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Canciones que hacen llorar

Cuenta Lauren Ambrose, actriz de Six Feet Under, que cada vez que escucha Breathe me, la balada de Sia que musicalizó el final de la serie hace 20 años, siente incontrolables ganas de llorar. Es,...

Canciones que hacen llorar

Cuenta Lauren Ambrose, actriz de Six Feet Under, que cada vez que escucha Breathe me, la balada de Sia que musicalizó el final de la serie hace 20 años, siente incontrolables ganas de llorar. Es,...

Cuenta Lauren Ambrose, actriz de Six Feet Under, que cada vez que escucha Breathe me, la balada de Sia que musicalizó el final de la serie hace 20 años, siente incontrolables ganas de llorar. Es, según explicó, “pavloviano”, y tiene que esconderse para que no la vean. Ya sé, no es muy original. Las canciones despiertan emociones y remueven recuerdos. Nos llevan a momentos de tristeza, alegría, miedo, esperanza. Es su propósito.

A veces es la melodía lo que toca alguna fibra íntima que nos desarma; en otras ocasiones, la profundidad de las letras, como la de Esos locos bajitos, de Joan Manuel Serrat. “Nada ni nadie puede impedir que sufran/ Que las agujas avancen en el reloj/ Que decidan por ellos, que se equivoquen/ Que crezcan y que un día nos digan adiós”. Qué padre podría no conmoverse con una estrofa como esta.

Lo mismo puede decirse de Beautiful boy (Darling boy), la canción que John Lennon compuso para su hijo Sean cuando tenía tres años, y su célebre frase “la vida es lo que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes”. Esa sola línea sobraría para convertirla en inolvidable, pero el asesinato del ex Beatle, apenas un año después, potenció aún más su carga emotiva.

Y si hablamos de contextos dramáticos no podemos olvidar Mother love, la última canción que grabó Freddy Mercury en 1991 antes de morir. Una conmovedora despedida del cantante y líder de Queen. Su debilidad solo le permitió grabar unas estrofas; la última tuvo que completarla Brian May.

De todos modos, no siempre es la hondura lo que provoca el llanto. A veces no se necesita una estrofa brillante, una gran melodía ni un nombre destacado detrás. Basta con que la canción nos recuerde a algún ser querido. En mi caso, Rivers of Babylon, un hit liviano de los ‘70 del grupo Boney M., me trae enseguida la imagen de mi vieja, que adoraba ese tema. Y entonces sí, ante mi propia perplejidad, empiezo a lagrimear. Es pavloviano.

¿Y qué hay de los temas instrumentales en los que el llanto brota frente a la belleza en estado puro? Allí donde algunos la hallamos, en temas como Au lait o Daybreak, de Pat Metheny, otros escuchan “música de ascensores”. Nos emocionamos con diferentes canciones o melodías, pero seguro que todos tenemos al menos una.

La ciencia y la psicología se han interesado por estos sentimientos intensos provocados por el arte. Es lo que también se conoce como “lágrimas estéticas”, aunque los especialistas admiten que es poco lo que se sabe sobre ellas. Llorar ya es una respuesta humana compleja; llorar frente a expresiones artísticas lo es aún más y sus causas siguen siendo mayormente un misterio. Es, no obstante, al menos en el caso de la música, algo muy común. En 2017, investigadores de la Universidad de Carolina del Norte hicieron un sondeo entre 900 adultos y casi el 90% dijo haber sentido ganas de llorar con alguna canción.

Pero quizás hoy cabría reorientar la pregunta. ¿Hay música actual que genere esas mismas emociones intensas del pasado? La revista Nature publicó en marzo de 2024 una investigación que llegó a la conclusión de que en los últimos 50 años las letras de las canciones pop se hicieron más simples y repetitivas. Podría deberse a la forma en la que las escuchamos, como fondo mientras hacemos otras cosas, o a las enormes bibliotecas digitales actualmente disponibles, que hacen que la escucha sea más rápida, fragmentada y superficial.

Este mes también se conoció otro estudio hecho con la ahora omnipresente inteligencia artificial. Tras examinar más de 20.000 canciones del ranking Billboard Hot 100 entre 1973 y 2023, se llegó a la conclusión de que las canciones expresan cada vez más sentimientos negativos y vinculados con el estrés. El arte siempre ha tenido variados propósitos como la provocación, la incomodidad o la sorpresa, pero nunca dejó tan de lado la poesía y la emoción como ahora.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/canciones-que-hacen-llorar-nid24122025/

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