Deportivo (no) ganar siempre: Boca llegó a ocho partidos sin triunfos y Russo sabe que todo debe mejorar pronto
El debut de Boca en el torneo Clausura se pareció mucho más a las penurias que venía mostrando en el Apertura, que a lo expuesto ante Benfica y Bayern Munich en el Mundial de Clubes, donde las a...
El debut de Boca en el torneo Clausura se pareció mucho más a las penurias que venía mostrando en el Apertura, que a lo expuesto ante Benfica y Bayern Munich en el Mundial de Clubes, donde las actuaciones habían entusiasmado (a pesar de esos resultados) de cara a este segundo semestre. El equipo de Russo fue ampliamente dominado por Argentinos, que no encontró la manera de plasmar esa clara superioridad en la red.
La última vez que Boca sonrió fue el 19 de abril, hace casi tres meses. Aquella noche, en La Bombonera, el equipo entonces dirigido por Fernando Gago le ganó 2 a 0 a Estudiantes con goles de Carlos Palacios y Miguel Merentiel, en uno de los mejores rendimientos colectivos del semestre. Parecía el punto de partida de una remontada futbolística y anímica; terminó siendo todo lo contrario.
Después de ese triunfo, Boca encadenó ocho partidos sin victorias. Se fue Gago, pasó el interinato de Mariano Herrón, siguió el Mundial de Clubes y se acumularon ocho partidos. En el medio llegó Miguel Ángel Russo. Y sigue sin ganar. Si bien se nota una muy leve mejoría en jugadores como Velasco, sigue preocupando la falta de rebeldía generalizada para imponerse en partidos como el que se vio en la Paternal. La falta de actitud sorprende.
“Hay cosas que mejorar, otras que fueron buenas. Depende pura y exclusivamente de nosotros buscar el mejor funcionamiento, la aceleración y un montón de cosas más. Vi mucho temperamento del equipo, eso es bueno. Pero hay muchísimas cosas por mejorar”, evaluó Russo.
La racha negativa incluye derrotas dolorosas, empates frustrantes y una clasificación por penales que, aunque sirvió para avanzar a los cuartos de final de los playoffs del Apertura, no alcanza para romper una estadística que empieza a pesar como una mochila insoportable. De hecho, desde que asumió Russo el equipo todavía no pudo ganar (tres empates y una derrota).
El punto de quiebre fue el Superclásico. El 27 de abril, Boca visitó a River en el estadio Monumental y perdió 2 a 1, en un partido que dejó secuelas. Más allá del resultado, el equipo mostró una imagen pobre y desconcertante. Fue el último partido de Gago como entrenador. La derrota lo dejó sin crédito.
Días después, ya con Mariano Herrón como interino, el equipo recibió a Tigre en la Bombonera y apenas empató 1 a 1. Fue una actuación tibia, sin vuelo. El gol de Zenón maquilló una noche que volvió a dejar gusto a poco.
El 11 de mayo, por los octavos de final del Apertura, Boca igualó sin goles ante Lanús en un partido opaco, que se definió por penales. La clasificación (4 a 2) sirvió para soslayar la falta de funcionamiento. Pero el dato concreto es que el equipo otra vez no pudo ganar en los 90 minutos. Y hubo clima muy caliente: los hinchas insultaron a la dirigencia y a los jugadores.
🗣️ INSULTOS A LOS JUGADORES Y DIRIGENTES, cruces entre platea y popular y más: Así se expresó La Bombonera en el encuentro entre #Boca y #Lanús por los octavos de final del #TorneoApertura.
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La derrota por 1 a 0 ante Independiente, el 20 de mayo en la Bombonera, marcó el momento más bajo del ciclo interino de Herrón. Sin ideas ni rebeldía, Boca fue superado en todos los sectores y quedó eliminado ante un rival que también llegaba golpeado.
El regreso de Russo como entrenador generó cierta expectativa. “Lo viejo funciona”, dijeron desde el club, jugando con la frase que popularizó Ricardo Darín en la serie El Eternauta. Pero el impacto fue casi nulo y efímero. En el Mundial de Clubes todo fue de mayor a menor: Boca debutó con un empate 2 a 2 ante Benfica, en un encuentro en el que estuvo 2-0 y no supo sostener la ventaja. Luego perdió 2 a 1 ante Bayern Munich -podría haber sido goleado- y, finalmente, igualó 1 a 1 ante Auckland City, un resultado que escandalizó por el contexto: un equipo profesional argentino no pudo vencer al campeón amateur de Oceanía.
La racha sin festejos se estiró este domingo, en La Paternal, donde Boca empató 0 a 0 ante Argentinos Juniors. El repaso de los números duele. Desde el 2 a 0 a Estudiantes, Boca perdió tres partidos: ante River, Independiente y Bayern Munich. Y empató cinco: frente a Tigre, Lanús, Benfica, Auckland City y Argentinos. Solo convirtió seis goles y recibió nueve. Aquella frase que popularizó Juan Carlos Lorenzo, esa que asevera que Boca es “Deportivo Ganar Siempre”, hoy está muy lejos de ser una posibilidad.
Lo más preocupante no es la racha en sí misma, sino la sensación de estancamiento. El equipo no encuentra una identidad, no logra sostener una idea y, salvo chispazos individuales, no muestra herramientas para cambiar la historia. El gol escasea. La generación de juego es intermitente. Y la defensa sufre más de la cuenta. “Es un proceso nuevo, que arranca con pocas semanas de entrenamiento y competencia en el Mundial de Clubes. Aprovechamos la semana anterior, jugamos hoy, ahora jugamos el viernes (contra Unión). Sé lo que es Boca, precisamos muchas más cosas”, aceptó el DT.
La situación de algunos referentes también es un tema. Cavani sigue sin despegar y otra vez se quedó al margen del partido por un golpe. Velasco, que exhibe una leve suba de rendimiento, todavía está muy lejos de lo que llevó al club a pagar por él 10 millones de dólares. Y Merentiel, el más regular, se desgasta en la intrascendencia y malogró la única chance clara del equipo.
En paralelo, los juveniles pierden frescura en un contexto que no los protege. Por ejemplo al mejor del semestre pasado, Milton Delgado, apenas lo hicieron jugar apenas cinco minutos.
Boca necesita un triunfo urgente. No solo para cortar la racha, sino también para recuperar la confianza, ordenar las ideas y volver a ilusionar. El calendario no da respiro: el viernes recibirá a Unión en una Bombonera que volverá a exigir victorias.
El equipo parece atado a lo que pueda aportarle Leandro Paredes (vio el 0 a 0 desde el palco del estadio de Argentinos), a una corrida salvadora de Merentiel, a alguna genialidad aislada, a la solidez de Marchesin y a la solvencia que exhiben Pellegrino en la última línea o Battaglia en el mediocampo. Pero eso no alcanza. El margen se achica y la paciencia, también.