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Dejó la ganadería para crear un oasis en el monte que es refugio de cientos de especies

A los 30, Manuel Ron quería producir. Lo dice sin vueltas, con ese aire directo de quienes crecieron entre surcos y alambrados. “Era súper productivista. No veía todo esto”. Con “esto” s...

Dejó la ganadería para crear un oasis en el monte que es refugio de cientos de especies

A los 30, Manuel Ron quería producir. Lo dice sin vueltas, con ese aire directo de quienes crecieron entre surcos y alambrados. “Era súper productivista. No veía todo esto”. Con “esto” s...

A los 30, Manuel Ron quería producir. Lo dice sin vueltas, con ese aire directo de quienes crecieron entre surcos y alambrados. “Era súper productivista. No veía todo esto”. Con “esto” se refiere a la reserva que hoy protege, junto a otros socios de Bio4, en pleno monte chaqueño-formoseño, a casi 400 kilómetros de la capital provincial. Un pedazo de país que todavía se muestra virgen, prístino, casi intacto, como si el tiempo se hubiera frenado a orillas del río Bermejo.

Ese cambio de visión –que él llama su “clic”– no llegó de la noche a la mañana. Fue un proceso. Como tantas cosas en la vida, empezó por una historia familiar. En los años 70, el padre de Claudio Otero recorría esa zona buscando postes de quebracho para alambrar sus campos cordobeses. De a poco, los Otero empezaron a hacer ganadería en Formosa. Y con el tiempo, ese vínculo con la tierra se hizo cada vez más profundo.

En el año 2000, Claudio se convirtió en pionero de un modelo de cría y recría bovina adaptado al monte. No era fácil: se trataba de zonas de difícil acceso, con clima extremo y una biodiversidad exuberante. Pero algo en ese paisaje atrapó a Marcelo Otero –hermano de Claudio–, quien, años más tarde, decidió convocar a los socios de Bio4 para pensar juntos un proyecto distinto. Uno que conjugara conservación, energía y futuro.

Así nació la Reserva Natural Privada Agua del Bermejo, un espacio de 2.000 hectáreas ubicado cerca de Laguna Yema, en la planicie aluvial del río. Un lugar que alguna vez fue pensado para producir, pero que terminó convirtiéndose en refugio para cientos de especies y laboratorio natural para un nuevo paradigma.

“La humanidad necesita de estos ecosistemas. Un esquema de monocultivo no es sustentable”, dice hoy Ron, que además de ingeniero agrónomo es uno de los fundadores de Bio4, una empresa nacida en Río Cuarto hace más de dos décadas y que hizo punta en el desarrollo de bioetanol, biogás y soluciones de carbono neutralidad.

El giro hacia la conservación fue tan inesperado como coherente: “Estamos instalando cámaras con la Fundación ProYungas, haciendo un relevamiento, estudiando el ecosistema. La idea es que esta reserva crezca, y llegue a cinco mil hectáreas. Buscamos socios que compartan esta visión”.

La zona no es sencilla. Se trata de monte chaqueño: denso, impenetrable, poco alterado por la mano humana. Un ecosistema que todavía guarda secretos. “Cuando conocí Formosa, me encontré con algo muy potente, inspirador. Hay presión sobre la tierra, sí, pero también mucho por preservar. Lugares que habría que cuidar, para que las generaciones que vienen sepan cómo era todo esto antes de la intervención masiva”, cuenta Ron.

Por eso, además de proteger, buscan activamente corredores biológicos, en conjunto con el Parque Nacional El Impenetrable. Porque conservar no es solo dejar quieto un pedazo de tierra: es integrarlo, conectarlo, hacer posible la vida silvestre en movimiento. Y si hay actividades, que sean compatibles con ese equilibrio: apicultura, turismo ecológico, educación ambiental o control de especies invasoras.

“El propósito radica en poner los pies en la Naturaleza y conocerla, sentirla, para conservarla mejor, sabiendo que somos parte de ella”, repite como un mantra el equipo de Bio4. Y en ese gesto –simple, pero revolucionario para el mundo del agronegocio– se condensan varias ideas de futuro.

Hoy, en tiempos en los que se discute el valor real de los ecosistemas, los bonos de carbono y la captura de CO₂ en suelos, Manuel Ron y sus socios parecen haberse adelantado unos cuantos casilleros. Mientras otros debaten si es rentable preservar, ellos ya están ahí, entre senderos y árboles nativos, apostando por una idea que nació en el campo, pero que mira de frente al planeta.

Nuestra huella

En LUGARES compensamos los gases efecto invernadero generados por nuestros viajes en alianza con carbonneutralplus.com

Los últimos 3 meses representaron:

2.945,1 km en aviones 7.300 km en transporte terrestre 95 habitaciones en 7 viajes distintos

Todo esto equivale a 8,78 toneladas de CO2e.

Para neutralizar estas emisiones, se redimieron 9 Bonos de carbono bajo Verified Carbon Standard (VCS)

Además, a través de la Asociación Amigos de la Patagonia, se plantarán 50 árboles nativos en el Parque Nacional Lanín.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/revista-lugares/dejo-la-ganaderia-para-crear-un-oasis-en-el-monte-que-es-refugio-de-cientos-de-especies-nid14072025/

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