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“Cambiar el paradigma”: un novedoso proyecto busca transformar una región productiva difícil y que no haya más frustración

Donde antes predominaba la frustración porque, cada tanto, las cosechas no tenían salida comercial, hoy empiezan a aparecer hileras de chía, parcelas de comino, ensayos de anís y sésamo, y mon...

“Cambiar el paradigma”: un novedoso proyecto busca transformar una región productiva difícil y que no haya más frustración

Donde antes predominaba la frustración porque, cada tanto, las cosechas no tenían salida comercial, hoy empiezan a aparecer hileras de chía, parcelas de comino, ensayos de anís y sésamo, y mon...

Donde antes predominaba la frustración porque, cada tanto, las cosechas no tenían salida comercial, hoy empiezan a aparecer hileras de chía, parcelas de comino, ensayos de anís y sésamo, y montes jóvenes de higueras, almendros y pistacho. Detrás de ese cambio hay una iniciativa de Federación Agraria Argentina (FAA), a través de la Fundación de la Mesa de Enlace en Córdoba, que busca que los productores del noroeste provincial incorporen cultivos alternativos de alto valor, con respaldo técnico y estudios de mercado, para abrir nuevas oportunidades y lograr actividades más rentables en una zona históricamente difícil de producir.

La imagen contrasta con la postal clásica de Córdoba como provincia “rica” y agrícola, ligada al liderazgo en soja, maíz y maní. “Este proyecto nace por la necesidad de cambiar el paradigma de una Córdoba productiva y próspera asociada solo a esos cultivos, cuando el 30% del territorio está en una zona árida y tiene índices de desarrollo humano típicos de un país africano”, plantea Hugo Bustamante, productor de la zona y presidente de la filial Cruz del Eje de Federación Agraria.

El dirigente aclaró que en la zona no falta conocimiento ni condiciones para producir. En la cuenca del dique Cruz del Eje hay agua, suelos que responden y productores acostumbrados a trabajar. El verdadero cuello de botella aparece cuando la producción tiene que salir al mercado. Durante años, los horticultores de la zona sembraron lo de siempre —tomate, pimiento, berenjena, cebolla, zapallito— y se encontraron una y otra vez con la misma escena: al momento de cosechar, los galpones mayoristas ya estaban abastecidos con mercadería de otras regiones y los precios se derrumbaban. “Te queda la producción tirada en el campo y perdés todo el capital que invertiste”, resume.

Ante ello, desde la filial local de Federación Agraria y la Fundación de la Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias de Córdoba (fundación CEEA) empezaron a buscar otra salida. Lo que querían era que esas chacras dejen de depender de uno o dos cultivos de estación y que cada parcela se piense como una unidad económica, con varias fuentes de ingreso y un horizonte más previsible. “El desafío es llevar el concepto de negocio rentable al pequeño y mediano productor, que sabe producir, pero no siempre sabe hacer negocio con lo que produce”, explica Bustamante.

Para lograrlo, hay un trabajo previo. Primero se seleccionan especies de alto valor que puedan sostener precios razonables en el tiempo, a partir de estudios de mercado y consultas con especialistas. Luego se evalúa si esas producciones pueden desarrollarse en la zona, teniendo en cuenta el clima, el tipo de suelo, la disponibilidad de agua y la tecnología necesaria.

Solo cuando ese combo cierra se pasa a la etapa siguiente que son los ensayos. Las pruebas se hacen en campos de productores, con técnicos específicos para cada cultivo y con financiamiento de la fundación. La idea es que los tropiezos iniciales no los pague el productor. “Cometer errores en una campaña nueva tiene un costo muy alto; por eso los ensayos los asumimos desde el proyecto y recién cuando funcionan se los proponemos al productor”, describe.

Los cultivos se organizaron en tres grupos, según el plazo en que empiezan a generar ingresos. En el corto plazo trabajan con comino, anís, mostaza, chía y sésamo, todos productos destinados a condimentos o nichos específicos. En el mediano plazo avanzan con higueras orientadas a la producción de higo seco. Y en el largo plazo se enfocan en almendros, nogales y pistachos, apuntando a la demanda creciente de frutos secos.

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El caso del comino, Bustamante resalta que muestra el potencial del esquema. “Este año, entre seis o siete productores de la zona ya sembraron unas 50 hectáreas, luego de una primera etapa de ensayos. Son superficies chicas, repartidas en minifundios, pero que sumadas empiezan a tener peso”, dice. En ese sentido resalta el enorme potencial que tiene porque, asegura, "cerca de la mitad del comino que se consume en la Argentina se importa“.

Por otro lado, Bustamante señala que las condiciones del noroeste cordobés —altas temperaturas, baja humedad y pocas lluvias— pueden ser una dificultad para muchos cultivos tradicionales, pero resultan favorables para otros. En la región casi no hay presión de hongos, un aspecto clave para especias como el comino y el anís, que requieren ambientes secos para desarrollarse bien. Por eso, gran parte de las propuestas de corto plazo se orientan a producciones de invierno: se aprovechan mejor las condiciones climáticas, se trabaja con riego controlado y se reduce el riesgo sanitario.

En los cultivos leñosos, el trabajo va más a largo plazo. Ya hay unas 700 plantas de almendro y otro tanto de nogal en ensayo, con el apoyo de técnicos del INTA y de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba. En almendro, los primeros resultados son alentadores y ya se piensa en multiplicar plantas mediante técnicas in vitro. Con pistacho, en tanto, están buscando variedades de pocas horas de frío, casi inexistentes hoy en el país, para después reproducirlas localmente.

El proyecto se apoya en el desarrollo territorial de Federación Agraria en el noroeste, pero no se agota ahí. La fundación CEEA integra a Federación Agraria, Confederaciones Rurales Argentinas y la Sociedad Rural Argentina, y esa combinación permitió sumar recursos y miradas. “Cuando las entidades trabajan en conjunto con objetivos claros, alcanzan un nivel de solidaridad muy alto”, señala Bustamante.

Para Bustamante, el sentido del proyecto se resume en algo simple: ofrecer oportunidades reales en un territorio que durante mucho tiempo fue postergado. “Queremos que esta zona tenga producción, trabajo y futuro, y que los productores puedan crecer acá”, sintetiza.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/campo/cambiar-el-paradigma-un-novedoso-proyecto-busca-transformar-una-region-productiva-dificil-y-que-no-nid21122025/

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