquel Argentina-Inglaterra en el Mundial de México 86. ¿Qué sentiste cuando Diego hizo el gol con la mano y, minutos después, uno de los mejores goles de la historia?

-No nos importó el gol con la mano. Sentíamos que Diego era un “pibe” como nosotros, no un hombre. Y siento que pasó algo increíble en ese partido, porque hasta entonces nadie en Inglaterra podía entender esa idea de “viveza criolla” que tienen ustedes. Esos 90 minutos fueron una película: metió un gol con la mano y mostró su viveza criolla, pero después hizo el mejor gol de la historia para probar que podía hacer las dos cosas. En Inglaterra hay gente que lo sigue odiando por eso. Pero yo creo que ese match fue el triunfo de algo romántico.

De Bruce Willis a Buenos Aires

Dominic estudió filosofía y después de terminar su máster en Oxford pasó las siguientes dos décadas escribiendo para periódicos y revistas de todo el mundo (LA Times, El País, The Critic, Toronto Star), incluyendo obras de ficción y ensayos autobiográficos.

Ya pasados los treinta y pico, el periodista se tomó un respiro de la profesión y se puso a trabajar como fotógrafo en eventos de famosos. “Un día llegué a una mansión sin saber bien a quién tenía que sacarle fotos y me encontré con Bruce Willis, Kevin Costner y John Malkovich”, se acuerda.

Cuando ocurrió el accidente en el estudio de fotografía -en 2013-, y luego de la riesgosa operación de columna, regresó a la casa de sus padres y comenzó una larga rehabilitación. “Mi vida en Londres se cayó a pedazos. Éramos hípsters pero, de repente, yo ya no era cool”, rememora. Unos años después, su novia de siempre -la conoció dos meses antes de la cirugía y lo bancó durante toda la rehab- le contó que le habían ofrecido un trabajo en Buenos Aires y le pidió a Dominic que la acompañara.

“Me mudé a Buenos Aires sin saber nada de la ciudad, como una hoja en blanco. Sabía lo obvio: Maradona, Messi, bife”, se ríe.

Lo que ocurrió aquí fue amor a primera vista. Dominic enloqueció con la ciudad y comenzó una nueva rutina: caminar todos los días durante horas por los barrios, tomar notas, escribir todo el tiempo, contar Buenos Aires. Y también se hizo fuerte su pasión por Diego Armando Maradona.

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“Este país es una fuente de inspiración constante. Solo tengo que salir del departamento y caminar. Siempre pasa algo. No te aburrís nunca”, afirma.

“Odio de los dos lados”

Hace unas semanas, Dominic dio una charla sobre Maradona en una vinería de Palermo (Cava Savarin). Leyó dos ensayos y contó que antes del evento, que difundió por Instagram, recibió comentarios bastante agresivos de ambos bandos: argentinos e ingleses. “Porque nací en Inglaterra algunos podrían pensar que odio a Maradona. No entienden que Diego fue parte de mi vida desde chico. Recibí odio de los dos lados”, cuenta.

-¿Por qué te obsesionaste con escribir sobre Maradona?

-Por muchos motivos. Cuando era chico no había persona más famosa que él. Bastaba con ver su silueta dibujada en una pared para reconocerlo. Fue un ejemplo de héroe global antes de que existieran las redes sociales. No creo que haya muchos como él; ninguna persona podría generar tantas opiniones buenas y malas al mismo tiempo. Es un héroe trágico, capaz de encarnar el éxito y el fracaso humano. Escribir sobre Diego es sentir que estás escribiendo sobre un Dios. Tenés que elegir muy bien las palabras, siempre me pone un poco nervioso.

-En uno de tus ensayos contás la locura que fue el funeral de Maradona, al que quisiste ir pero saliste expulsado por los gases lacrimógenos en Plaza de Mayo. ¿Qué te acordás de ese día?

-Fue caótico, y cada vez se iba poniendo peor. Era plena pandemia y parecía que, con la excusa del funeral, se había terminado el distanciamiento social. Ya no había “protocolo”. Estábamos en la plaza cuando empezaron los gases. En ningún otro país podría haber pasado algo así. Fue “real”, es la palabra que se me ocurre; como cuando cinco millones de personas fueron al Obelisco después de la final del Mundial. Supongo que estaba un poco celoso.

-¿Celoso?

-Es que, cuando pienso en el funeral de Diego, creo que no hubo nada organizado ni manipulado por los medios o los políticos. Era una tristeza auténtica, con la gente llorando, recordando, riendo también por lo maravilloso de esos recuerdos. Este país tiene una melancolía que está en todo. Aun cuando ganaron el Mundial era alegría y lágrimas al mismo tiempo: todos unidos en el Obelisco, desde la gente de la villa hasta la clase alta. Quizás por eso dije “celoso”: siempre quise vivir en un lugar en donde la gente quiera tanto a su país como acá.

-¿Maradona siempre va a tener más épica que Messi?

-Tal vez diría que la historia de Messi es un poco más “estable”. En cambio el arco de transformación de Maradona fue increíble. Nació en un lugar tan pobre y fue un héroe que realmente salió del barro. Todos podemos cometer errores que arruinan nuestras vidas. Pero igual nos levantamos y seguimos. Todos somos más Maradona que Messi. Argentina es más Maradona que Messi.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/sabado/dominic-hilton-el-ingles-que-conoce-a-maradona-casi-tanto-como-un-argentino-nid23122025/

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