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Anaconda: una parodia que no divierte, no asusta y no se sabe muy bien hacia dónde va

Anaconda (Estados Unidos/2025). Dirección: Tom Gormican. Guión: Tom Gormican y Kevin Etten. Fotografía: Nigel Bluck. Música: David Fleming. Edición: Craig Alpert y Gregory Plotkin. Elenco: Jac...

Anaconda: una parodia que no divierte, no asusta y no se sabe muy bien hacia dónde va

Anaconda (Estados Unidos/2025). Dirección: Tom Gormican. Guión: Tom Gormican y Kevin Etten. Fotografía: Nigel Bluck. Música: David Fleming. Edición: Craig Alpert y Gregory Plotkin. Elenco: Jac...

Anaconda (Estados Unidos/2025). Dirección: Tom Gormican. Guión: Tom Gormican y Kevin Etten. Fotografía: Nigel Bluck. Música: David Fleming. Edición: Craig Alpert y Gregory Plotkin. Elenco: Jack Black, Paul Rudd, Steve Zahn, Thandie Newton, Selton Mello, Daniela Melchior. Duración: 99 minutos. Distribuidora: UIP (Sony). Calificación: solo apta para mayores de 13 años. Nuestra opinión: regular.

De todo lo que pretende ser, la versión 2025 de Anaconda no llega a casi nada. El afiche oficial nos invita a vivir una experiencia de “diversión salvaje ¡a lo grande!, pero la risa brilla por su ausencia. Tampoco hay demasiados sustos. Son bastante módicos, seguramente para facilitar el acceso de un público más amplio y familiar.

Si no hay gracia ni miedo, ¿qué tendría la nueva Anaconda para llamar la atención? En apariencia, una parodia muy consciente de una película de 1997 que despertó un extraño entusiasmo, quizás surgido de sus propias fallas. La recordamos como un relato de aventuras y terror ambientado en tierras amazónicas en el que todo estalla (empezando por los planes de filmar un documental sobre una tribu local) cuando irrumpe en la trama la gigantesca serpiente del título con su mortífero poder.

Del film original surgieron varias secuelas y también la idea inspiradora de esta parodia. Cuatro fans, amigos de la infancia, toman la inverosímil decisión (solo creíble en un escenario de sátira pura) de viajar al Amazonas y hacer una remake totalmente artesanal de Anaconda para compensar las frustraciones de sus propias vidas actuales.

De la mano de Tom Gormican, que ya sabe lo que es jugar con una trama de cine dentro del cine (lo hizo con mucha pericia en El peso del talento), el chiste alcanza aquí ribetes casi institucionales que terminan, paradójicamente, suavizando el presumible impacto de la burla. Hay varias alusiones al papel de Sony (el estudio que financió tanto el film original como este proyecto), guiños a la película de 1997 y una sensación generalizada de que se le dieron demasiadas vueltas a este “homenaje” sin decidirse por algún camino en particular.

En esa errática búsqueda quedan frustradas las mejores intenciones. Como la de unir las fuerzas de dos enormes comediantes como Jack Black (demasiado cercano a su personaje de Jumanji) y Paul Rudd, que en vez de congeniar estilos parecen rechazarse. Completan el cuarteto Steve Zahn, otro actor dotado para la comedia que siempre queda en segundo plano, y Thandie Newton (¿cuántas veces se va a cambiar el nombre?), convocada a partir de un gigantesco error de casting para hacer un personaje que nunca sabemos hacia dónde va.

La ausencia de un villano preciso y fácil de identificar eleva todavía más el desconcierto general. Por allí aparece un nuevo ejemplar de la especie mentada en el título destruyendo todo a su paso y amenazando la existencia de nuestros modestos (y asustados) héroes, pero si la Anaconda de 1997 es la referencia a parodiar y homenajear, no tiene sentido alguno aferrarse a la escapatoria sin fin como único recurso para poner en marcha la acción.

Así, los personajes principales quedan a la deriva (en términos individuales y también como grupo dentro de la trama) y cualquier búsqueda de certeza se resuelve a los tumbos, y sobre todo a los gritos. Allí es cuando aparece la inevitable comparación con Una guerra de película (Tropic Thunder, 2008), que en el mismo universo funciona hasta hoy como una referencia inalcanzable.

Filmada en Australia para que parezca Brasil, la nueva Anaconda se empequeñece frente a la obra maestra de Ben Stiller, un portentoso ejemplo de cómo burlarse de los propios mecanismos de la industria con ingenio, audacia, libertad creativa y una voluntad arrasadora para sacudir las convenciones y sacarse de encima miedos y especulaciones. En Anaconda, en cambio, la pretendida burla al “sistema” se proclama (y declama) todo el tiempo. Y la sátira se transforma en publicidad institucional.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/cine/anaconda-una-parodia-que-no-divierte-no-asusta-y-no-se-sabe-muy-bien-hacia-donde-va-nid25122025/

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