Generales Escuchar artículo

¿Autocracia y comunismo?

Autocracia y comunismo han estado siempre estrechamente ligados. En rigor, el segundo requiere de la autocracia. “A lo largo de la historia, para mantenerse en el poder, los autócratas aterroriz...

¿Autocracia y comunismo?

Autocracia y comunismo han estado siempre estrechamente ligados. En rigor, el segundo requiere de la autocracia. “A lo largo de la historia, para mantenerse en el poder, los autócratas aterroriz...

Autocracia y comunismo han estado siempre estrechamente ligados. En rigor, el segundo requiere de la autocracia. “A lo largo de la historia, para mantenerse en el poder, los autócratas aterrorizaron constantemente a sus propios soldados y burócratas”, afirma Yuval Noah Harari. La experiencia autocrático-comunista ha dejado hambre y pobreza. Sin embargo, existe un caso que suele generar confusión: China. Se trata de un país con una larga trayectoria comunista y una autocracia bien definida, que durante décadas padeció toda clase de males y una pobreza extrema. En 1950, EE.UU. y Europa occidental representaban cerca del 50% de la producción mundial, en tanto que China apenas llegaba al 5%.

Pero desde fines de la década de 1970, su economía comenzó a crecer de manera sorprendente. Hoy se ubica en el segundo lugar de la economía mundial, tanto por PBI total como por la tecnología aplicada a su producción. ¿Cómo se explica este fenómeno? La respuesta está en la libertad económica. A no llamarse a engaño, es la económica.

Hasta 1978, el líder chino Deng Xiaoping seguía bajo la sombra de Mao Zedong y de su ideología. Pero ese año, en la sesión plenaria del XI Comité Central del Partido Comunista, sorprendió –y horrorizó– a los sectores conservadores al proponer un “socialismo con características chinas”, es decir, un modelo con ciertas herramientas capitalistas.

A partir de entonces, Deng convocó a Xi Zhongxun (1913-2002), un dirigente moderado, para poner en marcha en Shenzhen el primer experimento económico de corte capitalista. En 1979, Xi Zhongxun lo convenció de diseñar un régimen especial que permitiera la instalación de empresas extranjeras en zonas fronterizas con Hong Kong, Macao y Shantou, bajo normas distintas de las del resto del país. El éxito fue tan notable que el esquema se extendió progresivamente a todo el territorio.

Con la idea de un “socialismo con características chinas”, Deng llevó adelante reformas centradas en la agricultura, la liberalización del sector privado, la modernización de la industria y la apertura al comercio exterior. Pero el nivel autocrático del régimen comunista permanecía, aunque con esperanzas de una gradual moderación que con los años se desvanecieron.

Desde el 15 de marzo de 2013, un nuevo dirigente, Xi Jinping, asumió la presidencia, consolidándose como el líder más autocrático desde Mao. En 2022, durante el XX Congreso del Partido Comunista, fue “reelegido”, allanando su camino hacia un tercer mandato. Con eso pasará a ser el dirigente con mayor permanencia en el poder en la historia de la República Popular, incluso más que el propio Mao.

Lo cierto es que, pese a las reformas económicas iniciadas décadas atrás, el rígido sistema de partido único no ha dado señales de flexibilización. Por el contrario, parece ir afirmándose.

El politólogo Yuhua Wang (Universidad de Harvard) define el Estado de Derecho, en regímenes autoritarios, como un sistema parcial: se respeta la justicia en lo comercial, pero no en lo político. En China, el Partido Comunista (PCC) impulsa un tipo de Estado de Derecho limitado, donde se respeta la justicia en los negocios y en contratos, pero simultáneamente se niega la independencia judicial, ya que la Justicia no puede cuestionar al partido ni a sus líderes. De esta forma, el ambiente es dual: eficiencia económica y control político absoluto.

No debería sorprender la reciente evolución de su economía que revela síntomas de desaceleración, incluso antes de la pandemia de Covid-19, pese a la elevada tasa de inversión aplicada. Se prevé que el crecimiento del PBI chino se ralentice hasta el 4,5% en 2025. ¿El crecimiento continuará? Aún es demasiado temprano para saber si entrará en declive.

La lección es clara: comunismo y autocracia están entrelazados, convirtiéndose en un círculo cerrado. En este sentido, ambos modelos no solo coexisten, sino que se refuerzan y retroalimentan mutuamente. El comunismo necesita de la autocracia para sostenerse y esta, a su vez, encuentra en la ideología comunista un mecanismo de legitimación y cohesión social.

Vale preguntarse si la evolución de las últimas décadas seguirá. Yuhua Wang reflexiona que el comunismo necesita de la autocracia para sobrevivir, pero esa misma autocracia, al asfixiar la libertad y fragmentar al Estado, siembra las semillas de su propia decadencia.

Economista

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/autocracia-y-comunismo-nid18102025/

Volver arriba