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Cómo logran los paisajistas que un jardín parezca natural

Cultivar un jardín no termina en elegir plantas lindas ni combinar colores con estilo. Lo que distingue un espacio amateur de uno que parece diseñado por un paisajista es la mirada invisible que ...

Cómo logran los paisajistas que un jardín parezca natural

Cultivar un jardín no termina en elegir plantas lindas ni combinar colores con estilo. Lo que distingue un espacio amateur de uno que parece diseñado por un paisajista es la mirada invisible que ...

Cultivar un jardín no termina en elegir plantas lindas ni combinar colores con estilo. Lo que distingue un espacio amateur de uno que parece diseñado por un paisajista es la mirada invisible que ordena el conjunto, la armonía entre lo espontáneo y lo pensado.

Un jardín bien resuelto no se nota: fluye, se respira. Y, paradójicamente, detrás de esa naturalidad hay método, sensibilidad y un entendimiento profundo del lugar.

La mirada profesional no busca imponer un estilo, sino escuchar el lugar, interpretar su luz, su suelo, su escala, su sombra y sus límites. El paisajista trabaja con la realidad tal como es, no con la que desearía y de esa observación nace la estructura del jardín: las zonas de sombra y de sol, los recorridos, los vacíos, los puntos de pausa.

Un jardín en armonía no está lleno de cosas, sino de intenciones bien ubicadas

Como explica la paisajista Agustina Anguita, “la clave está en entender lo que el lugar pide y no forzarlo: cuando uno deja de imponer y empieza a acompañar, el jardín encuentra su equilibrio”. Esa forma de leer el paisaje —sin rigidez, pero con conocimiento— es lo que vuelve natural lo diseñado

Continuidad visual

Las combinaciones más logradas no son las que más contrastan, sino las que se sostienen entre sí: texturas que dialogan, alturas que se acompañan, floraciones que no compiten.

La paleta verde —esa que el ojo no siempre distingue— es el verdadero cemento del paisaje. En ella está la continuidad visual que permite que el jardín se lea como un todo.

Anguita también recuerda algo esencial: “Los jardines más bellos no son los más cuidados, sino los que tienen algo de libertad. Cuando el jardín se suelta un poco, gana vida y movimiento.”

Esa idea de equilibrio dinámico es central en el trabajo paisajístico: una composición que cambia sin perder coherencia, donde el tiempo es parte del diseño.

La tan buscada armonía

Otro punto que diferencia un jardín profesional es el uso del vacío. No todo debe estar plantado. Dejar respirar al espacio —con piedra, con pasto, con aire— es lo que da profundidad.

La armonía no se alcanza por acumulación, sino por la combinación de espacios ocupados y silencio: ese punto donde cada planta tiene su sentido y su lugar.

Y hay un punto menos técnico y más perceptivo: la atmósfera. Un jardín puede estar perfectamente diseñado y, sin embargo, no emocionar.

Cuando un jardín parece natural, lo que en realidad estamos viendo es un equilibrio logrado entre la mano del hombre y la lógica del entorno. Es en esa delgada frontera —entre lo pensado y lo que se deja ser— donde se ubica la firma de un paisajista.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/revista-jardin/como-logran-los-paisajistas-que-un-jardin-parezca-natural-nid06122025/

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