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Cristina Banegas: el placer de interpretar a una asesina, conocer al hijo de Yiya Murano y con quién no compartiría una mesa

Cristina Banegas irrumpe en la pantalla y en un instante se transforma. Inhala soberbia con un cigarrillo, se acomoda el pelo con altanería y sostiene la mirada con audacia y psicopatía. De pront...

Cristina Banegas: el placer de interpretar a una asesina, conocer al hijo de Yiya Murano y con quién no compartiría una mesa

Cristina Banegas irrumpe en la pantalla y en un instante se transforma. Inhala soberbia con un cigarrillo, se acomoda el pelo con altanería y sostiene la mirada con audacia y psicopatía. De pront...

Cristina Banegas irrumpe en la pantalla y en un instante se transforma. Inhala soberbia con un cigarrillo, se acomoda el pelo con altanería y sostiene la mirada con audacia y psicopatía. De pronto, el cuerpo de la actriz se tiñe de perversión. Bastan unos pocos gestos y toda una vida de oficio para que Banegas habite con entrega y calidad a Yiya Murano en su etapa adulta en Yiya, la nueva serie de Flow sobre su vida, que se estrena el 13 de noviembre.

En una entrevista con LA NACION, la experimentada actriz y directora de teatro reflexionó sobre las polémicas en torno a ficcionalizar a una asesina, su pasión por el teatro, sus límites morales y reveló con quién no se sentaría a cenar.

—¿Cómo te preparaste para interpretar a Yiya Murano?

—Fundamentalmente, miré fotos de Yiya Murano, sobre todo de la Yiya mayor. De ella con esa especie de hebillita amarilla metálica que le tapa un poco la frente. En realidad ella usaba eso por una razón: la encontraron una vez tirada en el piso de la celda cuando estaba presa, desmayada, y resulta que había tenido un tumor cerebral, la operaron y sobrevivió; claro, yerba mala nunca muere, pero le quedó un hueco en cenofrontales, entonces se hacía ese peinado así, con esa hebillita, que le tapaba eso. La estudié mucho y dije: “Voy a fumar en todas las escenas. Voy a fumar todo el tiempo”. Así que me hicieron unos cigarrillos look industrial total, pero que eran de salvia, de laurel, no sé, de un yuyo. Así podía fumar eso.

—De todos modos, sos fumadora.

—Yo fumo, sí, pero fumo tabaco orgánico. Papelillos orgánicos, pequeños, filtros biodegradables. Trato de hacerlo de la manera más sana posible dentro de lo que insano que es fumar, claro. Pero como quería fumar en todas las escenas, la producción me armó esos.

—¿Cómo fue construir este personaje que fue una persona real muy expuesta al ojo público?

—Bueno, ya había tenido experiencias análogas porque hice unos cuantos capítulos de Mujeres asesinas, que también estaba basado en casos reales. El de Yiya Murano en ese entonces lo hizo Nacha Guevara. Pero bueno, hice otras.

—Fuiste premiada por aquellas interpretaciones...

—Gané dos Martín Fierro seguidos por Mujeres asesinas. En el caso de Yiya, leí el libro de su hijo y también observé la imagen de Julieta , que es una persona y una actriz fantástica. A eso le sumé mi oficio, ya tengo unas cuántas décadas de oficio -se ríe-. Me divertí mucho haciéndolo. Me gusta ser asesina, ser las malas.

—Suelen decir que son los personajes más interesantes para interpretar...

—Sí, siempre tienen una complejidad psicológica interesante de construir. He hecho muchas, hice también asesinas en teatro, a Medea...

—¿Por qué son tan atractivos los villanos para el espectador?

—Creo que representan aquello que en general está reprimido o no existe, porque por suerte no todos somos perversos ni todos somos psicópatas. Entonces... Ver eso en el otro siempre es atractivo.

—¿Qué es lo que resulta más “atractivo” de Yiya?

—Es un tipo de psicópata que me parece extraordinaria. Digo “extra-ordinaria” porque era literalmente fuera de lo común. Porque ella juró hasta su muerte que era inocente. Tenía una lealtad a sí misma, a su propia novela, a su “inocencia”, que me parece de una coherencia llamativa...

—¿Pensás que ella creía realmente que era inocente?

—No. Creo que era una persona altamente peligrosa, de una inteligencia inmensa y una habilidad extraordinaria, ¿no?...

—Sabía manipular a sus víctimas...

—Claro, bueno, eso es bien de psicópata. Eso de saber encontrar los argumentos para que el otro entre a la propia estrategia... Pero matar a una prima, una cuñada, a su mejor amiga no sería exactamente un “acto inocente”. Creo que tenía una habilidad extraordinaria para encontrar cómplices, para encontrar amantes y sé que tuvo muchos amantes militares y que seguramente hubo más cómplices en sus asesinatos, que nunca terminaron de aparecer.

—¿Hablaste con el hijo, o con alguien conocido de ella?

—No, pero con el hijo me tocó trabajar en un programa sobre el caso Barreda, en el que yo interpretaba a su esposa. Me estaban poniendo los explosivos para la escena final, cuando ella es asesinada, y me dicen: “Bueno, no te olvides de abrir las manos cuando explote”. Ahí me doy cuenta de que los que me estaban hablando pertenecían a la misma empresa que había manejado los efectos especiales cuando fue el accidente de César Pierry . Apenas me di cuenta de que era la misma empresa de efectos especiales, hablé con la producción. “Estos son los del accidente de César Pierry”. El asistente me dijo: “Sí. También es el hijo de Yiya Murano”. Así lo conocí.

—Un festín para el psicoanálisis.

—Me pareció impresionante.

—¿Y grabaste la escena al final?

—Sí. Primero dije: “Me voy a mi casa, no la hago”... Pero, ¿qué iba a hacer? ¡Era la última escena! Así que abrí bien las manos y salió todo bien.

—Se hizo mucho show y mucho humor con la figura de Yiya...

—Hay un cierto humor alrededor de eso tan terrible, sí. Creo que los siniestros tienen algo también profundamente atractivo y movilizador de las fantasías más ocultas de cada uno de nosotros. Estos personajes capturan al espectador. Hay una necesidad de ver lo que uno no haría, o no podría hacer, que tienen que ver con con la traición, con lo homicida, con la seducción, con las estrategias, con la inteligencia. Va por ahí la cosa. Me parece que es muy atractivo, muy morboso y eso siempre tiene buen rating.

—Yiya Murano fue invitada al programa de Mirtha Legrand...¿Qué opinas de eso? ¿Te hubiese gustado charlar con ella?

—No. No me interesa conversar con asesinos. Francamente, de ninguna clase.

—Aun cuando pudiera haber sido ser interesante conocerla para tu interpretación...

—No, la verdad que no. Hay una cosa moral y ética que está primero. Una cosa es construir ficción sobre un caso real y otra cosa es tener una relación real con un asesino. Una vez me pasó que me invitaron a los almuerzos de Mirtha y mi compañero de ese momento, el día anterior, me dijo: “¿Averiguaste quiénes son los otros invitados?” “No”. Y me dice: “Mirá si es Patti o Rico”. Ahí llamé a la producción y consulté los invitados. No había ningún nombre inquietante. Voy al día siguiente, y cuando llego al living veo un señor de espaldas. Cuando se da vuelta, me doy cuenta de que es Patti. Le digo: “Usted es Patti”. Y me responde: “Sí, soy Patti, mucho gusto”. Me di vuelta y me fui del programa, que ya había empezado. “No me siento a la mesa con torturadores”, les dije. Llegué a mi casa y me empezaron a llamar de todas las radios, porque esto fue hace años, en los 90. Hay cuestiones que no van.

—¿Con quién no te sentarías hoy?

—Con unos cuantos.

—¿Con Javier Milei te sentarías?

—No, no, por supuesto.

—Hace muchos años que llevas adelante tu teatro, El excéntrico de la 18...

—El año que viene cumple 40 años. Vamos a hacer un libro digital con la historia de El Excéntrico... porque es una historia bien interesante.

-¿Tu nieta Sofía trabaja con vos ahí?

—No, a mi nieta le encanta el teatro pero tiene su propio emprendimiento. Es una genia. Su madre, mi hija Valentina era docente y directora del teatro.

—También tu mamá compartía ese espacio con vos...

—Sí, con mi madre hacíamos un show juntas, cantando tangos. Ella nos daba aire familiar. Y nos fue de gran ayuda, justamente para la compra y para toda la construcción de El Excéntrico. Me ayudó mucho. En 2018 hicimos un viaje a Europa del Este las tres, con mi mamá y mi hija. ¡Nos divertimos tanto! . Fue un viaje precioso y fue el último viaje que hicimos juntas.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/personajes/cristina-banegas-el-placer-de-interpretar-a-una-asesina-conocer-al-hijo-de-yiya-murano-y-con-quien-nid13112025/

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