Bernard Fowler: sus 35 años con los Rolling Stones, su amistad con Charly García y el sueño de cantar tango en el Colón
Con una trayectoria de más de tres décadas como corista y colaborador esencial de los Rolling Stones, Bernard Fowler se ha ganado un lugar de respeto en la historia del rock. Dueño de una versat...
Con una trayectoria de más de tres décadas como corista y colaborador esencial de los Rolling Stones, Bernard Fowler se ha ganado un lugar de respeto en la historia del rock. Dueño de una versatilidad única, supo equilibrar su trabajo con la banda más grande del mundo con una carrera solista cargada de personalidad.
Este miércoles, a las 20, en el teatro Broadway, Corrientes 1155, se presenta en Buenos Aires para celebrar 35 años de música y amistad. Antes de su show, conversamos con él sobre su camino, su vínculo con la Argentina, su relación con Charly García y su pasión por el tango.
–¿Qué significa para vos celebrar tus más de tres décadas con los Rolling Stones en Buenos Aires, una ciudad con tanta tradición rockera?
–Para serte sincero más que una celebración lo que más me mueve es venir a tocar para la gente de Argentina, donde además tengo tantos buenos amigos. Aquí la energía es bastante intensa. Creo que es la energía de la gente la que me hace volver, me hace querer venir a tocar aquí. Porque la gente de Argentina aprecia realmente el buen blues y rock and roll. Y, para ser sincero, creo que nunca conocí a otro público con la misma energía intensa. Nunca antes.
–¿Qué puede esperar el público porteño de este show en particular?
–Ciertamente habrá algunas sorpresas, pero no solo serán canciones de los Rolling Stones y creo que habrá un par de invitados especiales. Pero no puedo decirte las canciones ni los invitados especiales, o no sería una sorpresa (risas).
–¿Cómo fue tu llegada a la familia de los Rolling Stones y qué aprendiste en lo personal y en lo artístico de trabajar codo a codo con Mick Jagger, Keith Richards y el resto de la banda durante tres décadas?
–Bueno, como sabés me convertí en parte de la familia de los Rolling Stones durante la grabación de Steel Wheels. Esa fue mi primera vez que trabajé con ellos durante el proceso de composición y grabación de un disco. Si hay algo que aprendí sobre trabajar con ellos es... diría que es... No te apresures. Tomate tu tiempo y probá cosas diferentes. Muchas de las canciones de los Rolling Stones que escuchás ahora no empezaron así. Empezaron de forma diferente en su concepción original. Y, como se tomaron su tiempo, en ese tiempo se transformaron en algo diferente.
–¿Sé que ya antes de ingresar eras fan de los Stones y que es muy difícil elegir un tema, pero, ¿tenés alguna canción preferida de ellos?
–Bueno, tengo muchas favoritas, pero si tuviera que elegir una, probablemente sería una versión en vivo de “Midnight Rambler”.
–Tu disco solista, Inside Out sorprendió con versiones recitadas de clásicos de los Stones. ¿Cómo nació esa idea?
–Siempre busco hacer cosas diferentes. Quería hacer algo diferente, y fue algo que se me ocurrió. Crecí en los años 60 y 70, en Nueva York, durante la época de los Panteras Negras y los Young Lords. En Nueva York oí lo que llaman palabra hablada. Ya sabés, cosas como The Last Poets y Gil Scott-Heron, eso forma parte de mi formación musical. Así que, de nuevo, quería probar algo diferente y simplemente me surgió algo. Intentar interpretar canciones de los Rolling Stones en forma hablada. Era una idea que tenía desde hacía mucho tiempo. Creo que la tuve unos dos años antes de empezar a grabarla y durante una prueba de sonido con los Rolling Stones, Mick me oyó hacer eso y me dijo: “Bernard, eso es muy interesante porque he escuchado canciones de los Rolling Stones de muchas maneras diferentes, pero nunca lo había escuchado así antes.” Y le dije: “Bueno, voy a grabar esto después de la gira” y me respondió que era una buena idea. Y lo hice en ese álbum.
–Algo para terminar con el tema Rolling Stones más allá del escenario. ¿Cómo es la vida con ellos durante giras tan largas?
–Bueno, ha cambiado con los años. Creo que al principio nos divertíamos mucho más. Después de un concierto no era raro volver a salir, ir a un club. O después de nuestro concierto, íbamos a ver otro concierto a algún sitio, ¿sabés? Todos éramos mucho más jóvenes y hacíamos muchas cosas para jóvenes, si me entendés (risas). Todavía podemos ir a clubes y esas cosas, pero creo que la gente se acuesta un poco más temprano ahora.
¿Estás trabajando en nuevo material propio que puedas adelantarle al público argentino?
–Sí, siempre estoy tramando algo. Tengo un proyecto en el que trabajaré pronto con algunos nuevos amigos músicos de Nueva York. Warren McCray, que tocó el bajo con Joe Cocker y Tina Turner, y Eddie Martínez, guitarrista también de Nueva York. Pasó mucho tiempo con Robert Palmer y Will Calhoun, el baterista de Living Colour. También estuve trabajando en un proyecto muy especial para mí: un disco de tango.
–¿Cómo descubriste ese género y qué lugar ocupa hoy el tango en tu vida musical?
–Es muy gracioso. Lo descubrí de niño. La primera vez que escuché tango fue a través de la animación, de los dibujos animados de la Warner Bros. Es muy extraño. Y en los dibujos animados, siempre había una Torre Eiffel de fondo. De niño pensaba que el tango era de Francia, porque en los dibujitos que veía, ¡bailaban tango con una camisa a rayas blanca y negra, con la típica boina francesa! Y bueno, años después, me enteré que no era francés, que el tango se llevó a Francia desde Argentina. Empecé a escuchar y a apreciar el tango cuando llegué aquí con los Rolling Stones por primera vez. Recuerdo ir a La Boca a ver a la gente bailar en la calle. Y luego fui a Uruguay con Charly García y escuché más tango. Y luego empecé a oír historias de que el tango también estaba presente en Uruguay.
–Sí, por supuesto es un fenómeno rioplatense con raíces africanas...
–Y eso me interesó muchísimo, me hizo empezar a leer de dónde venían la milonga y el candombe, esa influencia africana del tango, de la que no sabía nada. Y creo que ahí nació mi interés. Y fui a Uruguay a grabar a Rubén Rada y Lobo Núñez, y mientras estaba en Montevideo, caminando y pensando en lo que haría después, me surgió la idea de grabar un disco de tango. Al sumergirme en el tango descubrí que había raíces africanas y con mi amigo Pilo Gómez, que es músico, fuimos descubriendo realmente al adaptarlo a nuestro estilo, cuánta influencia tenían las raíces africanas en el tango. Y él sugirió que tal vez podríamos hacer un documental sobre ello.
–O sea que la cosa fue creciendo y tomando otra forma...
–Yo sólo quería hacer un disco pero él me convenció. Así que de hecho empezamos a filmar un documental con un director sobre la influencia africana del tango. Pero, sí, mi interés por el tango surgió de cuando visité Argentina. Algo que realmente me encanta es la forma en que los argentinos hombres cantan el tango. Es muy diferente a mi forma de cantar. Yo no puedo cantar como ellos, así que con Pilo reescribimos toda la letra. La reimaginamos en inglés.
–¿Y que canciones tienen en mente hacer?
–Hay clásicos de Gardel como “Por una cabeza” y “El día que me quieras”, una versión en tango de “Cuenta conmigo” y otra de “What to do”, de Nat King Cole. Pero probablemente lo más destacado sea la versión de tango que creamos para la canción de Charly García “Happy and Real”. He estado trabajando en este proyecto durante cuatro años y finalmente puedo ver la luz al final del túnel.
–Colaboraste con Charly García en Líneas Paralelas en el Teatro Colón, un espectáculo muy recordado. ¿Qué recuerdos te dejó esa experiencia con él?
–Charly es un gran amigo y una persona que quiero y admiro mucho. Fue muy importante y una gran experiencia cantar con él en semejante teatro. Pero, ¿sabés que es lo que más admiro de Charly? Que siempre ha sido la misma persona, desde el primer día que lo conocí. No me dijo: “Soy Charly García, bla, bla, bla, bla, bla”. Solo dijo: “Hola, soy Charly”. No me dijo quién era, la gente que me vio con él me lo dijo. Y yo respeto mucho eso.
–Charlie Watts dijo de vos: “Bernard Fowler es un cantante fantástico, tan bueno como Bobby Womack”. Tu colaboración con él cantando jazz es increíble. ¿Tenés algún cantante de jazz favorito?
–No creo tener un cantante de jazz favorito en particular. Crecí escuchando a muchos cantantes diferentes. Billy Eckstine, Nat King Cole, Tony Bennett, Frank Sinatra, Mel Tormé, crecí escuchándolos. Así que cuando Charlie me pidió que cantara, esa fue la primera vez que realmente me acerqué al jazz. La primera vez que canté jazz con Charlie fue en el álbum Oda a un pájaro volador. Charlie escribió ese libro infantil sobre Charlie Parker. Así que, durante el concierto, yo leía el libro y Charlie y la banda tocaban. Después de algunos conciertos, Charlie, que era un hombre tan dulce, me dijo: “Bernard, me siento muy mal, ¿sabés? Tenerte sentado en el escenario leyendo el libro. ¿Te importaría cantar un par de canciones?”. Yo no podía decirle que no a Charlie, lo amaba, y le dije que sí. Le pregunté qué quería que cantara y terminé cantando “Lover Man” al final de esos conciertos, así fue como empecé. Años después, me llamó, hablamos y me dijo que quería grabar otra vez. Me pidió que fuera a Londres. Volé a Londres, nos sentamos a escuchar algunas canciones, fuimos al estudio y empezamos a grabar. Y eso fue Warm and Tender. Y luego, pasó un tiempo y volvimos al estudio para grabar “Long Ago And Far Away”. Antes de que Charlie muriera, habíamos hablado de hacer otro disco. Íbamos a rendirle homenaje a Chet Baker. Pero, por desgracia, Charlie se fue a casa. Esa es la idea que sigo pensando: el homenaje a Chet Baker. He estado hablando con el saxofonista Tim Reese para hacerlo.
–Hay otra colaboración tuya con otro Stone, con Ronnie Wood, que es muy especial y destacada, prácticamente un disco en conjunto: Slide On This (1992). Qué recordás de ello?
–Ese es un gran disco, recuerdo mucho de esa época porque ese fue el año en que empecé a cantar con Charlie Watts y también fue el año en que nació mi hija. Y en lugar de estar en casa con mi hija, volé a Irlanda escribiendo canciones para ese disco con Ronnie. Pero, después de llegar allí, Ronnie se fue diez días y me dejó solo en esa casa en Irlanda. Sin saber qué hacer en la campiña irlandesa, empecé a escribir canciones, y cuando Ronnie regresó después de diez días yo ya tenía cuatro canciones escritas, y la primera canción que escribí para ese disco, que probablemente sea una de mis favoritas, es “Josephine”.
–¿Qué queda todavía en tu lista de sueños musicales por cumplir?
–Bueno, lo que tengo actualmente en mi lista de deseos es interpretar canciones del álbum de tangos en vivo. Y quiero hacerlo en tres lugares muy especiales: el Lincoln Center, el Carnegie Hall, ambos de Nueva York, y el Teatro Colón de Buenos Aires. Eso está en mi lista de cosas por hacer. Quizás añada algo más adelante.
Bernard Fowler no solo ha prestado su voz a una de las bandas más importantes de la historia, también ha sabido construir un universo propio de enorme riqueza artística. Su visita a Buenos Aires promete ser una celebración de ese recorrido, con el rock como punto de partida y con el tango, Charly García y la energía argentina como parte inseparable de su historia.
Bernard Fowler. Hoy, a las 20, en el teatro Broadway, Corrientes 1155. Entradas desde 30.000 pesos