“Doctor, la ansiedad da fiebre, ¿no?” y otras preguntas insólitas que escuchan los médicos en sus consultorios
Manos “azules” que eran solo tinta de diario; palpitaciones nocturnas que no eran tales, sino la alarma del reloj programada para sonar siempre de madrugada, preguntas inesperadas que revelan c...
Manos “azules” que eran solo tinta de diario; palpitaciones nocturnas que no eran tales, sino la alarma del reloj programada para sonar siempre de madrugada, preguntas inesperadas que revelan cuánta ignorancia existe todavía en materia de cuidados de la propia salud. En los consultorios, los médicos se enfrentan a diario con un fenómeno cada vez más visible y que pone a prueba sus habilidades pedagógicas para poder despejar las dudas básicas, temores infundados o interpretaciones insólitas sobre síntomas y tratamientos que les transmiten algunos pacientes.
Profesionales de distintas especialidades dan a conocer cuáles son los episodios más inesperados de su práctica diaria y cuáles son las falsas creencias sobre la medicina y los medicamentos que todavía quedan por aclarar.
“Menos mal doctor, pensé que me estaba muriendo”En el consultorio del Dr. Pablo Young, director del Centro Integral de Enfermedades Poco Frecuentes del Hospital Británico (M.N. 100.224), algunas preguntas o dudas sorprenden por el nivel de desinformación que reflejan, mientras otras componen escenas que parecen salidas de una sitcom.
Una tarde, las enfermeras llamaron de urgencia porque un paciente estaba “cianótico”. Tenía las manos totalmente azules. Young corrió hacia la habitación, preocupado por una emergencia real. Lo que encontró fue a un señor leyendo el diario sin advertir que sus dedos se teñían con la tinta del papel.
También recuerda un caso que duró semanas: un paciente consultaba por palpitaciones nocturnas. Aseguraba que aparecían “todas las noches a la misma hora”. Los estudios daban normales. Durante la charla, apoyó la muñeca en la mesa y Young escuchó un bip-bip. La causa era un reloj con alarma vibratoria automática. “Me dijo: ‘Menos mal doctor, pensé que me estaba muriendo’. Le apagamos la alarma y el problema desapareció.”
En el Hospital Alemán, la Dra. Cristina Freuler, jefa del Departamento de Medicina Interna (MN 58098), recuerda cuando atendió cierta consulta telefónica que la dejó sin palabras. “Un hombre llamó preguntando si teníamos un aparato de radiografía lo suficientemente sensible como para detectar la aureola de la gente”, rememora. Con el correr de la conversación advirtió que el hombre hablaba del “aura”, concepto acuñado por teorías místicas que refiere a cierto halo o energía invisible que rodea al cuerpo, que no tiene respaldo científico.
Otra escena la encontró en la guardia, con un paciente hipertenso que acudía seguido a controlarse.“Una de las veces que vino, no lo vimos bien y le hicimos un electrocardiograma; estaba con un infarto”, relató Freuler. Cuando le indicaron que debía quedarse internado, el hombre dudó mientras sujetaba un bolso.“Le preguntamos qué había en el bolso y resultó que traía a su perrito. Terminamos quedándonos una hora cuidando al perrito en la guardia, hasta que vino un amigo a retirarlo”, dijo.
Al final era hipo y el mito de infección y fiebreMás allá de los mitos, están los efectos de googlear sin orientación. Young recuerda a un hombre que llegó pálido y convencido de que tenía cáncer de páncreas. “Trajo los resultados impresos de una búsqueda que había hecho en Internet. Su único síntoma real era hipo persistente de dos días y no tenía más que eso. Terminamos hablando más de Google que del hipo”, admite.
El doctor Young observa que la desinformación sobre las vacunas genera dudas recurrentes, como la creencia de que “la vacuna de la gripe te da gripe”, a pesar de que la evidencia científica lo desmiente desde hace años.
Otro mito arraigado, sobre todo en adultos mayores, dice el especialista del Británico, es que “si no tengo fiebre, no tengo infección”, cuando un porcentaje de las infecciones severas no cursa con fiebre.
También llegan personas que confunden causas y desencadenantes, por ejemplo con la idea de que “la ansiedad causa fiebre o infecciones” y es común escuchar que los pacientes formulan conclusiones erróneas de los resultados de sus estudios médicos: “Si el colesterol está normal, puedo fumar tranquilo”, o “tengo un electrocardiograma normal, así que no puedo tener problemas cardíacos”, e incluso “si los análisis están bien, seguro no es cáncer”.
Las confusiones al momento de comprender las intervenciones médicas llegan a puntos que parecen salidos de un dibujo animado. Eso de los ojos saltarines que tantas veces nos despertaban risas de chicos. Literalmente, hay gente que piensa que esto ocurre en los quirófanos y se lo preguntan a menudo al doctor Esteban Travelletti (MN 104.355), médico oftalmólogo integrante de la división Oftalmología del Hospital de Clínicas de la UBA: la idea de que, durante determinadas cirugías, los especialistas “sacan” los ojos de la órbita y luego los vuelven a colocar. “Es una fantasía mucho más común de lo que parece”, cuenta. “Muchas personas sienten miedo incluso de mencionarlo”. Cuando aclara que esto no ocurre, observa cómo “literalmente les cambia el semblante”.
En su práctica el doctor Travelletti también lidia con un malentendido habitual: la idea de que, si alguien ve bien de lejos o no tiene dificultades para leer, no necesita controles oftalmológicos. En los niños, advierte que ese supuesto es especialmente problemático. “No es raro que un ojo vea perfectamente y el otro no”, explica. Como el ojo sano compensa, el chico no nota el problema. Incluso en controles informales, observa escenas repetidas: “Los niños se tapan el ojo sano con la mano, pero espían entre los dedos, y todos creen que ven bien de ambos ojos”. Cuando esos casos no se detectan a tiempo, puede aparecer la ambliopía, una condición por la que el ojo con menor visión queda débil de por vida.
¿Y esto como se toma?Aunque las indicaciones médicas suelen ser precisas, los errores en la forma de tomar los medicamentos son más frecuentes de lo que uno imagina.
El oftalmólogo del Clínicas nunca podrá olvidarse de aquella vez que estando de guardia una paciente llegó con una fuerte molestia en los ojos: otro profesional le había indicado tomar comprimidos —medio cada ocho horas— y colocarse gotas porque tenía la presión ocular elevada. La mujer entendió que debía aplicarse la medicación sólida en los ojos. “Se había puesto media pastilla en cada ojo y aguantó la irritación más de una hora”, relata. Afortunadamente, la situación terminó sin consecuencias graves.
El error en la toma de los medicamentos también lo enfrentó en varias consultas la doctora Vilma Rosciszewski, médica ginecóloga. “Ha pasado que pacientes a las que indicamos óvulos vaginales, llegaron a la casa y se olvidaron de la explicación: en lugar de colocarlos en la vagina los tomaron por boca, como si fuera un comprimido”, comenta.
La doctora Graciela Manzur, Jefa de la Cátedra y División de Dermatología del Hospital de Clínicas de la UBA (MN 63141), también asistió a una mujer que no había entendido cómo tomar los medicamentos. La paciente consultó por un cuadro dermatológico y recibió una indicación completa de cuidados diarios, medicaciones tópicas y un fármaco por vía oral. En el primer control expresó alivio por la mejoría clínica, aunque confesó que los comprimidos le resultaban un poco amargos. Aun así, estaba satisfecha y dispuesta a continuar asistiendo a los controles médicos. Pero en la segunda consulta la situación cambió: dijo que no quería seguir tomando el remedio porque el sabor se había vuelto “intolerable”. Entonces la dermatóloga le pidió que explicara cómo tomaba la medicación y la respuesta reveló el origen del mal sabor: la paciente abría las cápsulas, volcaba el contenido en una taza con agua y bebía ese preparado. “Las cápsulas son comestibles; están hechas de gelatina y permiten que el paciente reciba la dosis exacta y no perciba el sabor amargo”, explica la doctora Manzur, todavía sorprendida por el ingenio —y el sufrimiento evitable— de su paciente.
Tabúes, mitos y pudores que persistenEn su cuenta de Instagram donde comunica sobre salud femenina la doctora Rosciszewski recibe numerosas consultas por mensaje directo, mayormente de adolescentes. Las preguntas más frecuentes giran en torno a la sexualidad y a dudas sobre métodos anticonceptivos. “Un tema recurrente es si las pastillas anticonceptivas se deben tomar solo el día del encuentro sexual o durante todo el mes”, explica la especialista.
La doctora puntualiza que otra pregunta habitual es si el líquido preseminal puede causar un embarazo -la respuesta es sí, es infrecuente pero no imposible-. “Los adolescentes suelen referirse al juego previo, o ‘froti, froti’ como lo llaman ahora, que muchas veces es su primer encuentro sexual.”, agrega la médica.
Y así como falta, también sobraA veces, los pacientes llegan a la consulta con ideas muy claras sobre lo que necesitan, pero basadas en información incompleta o equivocada. Esa confianza en lo que creen saber puede generar malentendidos inesperados y situaciones difíciles de manejar para el médico.
La doctora Laura Maffei (MN 62441), especialista en endocrinología clínica y directora de Maffei Centro Médico e Investigación Clínica Aplicada, recibió a una paciente que le pidió que ordenara una dosaje de “todas, todas sus hormonas”. Maffei intentó explicarle que eso no era viable y que primero necesitaban indagar sus síntomas para orientar el estudio. La mujer se levantó, le dijo: “Me mintieron, usted no sabe nada”, y se fue dando un portazo.
Para compensar el mal trago, también están los pacientes agradecidos, como aquella que le contaba entusiasmada que “ese tratamiento” le había mejorado la caída del cabello… cuando en realidad el estudio que se estaba realizando era por obesidad.
En la práctica de la doctora Ingrid Baumlis, especialista en Diagnóstico por Imágenes del Elas y el Hospital Español de Rosario (MP 18536), la desinformación sobre estudios mamarios y ginecológicos sorprende tanto como genera momentos insólitos.
“Un alto porcentaje de pacientes no sabe la diferencia entre una mamografía y una ecografía mamaria”, explica la doctora. “Es la duda más frecuente que recibo en consulta”.
Un día, atendió a una paciente “sumamente pudorosa”, que no lograba descubrirse el pecho para realizar la ecografía. “Literalmente tuvimos que tomarnos nuestro tiempo para que pudiera relajarse y hacerse el examen”, recuerda Baumlis.
Muchas veces llegan mujeres que ignoran estar embarazadas al momento de realizar una ecografía ginecológica. Las reacciones que presenció la doctora al dar la noticia fueron intensas, desde una felicidad extrema hasta angustia total.
La anécdota más insólita hasta ahora, según la doctora, ocurrió con una mujer de 70 años: al comenzar una ecografía transvaginal, empezó a reírse y dijo “ahora viene la parte donde me van a “revolver las tripas”. “Fue el comentario más desubicado que escuché en toda mi carrera”- admite asumiendo que, por lo incómodo del estudio, tal vez la mujer estaba nerviosa y buscó descomprimir la situación con humor negro.
Cuánto le cuesta al sistema de salud la desinformaciónEste exceso de consultas innecesarias no solo aporta anécdotas graciosas para compartir en la sobremesa de un asado, sino que es un fenómeno que evidencia el desorden estructural que afecta al sistema sanitario argentino. Según un estudio realizado en guardias médicas de 28 centros privados en Argentina, el 84,5% de las consultas son por problemas de bajo riesgo que podrían resolverse de otras formas, y solo el 2,6% son verdaderas emergencias. Esta situación causa el colapso de las guardias médicas y aumenta los tiempos de espera para todos los pacientes, incluso para aquellos que sí presentan necesidad urgente de atención.
El estudio, hecho por la Comisión de Directores Médicos de la Asociación de Clínicas, Sanatorios y Hospitales Privados de la República Argentina y la Cámara de Entidades de Diagnóstico y Tratamiento Ambulatorio (Adecra+Cedim), refleja que la situación perpetúa un uso ineficiente de los recursos sanitarios, que impacta en la calidad y costo del sistema de salud.
Además, observa que estas consultas innecesarias contribuyen al agotamiento del personal sanitario y dificultan la atención efectiva a quienes realmente requieren atención urgente. Por ejemplo, solo en los 28 centros privados relevados en la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, se registraron más de un millón de casos en solo tres meses (marzo a mayo de 2024), con tiempos de espera promedio que superan las dos horas, y picos en horarios de tarde.
Este fenómeno, comparado con sistemas de otros países, muestra que en Argentina la proporción de consultas de bajo riesgo es mucho mayor, es decir que el problema es sistémico y necesita soluciones estructurales como educación sanitaria, telemedicina y alternativas de atención primaria. La sobreutilización del sistema no solo afecta su eficiencia, sino que también aumenta los costos y limita la disponibilidad de recursos para pacientes con verdaderas urgencias.
Qué sugieren los médicos consultados para solucionar malentendidos frecuentes Explicar claramente a los pacientes los estudios que se le solicitan, para qué se hacen, y tranquilizarlos sobre los temores por los riesgos. (Dra. Ingrid Baumlis).Es fundamental que los pacientes comprendan la importancia de completar los esquemas de tratamiento indicados por el médico ya que la creencia de que “sentirse mejor” significa estar curado lleva a interrumpir tratamientos esenciales, lo que incrementa recaídas y resistencias. (Dr. Pablo Young).No se deben tomar antibióticos para tratar afecciones virales, los pacientes no deberían tomar nunca los antibióticos por su propia cuenta, ni porque sí, ya que esto crea resistencia antimicrobiana y resta su efectividad para tratar las infecciones reales. (Dra. Cristina Freuler). Hacer controles frecuentes y llevar al médico los resultados de los estudios diagnósticos: es clave combinar diagnóstico con entrevista y examen clínico (Dr. Pablo Young).Combatir mitos sobre vacunas, como que “la vacuna de la gripe da gripe” o que “debilitan el sistema inmune”, explicando con paciencia y evidencia para no generar rechazo (Dr. Pablo Young). Es importante que se cumpla con el calendario de vacunación: las vacunas son útiles y no son peligrosas (Dra. Cristina Freuler). Despejar temores infundados sobre ciertos medicamentos como corticoides, broncodilatadores, antidepresivos e ibuprofeno, para mejorar la adherencia a tratamientos necesarios (Dr. Pablo Young).Enseñar a diferenciar síntomas normales de patologías para evitar sobremedicalizar molestias banales y, por otro lado, no minimizar síntomas graves como dolor torácico o dificultad respiratoria (Dr. Pablo Young).Informar sobre los riesgos de confiar excesivamente en diagnósticos online sin supervisión profesional para prevenir miedo injustificado y consultas urgentes innecesarias (Dr. Pablo Young).Realizar controles oftalmológicos periódicos aun sin síntomas visuales evidentes, para detectar enfermedades silenciosas como ambliopía en niños o glaucoma en adultos (Dr. Esteban Travelletti).Aclarar las dudas frecuentes sobre sexualidad y anticonceptivos, incluyendo malentendidos como tomar óvulos vaginales por boca o creer que las pastillas anticonceptivas se deben usar solo el día del encuentro sexual (Dra. Vilma Rosciszewski).Es necesario concientizar al paciente que, como cualquier otro órgano del cuerpo (recordemos que es el más grande que tenemos), la piel de la cara requiere un cuidado y una higiene diarios a fin de remover la polución que se deposita y los detritus que se generan. Esto es básico para una buena salud de la piel y las cremas humectantes y el protector solar son útiles para preservarla (Prof. Graciela Manzur).Destacar la urgencia de educación sexual clara y accesible para adolescentes para evitar accidentes y conductas de riesgo (Dra. Vilma Rosciszewski).No solo los remedios curan; también hay que llevar una rutina preventiva. Hoy contamos con un desarrollo muy interesante de fármacos que han prolongado la vida y mejorado su calidad, pero muchas personas creen que la intervención terapéutica empieza y termina con un medicamento. Y no es así: caminar, hacer ejercicio, gestionar el estrés, socializar y aprender a procesar las emociones tienen un valor inestimable en la salud. (Dra. Laura Maffei).