Cómo la victoria de Zohran Mamdani en Nueva York lo convirtió en un ícono global que despierta entusiasmos y alarmas
NUEVA YORK.- Por estos días, el nombre de ...
NUEVA YORK.- Por estos días, el nombre de Zohran Mamdani, el joven de 34 años autoproclamado “socialista democrático” que acaba de convertirse en el primer alcalde musulmán y surasiático de la ciudad de Nueva York, resuena mucho más allá de los límites de Queens o Brooklyn. Su victoria, celebrada como histórica por amplios sectores progresistas, despertó una mezcla de entusiasmo, admiración y alarma en distintas partes del mundo.
Desde Nueva Delhi hasta Dakar, pasando por Estambul y hasta Jerusalén, el triunfo de Mamdani se interpreta como algo más que un episodio local, sino como un espejo de las tensiones culturales y políticas del siglo XXI.
A los 34 años, Mamdani encarna una narrativa que pocos estadounidenses pueden reivindicar con tanta fuerza. Nacido en Uganda, hijo de inmigrantes indios, criado en Nueva York y convertido en símbolo de una nueva izquierda urbana, su perfil trasciende las fronteras de Estados Unidos. Su campaña, centrada en el costo de vida, la vivienda asequible y el transporte público gratuito, logró conectar con votantes jóvenes y diversos que lo vieron como un candidato de autenticidad y cercanía.
Pero lo que fue una elección local pronto se transformó en un fenómeno global. Su ascenso político, narrado en tono casi épico por medios internacionales, generó una oleada de reacciones dispares: en el Sur Global, fue visto como la encarnación de un sueño posible. Mientras que para ciertos gobiernos y sectores conservadores, se convirtió en una amenaza ideológica.
Impacto globalEn la India, donde nacieron sus padres, la juventud urbana celebró su triunfo como propio. Jóvenes que habían seguido su campaña en redes sociales, especialmente sus referencias a Bollywood, esperaban ahora una visita oficial del alcalde electo. “Las cuestiones que plantea —el costo de vida, la desigualdad, el transporte— son las mismas que nos afectan a nosotros”, dijo a The New York Times el músico de Calcuta Utsav Guhathakurta, quien siguió los resultados a distancia.
En contraposición, sectores del Bharatiya Janata Party (BJP) —el partido del primer ministro Narendra Modi— recordaron que Mamdani lo había calificado años atrás de “criminal de guerra”. En redes sociales, un parlamentario lo acusó de querer “borrar el hinduismo del mapa”. Aun así, entre los jóvenes indios su figura crece como símbolo de disidencia frente al nacionalismo religioso.
En Senegal, el profesor Diome Faye, de la Universidad Cheikh Anta Diop, planea incluir la historia de Mamdani en sus clases de literatura y civilización estadounidense. “Quiero enseñar a mis alumnos que el sueño americano sigue vivo”, dijo. “Todavía es posible alcanzar la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.
En Nepal, Sunil Phuyal, referente del movimiento Gen Z, celebró el triunfo como una señal esperanzadora: “América tiene un mejor futuro con personas como él. El pueblo de Nueva York está bendecido”.
Incluso en Uganda, donde Mamdani pasó parte de su infancia, algunos lo ven como un ejemplo inspirador. “Si él está creando oportunidades para los jóvenes en Estados Unidos, nuestros líderes también deberían hacerlo aquí”, afirmó Gerald Norman Katongole, residente de Kampala.
No todos, sin embargo, aplaudieron su ascenso. En Israel, donde Mamdani ha sido un crítico feroz de la política del gobierno hacia los palestinos, su elección generó preocupación. Un ministro del gabinete israelí llegó a instar públicamente a los judíos neoyorquinos a “emigrar a Israel”, mientras otros lo tildaron de “amenaza inmediata” para la comunidad judía. El propio Mamdani respondió en su discurso de victoria: “Nuestra administración estará firme junto a los judíos neoyorquinos y no vacilará en la lucha contra el antisemitismo”.
El eco de su victoria también llegó a Europa.
En Berlín, varios medios subrayaron que sus ideas sobre vivienda y transporte público son, en realidad, posiciones socialdemócratas comunes en el continente. En Italia, la prensa se mostró sorprendida de que un “musulmán socialista” haya triunfado en la cuna de Wall Street, mientras que en Francia su elección dividió a la opinión pública: la izquierda lo celebró como una señal de renovación, pero la derecha lo retrató como un exponente de “la izquierda woke e islamista”.
En Ucrania, algunos analistas incluso trazaron paralelismos entre Mamdani y el presidente Volodimir Zelensky por su carisma y su irrupción en la política tradicional. “Ahora Estados Unidos se parece aún más a Ucrania”, escribió el abogado Vitaliy Dudin.
La identidad: clave en la política contemporáneaMás allá de las adhesiones y rechazos, Mamdani ha logrado algo poco común: convertirse en símbolo global de una generación que exige cambios profundos. Su figura refleja el descontento con la corrupción y la desigualdad, pero también la esperanza de un nuevo comienzo. “Las personas que se ven reflejadas en él son las mismas que están transformando la política en el Sur Global”, señaló el analista sudafricano William Shoki. “Son jóvenes, están desilusionados, pero creen que pueden construir algo mejor.”
Su triunfo, además, reabre el debate sobre el lugar de la identidad en la política contemporánea. Aunque su campaña evitó el discurso étnico o religioso, su perfil multicultural se ha convertido en un espejo donde distintas sociedades proyectan sus propias luchas: la del inmigrante que logra llegar, la del joven que desafía el poder establecido, la del musulmán que conquista un bastión simbólico de Occidente.
Para otros, en cambio, su ascenso encarna el temor a un cambio de paradigma: el avance de una izquierda multicultural, antielitista y globalista que reconfigura las jerarquías tradicionales de poder.
Entre la esperanza y el recelo, Mamdani se ha convertido en un fenómeno que desborda las fronteras estadounidenses. Su victoria es observada con atención —y cierta ansiedad— desde el resto del mundo. Y quizás ahí radique su mayor singularidad: haber transformado una elección municipal en un acontecimiento mundial, capaz de despertar pasiones, temores y debates.
Agencia AP y diarios The New York Times y The Washington Post