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Claire Huangci, la pasional fan de Martha Argerich que vuelve al Colón para disfrutar de la Argentina

La conversación con Claire Huangci —la destacada pianista norteamericana de origen chino que vive en Alemania y el lunes 14 de septiembre se presenta con un recital para el Mozarteum— comienza...

Claire Huangci, la pasional fan de Martha Argerich que vuelve al Colón para disfrutar de la Argentina

La conversación con Claire Huangci —la destacada pianista norteamericana de origen chino que vive en Alemania y el lunes 14 de septiembre se presenta con un recital para el Mozarteum— comienza...

La conversación con Claire Huangci —la destacada pianista norteamericana de origen chino que vive en Alemania y el lunes 14 de septiembre se presenta con un recital para el Mozarteum— comienza y uno de esos juguetes de goma que usan los bebés interrumpe su presentación con un chirrido. “¡Perdón, es que en esta casa hay niños!“, se disculpa entre risas con su satisfacción de madre, a seis semanas de dar a luz a un segundo hijo.

Cuenta desde Chicago la ganadora del prestigioso concurso internacional ARD, en esta entrevista con LA NACION que, como fan de Martha Argerich —“por la pasión y la energía salvaje con que toca”—, siente una emoción grande de volver al Teatro Colón. La primera vez fue en 2018 con la Filarmónica, pero por entonces “estaba enferma —admite—, y no pudo disfrutar de la Argentina como espera hacerlo en esta oportunidad.”

-Aprovechando la intervención del juguete, ¿cómo conjugás la profesión con la maternidad?

-Es un desafío grande, pero no imposible si hay una pareja que dé estabilidad a la familia. Yo tengo ese ancla, que no es un músico, que lleva los niños a la escuela y sostiene la rutina. Porque es fácil quedarse atrapada en la vida doméstica, relegando la práctica musical a un papel secundario, pero lo que aseguré en mi vida es que la música siga al 100 por ciento, con la pasión, la concentración y la energía que demanda. Y la familia también al 100 por ciento cuando estoy en casa.

-¿Qué le aportó a tu arte esa dimensión familiar?

-El sentido de arraigo y un propósito real en la vida. Una razón por la cual lo que hago contribuye a mi manera de entender la música. La vida cambió para mejor porque me concentro más que antes y en el tiempo que tengo disponible, cada minuto va en serio.

-¿Por qué elegiste Alemania y cómo se armonizan tus identidades múltiples?

-Me mudé a los 17 años a Hannover porque quería estar en el país de los grandes compositores. No solo aprender a tocar el piano, experimentar la vida, el idioma, la cultura, el ambiente. En la universidad me hice amigos y sentí que había echado raíces, así que me quedé y ahora vivo en Frankfurt. Vuelvo a los Estados Unidos porque tengo familia y es mi hogar, pero me siento más cómoda con el estilo europeo. En cuanto a mi identidad, si bien soy hija de inmigrantes, visité China por primera vez a los 10 años. Es una cultura muy diferente, que no siento como propia. Por eso agradezco el haber sido educada en los Estados Unido, con la curiosidad que permite ampliar el horizonte. En China hubiera sido distinto. Pero creo que, de esa mezcla, he tomado lo mejor posible de cada uno.

-Cuando tenés poco tiempo para la práctica, ¿en qué te concentrás?

-En este repertorio no hay estrenos. Son obras de las que no necesito practicar detalles técnicos, entonces me concentro en la arquitectura. En La Valse de Ravel, por ejemplo, ¿mantengo la tensión en esos 12 minutos? ¿Cuento una historia única? ¿Se percibe como un todo? Es un recorrido fundamental porque no se trata de pegar partes. Y si en medio de la pieza ya se estoy dando el 100 por ciento, no queda resto para el clímax. Entonces, me entreno en pasar el programa y medir mi ritmo, mi fuerza expresiva, dónde respiro y dónde me relajo. Lo mismo para una obra de gran porte como Los cuadros de Mussorgsky. Hay que asegurar la cohesión de esos 30 minutos para que no sea solo sumar movimientos, sino conseguir que el público se sienta atrapado. En esa construcción me concentro y en ser capaz de corregir si me aburro cuando pierdo la tensión.

Mente relajada

-¿Qué hacés para corregir una interpretación que se torna aburrida?

-La concentración implica que el cerebro esté completo en la música y sucede con facilidad que, en los pasajes físicamente menos complicados, la mente se relaja. En cuanto se me cruza otra cosa por la cabeza, reconozco que algo anda mal. Los movimientos lentos también exigen mucho más para captar la atención. Ahí hay que hacer algo extra: identificar el clímax y definir la expresión. En Los cuadros, como cada movimiento tiene un título y una imagen real, se necesita menos imaginación porque se sabe qué evocar. Pero en la mayoría de las obras, depende del músico, de la imagen propia, del tiempo y la experiencia de lo que saca a relucir.

-¿Reconocés la dispersión en el público? ¿Interfiere eso en tu ejecución?

-No creo que nadie pueda estar completamente en su mundo sin importarle lo que pasa en el auditorio. Para mí, esa electricidad es decisiva. Especialmente en un recital, que es la forma más íntima de hacer música. Las distracciones se reconocen cuando hay movimientos, gente que se acomoda, que tose, que hace ruidos. Y lo mejor desde el escenario es percibir el silencio profundo y expectante cuando nadie rompe el hechizo porque se espera lo que sigue con ansias.

-¿Con qué elementos te gusta conectar piezas y climas de tu programa?

-Me gusta el deslumbramiento y el virtuosismo. La sensualidad que está en Ravel. La Valse con su recorrido desde la elegancia de los salones vieneses al caos y la destrucción de la Gran Guerra. Una pieza emotiva y relevante en la actualidad, como Los cuadros. El virtuosismo de Czerny en su transcripción y el Adagio de Kachaturian que representa el amor, un oasis en medio de la tragedia. Es un programa que habla de mí, que tengo una personalidad fuerte y que siento estas obras que me expresan.

-Hablás de la imaginación para interpretar la música. ¿Asociás la obra de Mussorgsky y su llegada a la Gran Puerta de Kiev con la guerra en Ucrania?

-¡Absolutamente! Total asociación porque, al igual que Ravel, esta obra habla del presente. Ravel muestra la disolución de una sociedad, donde la belleza se ha convertido en caos y desintegración. Ambas obras nos confrontan con lo brutal y lo feo, lo que me alarma, me decepciona y me impacta. Recuerdo febrero de 2022. Tenía un concierto en marzo y le pregunté al organizador si debía tocar Los cuadros. Había gente que no quería escuchar música rusa, pero decidimos separar el arte de la política. Lo que no pude separar fue mis sentimientos de la ejecución, porque al llegar a ese punto poderoso y heroico de la Gran Puerta de Kiev, me sentí abrumada de tal manera que no pude contener las lágrimas. ¿Es la idea de que esa tierra ha sido conquistada? Al día de hoy, seguimos esperando que cesen las atrocidades y que prevalezca el lado correcto de la historia. Mientras tanto, tocar esta obra es un regalo para mí.

Para agendar

Recital de piano por Claire Huangci (EE.UU.). Obras de Mozart/Czerny (Fantasía sobre Las bodas de Fígaro) Ravel (Jeux d’eau, Sonatine, Pavane pour une infante défunte, La Valse) Kachaturian (Adagio de la Suite nº2 del ballet Spartacus y Phrygia) y Mussorgsky (Cuadros de una exposición). Organiza: Mozarteum Argentino. Función: lunes 15 de septiembre, a las 20. Sala: Teatro Colón (Libertad 621).

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/musica/claire-huangci-la-pasional-fan-de-martha-argerich-que-vuelve-al-colon-para-disfrutar-de-la-argentina-nid13092025/

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