Generales Escuchar artículo

Cómo es la fiesta con un banquete all inclusive que se rebela contra el boliche tradicional y llegó a Punta del este

En una escena porteña acostumbrada a pistas iluminadas, pantallas en el escenario y la mano, una “asamblea hedonista” se planta como una excepción: una fiesta electrónica con banquete y bebi...

Cómo es la fiesta con un banquete all inclusive que se rebela contra el boliche tradicional y llegó a Punta del este

En una escena porteña acostumbrada a pistas iluminadas, pantallas en el escenario y la mano, una “asamblea hedonista” se planta como una excepción: una fiesta electrónica con banquete y bebi...

En una escena porteña acostumbrada a pistas iluminadas, pantallas en el escenario y la mano, una “asamblea hedonista” se planta como una excepción: una fiesta electrónica con banquete y bebida incluidos, luces cálidas y pista en penumbras para que el cuerpo mande. Nació en 2021 en una casona abandonada de San Telmo, con 250 personas y una primera apuesta que combinó música y una mesa larga de banquete; desde entonces la gastronomía dejó de ser un complemento para volverse uno de los pilares. El nombre Bonaire puede sonar a esta ciudad, a la isla caribeña que poseen los Países Bajos y a una referencia ochentosa — la cantante alemana Saâda Bonaire—, y apunta el norte estético: espíritu Balearic, raíces de House y Disco, y un oído melómano que busca sorprender más que repetir fórmulas.

Su público no se mide por edad sino por disposición: quienes llegan temprano, comen, brindan, se encuentran con amigos y aceptan una curaduría musical que va del jazz durante la cena a un set que se pica de madrugada sin caer dos veces en el mismo tema. La propuesta se completa con experiencias lúdicas e inmersivas —de un árbol de los deseos a un laboratorio de botánicos— y una regla no escrita que ordena la pista: menos celular y más baile.

Los propios creadores Pabels, Juna y Dobao, son los DJs residentes y fijan el tono, lejos del boliche tradicional que prioriza cada velada; aquí la premisa es otra y se paga antes de entrar: adentro se disfruta sin pensar en la plata. En esa búsqueda constante por entretener y sorprender, lograron crear una comunidad de fieles seguidores que ya no pueden esperar a que pasen algunos meses entre cada edición y la próxima tiene fecha para el 17 de octubre, apenas seis semanas después de la última.

—¿Cómo nace la idea de hacer una fiesta electrónica donde la comida es uno de los pilares?

—Pabels: Después de la pandemia, cuando se pudo salir de nuevo, Leno Volpe me comentó de una amiga de él, Mayda Yelin, que tenía una casona abandonada en San Telmo, y con Juna y Dobao siempre habíamos querido hacer un evento para pasar nuestra música. Así que se alinearon los planetas, nos asociamos los 5 e hicimos la primera edición para 250 personas. Como el lugar no nos permitía vender alcohol, lo hicimos con barra libre. Decidimos poner comida porque Leno tenía el know-how. Además, iba a arrancar a la tarde, de 17 a 2 de la mañana, y necesitábamos que la gente coma. La segunda la hicimos en un excabaret muy pintoresco y también sumamos el banquete y como la gente empezó a venir temprano a partir de ahí la comida se convirtió en una parte esencial del evento. Hoy vienen entre 800 y 1000 personas por fecha. No creo que podría funcionar como evento masivo.

—¿Para quién es Bonaire?

—P: Tiene que ser gente que pueda conectar con todos los aspectos del evento, que le interese la música que se pasa, que le interese la gastronomía de los productores gastronómicos con los que trabajamos. Nos parece interesante cuando la gente viene y puede experimentar con todas estas aristas en el mismo lugar, sin tener que pensar en la plata dentro del evento, porque es un evento que incluye todo. Para nosotros es un regalo, pero hay gente que le cuesta ponerlo de entrada.

—Juna: Si bien es mucho más que una fiesta, no deja de ser una salida para salir a bailar. Los tres socios que quedamos además de los creadores, productores, directores, pasamos música en la fiesta. El público ideal que es aquel que quiere venir a disfrutar de la comida, de la bebida, de conectar con sus amigos y todo, pero también de la propuesta musical que traemos, que buscamos que sea especial.

—Apuntan a un público con cierto paladar negro desde lo musical hasta lo gastronómico, ¿cómo definen al target de asistentes?

—J: El público se hizo recontra exigente, un poco por el costo de la entrada. Siempre hay alguno que se queja de algo, entonces nuestro desafío está todo el tiempo en estar buscando a ver qué inventamos para seguir sorprendiendo. Somos nuestro propio público. Lo que más nos atrae es esa gente que le encanta salir de joda, que le encanta gastar la plata en divertirse, pero que en realidad quiere juntarse con amigos y quizás una vez cada dos meses, sale un evento que sabe que va a estar todo como quiere y ese día se entrega al disfrute.

—¿Cuál es el rango etario del público?

—P: Últimamente, se están animando algunas personas más jóvenes, de 23, pero que vienen más del palo de la música, lo cual también está bueno porque da cierta frescura en la pista y también se quedan hasta un poco más tarde. Pero tenemos gente de todas las edades. De repente ves grupos de más de 40 y también nuestros padres. Mi viejo tiene 70 años y me dice: “No puedo creer lo bien que convive toda esta gente que parecen ser de 1000 lugares distintos y edades distintas”. Pero hay una buena onda, una energía de disfrute hedonista que prevalece y eso está buenísimo.

—¿Cómo es el estilo musical?

—P: Tenemos una línea musical bastante definida. Los tres somos bastante pesados con la música, muy “gedes”. Nos gustan mucho las raíces del House, del disco. El estilo es el Balearic y que viene de lo que sonaba en Ibiza en los 80 y 90, básicamente lo que impuso DJ Alfredo, un argentino que se fue a vivir allá. Es una mezcla de muchos géneros, desde Rock hasta Disco, Soul y House. Música que por ahí no estaba pensada para la pista, pero que en cierto contexto lo ponés y la gente lo baila. Y eso fue evolucionando.

—J: Abre un poco las puertas a que cualquier cosa puede aparecer ahí siempre y cuando tenga estos sonidos que vienen de la música de los 70, 80 y 90. Nunca vas a escuchar probablemente dos veces el mismo tema en diferentes ediciones de Bonaire. Al principio, durante el coctel, es más jazz y tranquilo, pero se va poniendo un poco más intenso.

—¿En qué se basan para elegir a los DJs invitados?

—P: De los artistas que invitamos intentamos que sean interesantes desde un lado melómano y que no sean DJs que ahora están sonando en todos lados y los traemos porque nos ayudan a vender tickets. Nosotros confiamos en que la buena música esté al servicio de la fiesta y no al revés.

—Algunos DJ dicen: “Che, dejen de grabar y bailen”. ¿Cómo es el uso del celular en la pista de Bonaire?

—J: A nosotros nos rompe el corazón que la gente esté filmando y no bailando. Eso gracias a Dios acá no pasa y tiene que ver con el entorno está planteado diferente a cuando vas a ver un DJ mainstream y hay pantallas enormes y todo está pensado para que lo mires a través del celular en lugar de bailar.

—P: Cuando cuando uno va a un boliche siempre ponen pantallas y luces al palo por todos lados. El tema está por explotar y le suben las luces a todo. Nuestro approach es que la pista tiene que estar oscura. Si no, no hay forma de que te puedas poner a bailar y divertirte realmente. Nos gusta que las luces sean cálidas y tenues. Y con las luces bajas tampoco da para que lo filmes porque se ve todo oscuro y el video para subir va a ser malísimo.

—¿Cómo son las experiencias?

—J: Nada se vive como se explica. Por un lado, invitamos a artistas para que hagan obras exclusivas y, en general, estas obras son inmersivas. Una de las que más me gustó fue del año pasado, en nuestro aniversario, con una artista bárbara que se llamaba Ava. Construimos un árbol con una hamaca que parecía El jardín de las delicias y la gente iba y ponía sus deseos y los colgaba en el árbol. En otra, podías elegir diferentes botánicos para armar tu propio gin y, al final, se creó uno con el mix de toda la gente. También hubo un kissing room para que la gente se vaya a besar.

—P: Tiene un aspecto lúdico. La idea es que la gente se empiece a soltar una vez que llega. Hay mucha gente que hace amigos en la fiesta y eso es importante porque habla de que la gente está entregada a la experiencia, la pasa bárbaro, disfruta desde que llega hasta que se va, no hay nada en lo que tenga que preocuparse. También siempre tenemos un closet de una vendedora de ropa de vintage y trae un montón de ropa que la gente puede usar durante el evento, y después devolverlo o comprarlo para llevárselo.

—¿Qué planes tienen para los próximos años?

—J: Estamos constantemente trabajando para adaptarnos a lo que nuestro público quiere y necesita. Las ideas son muchas y siempre nos gusta mantener un poco el misterio. Pero lo que les podemos contar es que queremos seguir haciendo Bonaire en la ciudad con la constancia que tenemos, seguir sorprendiendo a la gente con nuevos DJs y propuestas distintas a lo que hay. Por otro lado seguir creciendo en el exterior: Uruguay, México, y Europa, etc. Y por último, un proyecto donde buscamos crear algo un poco más exclusivo, donde el tiempo no sea una restricción para esta búsqueda constante del placer.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/que-sale/como-es-la-fiesta-con-un-banquete-all-inclusive-que-se-rebela-contra-el-boliche-tradicional-y-llego-nid11102025/

Volver arriba