Alejandro Catterberg: “Si el Presidente no se confunde, las chances de ganar la partida son muy importantes”
“Para una reelección de Milei, la clave no va a estar en representar el enojo sino en una sociedad satisfecha y esperanzada”, afirma. “Si Milei quiere ser reelecto en 2027, será consecuenci...
“Para una reelección de Milei, la clave no va a estar en representar el enojo sino en una sociedad satisfecha y esperanzada”, afirma. “Si Milei quiere ser reelecto en 2027, será consecuencia de la recuperación de la economía y de la vuelta del consumo”, plantea. “Hay un cambio en la gente, pero no es un cambio ideológico fenomenal ni drástico de la sociedad argentina: no es que se reencauza en el liberalismo”, dice y desarrolla: “La gente quiere vivir tranquila, quiere tener una vida con cierta previsibilidad”. “Si hay algo que el Gobierno tiene a su favor y que la gente manifiesta en las encuestas, son las cuestiones económicas”, afirma. “Hicimos una encuesta en la que le preguntamos a la gente por qué el Gobierno perdió en la Provincia de Buenos Aires. Sólo el 5 por ciento hacía menciones económicas”, ejemplifica. “Las críticas llegan por lo político, ideológico y comunicacional”, precisa. “De haber evitado todo el daño de los últimos meses y de haber alcanzado acuerdos adicionales con los gobernadores, habría conseguido más votos”, asegura. “En las cinco provincias donde el Gobierno llegó a acuerdos, el resultado superó el 50 por ciento. En las provincias donde no acordó, el resultado estuvo por debajo del 40 por ciento”, compara. “En porcentaje de votos, las últimas cuatro elecciones del peronismo en la Provincia de Buenos Aires son las peores cuatro elecciones en los últimos veinte años. No te hablo del kirchnerismo; te hablo del peronismo en su conjunto”, analiza. “Hay un problema estructural en la debilidad del peronismo: está en el mismo proceso, aunque más lento, que el que sufrió el radicalismo hace veinte años”, sostiene. “El peronismo perdió la mayoría del Senado. Y está por dejar de ser la primera minoría del Senado. De las ocho provincias que eligieron senador en esta elección, en seis ganó La Libertad Avanza. El peronismo sólo se impuso en una”, describe.
“El riesgo es que el resultado electoral confunda al Gobierno y los libere de toda responsabilidad en el proceso de deterioro de los últimos meses”, advierte. “Incluso después de esta victoria, éste es un Gobierno que, en términos institucionales, sigue siendo muy débil”, alerta. “Esperemos que el Gobierno no cometa el error de pensar que todos sus votantes equivalen a sus militantes”, señala. “Si quiere avanzar con un proceso de reformas y profundización de los cambios, necesita acordar con otros actores políticos”, concluye.
“Esperemos que el Gobierno no cometa el error de pensar que todos sus votantes equivalen a sus militantes”
Milei, de la crisis al éxito electoral, ¿cómo? Triunfo de Milei, ¿Argentina en proceso de cambio estructural? ¿Los argentinos quieren la racionalidad macro? Economía o política, ¿por qué ganó el Gobierno el 26 de octubre, por qué perdió el 7S? El peronismo, ¿cambia su matriz macroeconómica o desaparece? Gobierno hegemónico, ¿riesgo mileísta o no?
El respetado encuestador y analista político Alejandro Catterberg estuvo en La Repregunta. Catterberg es socio fundador y director ejecutivo de Poliarquía Consultores.
Aquí, la entrevista completa.
Milei sigue ganando. ¿Qué significa para la Argentina?-Los meses previos a la elección pusieron en duda la capacidad de Milei de representar los intereses y las demandas de los argentinos. Contra la mayoría de los pronósticos, tuvo un triunfo contundente. ¿Qué está pasando en el escenario político para que un outsider que llegó en 2023 se consolide como la alternativa con la que insisten los argentinos?
-Primero, el contexto. En los meses previos a la elección había dudas sobre la competitividad del Gobierno, pero en los meses previos a los meses previos estaba muy claro que el Gobierno se estaba encaminando a una elección de mitad de término muy contundente. No había dudas, en ninguna investigación social, de que el Gobierno estaba a las puertas de realizar una de las mejores elecciones de mitad de término de los últimos veinte años por lo menos. Por eso hay que mirar el proceso más largo: ¿qué pasó entre el momento en el que todos o casi todos coincidíamos en que el Gobierno estaba muy fuerte, que tenía alto apoyo social y que se encaminaba a una victoria muy profunda, y el deterioro, las dudas, los cuestionamientos de los meses siguiente, que terminaron el día de la elección? Eran dudas sobre cuán fuertes o débiles estaban el Presidente y el Gobierno.En todo ese recorrido de unos cuatro o cinco meses de deterioro, el Gobierno llegó a una crisis tal que se salvó por un tweet del secretario del Tesoro americano, un lunes a la mañana, una hora antes de que abrieran los mercados, porque si no, el camino hubiese sido muy distinto. Hubo una sucesión de errores, de daños autoinfligidos. No está mal recordarlo porque uno de los problemas en los que el Gobierno podría caer es el pensar que en todos estos últimos meses de gestión no hubo errores, que sólo hubo un ataque de los medios de comunicación, de los factores de poder, de otras dirigencias políticas y que ni el Gobierno ni el Presidente cometieron errores que los llevaron a un proceso de debilidad. El riesgo es que el resultado electoral confunda al Gobierno, los libere de toda responsabilidad en un proceso de deterioro que incluyó denuncias de corrupción con audios; un candidato del Gobierno que tuvo que renunciar a su candidatura, con evidencias y con pruebas; un freno en la economía por decisiones económicas descoordinadas que generaron un parate. Hubo caída de la popularidad, pérdida absoluta del control del Congreso por un quiebre de acuerdos políticos entre el Gobierno y muchos actores del poder. Existió toda una catarata de hechos que puso al Gobierno en esa situación de debilidad que un mes atrás condujo a un resultado electoral en la Provincia de Buenos Aires con el Gobierno sacando una diferencia negativa muy importante. ¿Por qué se recuperó el Gobierno? ¿Cómo volvimos a una situación parecida a la de algunos meses atrás? Hoy el resultado electoral termina sorprendiendo por su magnitud, pero no es mejor de lo previsto; insisto en ese punto. De haber evitado todo el daño de los últimos meses y de haber alcanzado acuerdos adicionales con los gobernadores, ¿habría conseguido algo más? En las provincias donde el Gobierno tuvo acuerdos con los gobernadores, el promedio de los votos fue arriba del 50 por ciento.
-Mendoza, por ejemplo.
-También Entre Ríos, Ciudad de Buenos Aires, Chaco. O en San Luis, donde hubo un acuerdo político, aunque no hubo un acuerdo electoral porque el gobernador (Claudio) Poggi no se presentó pero apoyó y unos días antes, manifestó su apoyo y anunció que iba a votar por la Libertad Avanza. Chaco.
-Es decir, si hubiera tenido la inteligencia política de hacer acuerdos en cada una de esas provincias, habría obtenido un triunfo todavía mayor.
-No en todas las provincias, pero hubo muchas provincias donde en el primer año de gestión del Presidente hubo acuerdos políticos.
-En Corrientes.
-También en Salta, Chubut y otras provincias. En las cinco provincias en las que el Gobierno llegó a acuerdos, el resultado superó el 50 por ciento. En las provincias donde no acordó, el resultado estuvo por debajo del 40 por ciento. Esa es la magnitud de la diferencia y de lo que potencialmente habría conseguido de haber acordado más. Más allá de eso, el resultado fue extraordinariamente bueno para el Gobierno. Hubo un impulso en las últimas dos semanas de campaña que coincidió con que el Gobierno logró retomar el control de la agenda pública. El Gobierno logró que se dejara de hablar de la renuncia de Espert, de crisis interna, de la fragilidad económica. Y el Gobierno frenó al Congreso dos semanas antes de la campaña. En las últimas dos semanas de campaña, además, consiguió que se nacionalizara la elección, que se polarizara un poco más. Así le chupó votos, sobre todo, a las fuerzas del medio que terminaron con una performance peor de lo que se esperaba: Provincias Unidas, los gobernadores no alineados en Provincias Unidas, parte de los 124 partidos que hubo en la elección de este año, los ex candidatos de Juntos por el Cambio. Hubo un sinnúmero de esos candidatos a lo largo de todo el país, candidatos del radicalismo que se presentó solo en muchas provincias, del PRO, de la Coalición Cívica, GEN, de Potencia: todo ese espacio terminó sacando menos de lo previsto. Fueron aspirados por la nacionalización y la polarización de los últimos días de campaña.
“Hay un cambio en la gente, pero no es un cambio ideológico fenomenal ni drástico de la sociedad argentina: no es que se reencauza en el liberalismo”
¿La Argentina cambia para siempre? Racionalidad macro, ¿cambio de época?-Me parece muy interesante lo que plantea, ese foco en la etapa previa a la crisis que atravesó el Gobierno, hasta abril con el FMI, hasta mayo con el triunfo en CABA, cuando parecía que el Gobierno iba a tener una gran elección. Pensando en el votante, el hecho de que haya premiado al Gobierno en esta elección, es muy interesante lo que se puede concluir: premió lo que sucedía en la Argentina de Milei hasta mayo de este año. No todo lo que vino después, una falta de gobernabilidad por dos vías, por el conflicto en lugar del consenso en la relación con la política, con los gobernadores, y por poner en cuestión algunos de los fundamentals de la economía que le habían permitido cosechar apoyo a Milei en 2024. ¿Quiere decir que los votantes están más mileizados que el propio Milei en el mejor aspecto del mileísmo, que es la racionalidad macroeconómica?
-No sé si comparto todo el punto. ¿Qué significa “los votantes”? Implica asumir que la conducta del sujeto “los votantes” es única. En realidad, se puede separar el mundo de los votantes. Hay dos grupos, en principio. Un grupo corresponde a aquellos que están identificados y convencidos y que nunca dudaron en restringir su apoyo. Otro grupo son aquellos que votan como se ve un meme que circuló mucho en los días previos a la elección, un bebito que se lleva un limón a la boca: poniendo cara de asco, como diciendo “igual hay que apoyarlo”. Esperemos que el Gobierno no cometa otro error: pensar que todos los votantes equivalen a sus militantes. Una cosa son los militantes, mucho más identificados con la ideología, el estilo, la comunicación del Gobierno. Y otra cosa son votantes que provienen de otro origen político y trayectoria, con un perfil sociodemográfico y ideológico diferente, y que, a pesar de que no le gustan las decisiones políticas y el estilo de liderazgo del Presidente, siguen acompañando a partir del temor de lo que podría ocurrir en términos económicos, financieros si al Gobierno le iba mal, el temor de lo que podría ocurrir ante una victoria del peronismo kirchnerismo. Hay diversas razones de por qué la gente votó a Milei. Hay un grupo muy importante que lo votó porque es lo que más le gusta. Hay otro grupo muy importante que votó porque es lo que menos le molesta.
-Eso son dos conjuntos, pero hay una superposición, una intersección al estilo diagrama de Venn, de esos dos conjuntos de votantes. ¿Hay algo que permita decir que empieza a consolidarse una corriente subterránea sostenida a partir de 2023, casi como una herencia de lo sucedido en 2015, con votantes que privilegian una racionalidad macroeconómica por sobre otras cuestiones?
-2023 fue un punto de quiebre en la política argentina, tanto como lo fue la hiper o como lo fue la crisis de 2001 y 2002, por lo menos desde mi óptica. No está tan generalizada esta visión porque no explotó el país de la forma en que explotó en 2001 o con la hiper. Ahora, hubo un quiebre, una crisis de representación fenomenal cuyas consecuencias seguimos viendo. Los partidos y los liderazgos que dominaron la Argentina durante veinte años están en retirada. Juntos por el Cambio dejó de existir; el radicalismo sacó menos del 1 por ciento de los votos a nivel nacional. En los lugares donde no fue aliado con el Gobierno, Pro sacó menos del 1 por ciento de los votos. Ya vimos lo que sacan cuando participan solos, como ocurrió en la Ciudad de Buenos Aires.
Votos. ¿Por qué el Gobierno ganó con la economía y perdió con la política?-Insisto con mi pregunta, Alejandro. El fenómeno de Pro, el impacto en su caudal de votos, es importante, pero es muy distinto a lo que le pasa al radicalismo: mientras que en las banderas del radicalismo se votan, en relación a las banderas de PRO, se podría decir otra cosa: que La Libertad Avanza se apodera de esas banderas y las potencia. Por eso mi pregunta sobre si hay algún tipo de cambio más estructural.
-Para que entendamos esa crisis de representación fenomenal que se llevó puesto a gran parte del sistema político argentino, las raíces, en gran medida… porque también juega el cansancio con la polarización económica y la confrontación y la discusión de temas que ya no tenían sentido… Pero el origen principal de todo esto es la frustración económica. La Argentina no explotó por el aire como en 2001 o como en el ´89, pero igual veníamos de un proceso fenomenal de deterioro económico. No llevaba un año o dos; es un proceso de los últimos diez años. El PBI per cápita de la Argentina sigue siendo 15 por ciento más bajo que hace una década. La reconstrucción de una economía que más o menos funcione, la baja de la inflación, que es el impuesto que más afecta a los pobres y le quita a cualquier argentino la capacidad de planificar una vida más o menos normal, la previsibilidad mínima en la vida diaria son cambios trascendentales. Y frente a la discusión de hoy, que también se dio en la campaña, sobre cómo gana el Gobierno si la gente no llega al día 15, la realidad es que durante el gobierno de Milei la pobreza bajó 20 puntos. Me cansé de discutir este punto, inclusive con mis socios de Poliarquía: ¿qué es lo que más pesaba? Si lo que estaba pesando en el proceso de deterioro del Gobierno era la economía o eran errores políticos. Mi argumento siempre fue que si hay algo que el Gobierno tiene a su favor y que la gente manifiesta en las encuestas, son cuestiones económicas. Lo dije reiteradamente y lo vuelvo a reiterar hoy, Luciana: durante los últimos meses, nos pasamos relevando lo que la gente reconocía y lo que la gente criticaba. Los reconocimientos venían en gran medida por lo económico y las críticas, en gran medida, por lo político, ideológico y comunicacional. Obviamente hay sectores que criticaban lo económico. Pero todavía más: cuando sacás a los kirchneristas y sus críticas y te concentrás en la crítica de los votantes blandos o potenciales, el tema económico quedaba aún más en un lugar marginal. Hicimos una encuesta en la que le preguntamos a la gente por qué el Gobierno perdió en la Provincia de Buenos Aires. Sólo el 5 por ciento hacía menciones económicas. Todo esto es para responder tu pregunta…
-Entonces la respuesta es sí.
-Hay un cambio, pero no es un cambio ideológico fenomenal ni drástico de la sociedad argentina: no es se reencauza en el liberalismo. Lo que la gente vio es que la economía estuvo mejorando con respecto al inicio del Gobierno, que el Presidente pudo cumplir en gran medida con su promesa de bajar la inflación, más allá de que en los últimos meses la situación está peor que a principios de año. Y también está el factor temor: eso fue lo que terminó generando este corrimiento de tres o cuatro puntos en la elección en los últimos días. El promedio de las encuestas le daba un triunfo al Gobierno por el 37 por ciento de los votos, y sacó 40 por ciento. Pero ese corrimiento de los últimos días existió y muchos estudios lo captaron. Tiene que ver con el temor a lo que podría ocurrir frente a la derrota.
Tranquilidad y previsibilidad. ¿Qué tienen los argentinos en la cabeza?-Mi pregunta no es sobre si esta tendencia subterránea, que está aflorando con mayor consistencia en cada elección, equivale a una Argentina que ingresa al neoliberalismo salvaje sino, simplemente, si la gente empieza a creer que una macroeconomía razonable, parecida a la de Uruguay o Chile, es lo que quiere para el país y ya no la relativización de indicadores como la inflación, o el quitarle la importancia al déficit, que ha sido un argumento del kirchnerismo durante muchos años.
-La gente quiere vivir tranquila, quiere tener una vida con cierta previsibilidad. Todo el sistema político anterior, que dominó veinte años, la Argentina está muy golpeada, severamente golpeado. Desde el piso de apoyo con el que contaba, de unos 35 puntos, el Gobierno logró reconquistar o convencer a un sector de la sociedad adicional, unos cinco o seis puntos adicionales. Le dio un nuevo crédito hacia adelante. Hacia adelante, el desafío del Presidente está en si comprende que esta es una enorme oportunidad para relanzar su gobierno. Una enorme oportunidad para entender qué errores no volver a cometer. Una enorme oportunidad para entender que hubo problemas de liderazgo político al interior de su Gobierno y también hacia fuera del Gobierno. Una oportunidad para entender que, más allá de la importante fortaleza que logró en el Congreso, no tiene posibilidad alguna de generar mayorías propias y, si quiere avanzar con un proceso de reformas y profundización de los cambios, necesita reconocer y acordar con otros actores políticos, muchos de ellos gobernadores. El Gobierno tiene una oportunidad para enmendar errores de carácter institucional que cometió en el primer tramo. Tiene la posibilidad de volver a enviar pliegos de jueces para la Corte Suprema y que esta vez sean intachables en lo profesional, en lo académico y en lo ético. Es una oportunidad para que el Gobierno y el Presidente comprendan que su estilo de comunicación agresivo fue muy efectivo para ganar en 2023, pero ya eso no paga como pagaba antes. Fue muy efectivo para captar la bronca, la frustración de la sociedad, pero si el Presidente quiere ser reelecto en 2027, la clave no va a estar en la frustración y el enojo de la gente sino en una sociedad satisfecha, contenta, esperanzada. Va a tener que ser consecuencia de un proceso de recuperación de la economía y de vuelta al consumo. El Gobierno entra a una segunda etapa de gestión en una posición mucho más sólida de la que tenía en términos institucionales y de poder fáctico cuando asumió la presidencia. Tendrá un Congreso mucho más favorable, con un sistema político queestá dispuesto a volver a la mesa de negociaciones. El Gobierno está en un contexto bastante favorable.
“Hay un problema estructural en la debilidad del peronismo: está en el mismo proceso, aunque más lento, que el que sufrió el radicalismo hace veinte años”
-Y con el apoyo de Estados Unidos.
-Sí, además eso. Se viene mencionando mucho, con escepticismo o realismo, el antecedente de Mauricio Macri y su triunfo en las elecciones de mitad de término y cómo, a los pocos meses, todo cambió. Punto uno, hay que reconocer la velocidad de los eventos políticos. A principio de año, el Gobierno se llevaba todo puesto; unos meses después, elGobierno se caía y tuvo que ser salvado a último momento por el tesoro americano. Y ahora, después de las elecciones, se lo ve como un gobierno que ya ganó la reelección. No es así. Todos tenemos que entender que la política, la población y el Gobierno cambian muy rápidamente. El Gobierno tiene que reconocer que aunque haga todo bien durante catorce meses, si después, durante un mes y medio, hace las cosas mal, eso se paga de forma muy acelerada. Ahora bien, el contexto actual ofrece ventajas: no tenemos una sequía a la vuelta de la esquina, sino todo lo contrario, precios de los commodities y de la soja subiendo, una campaña este verano en el campo que va a ser extraordinariamente buena. No tenemos déficit energético que obligue a gastar miles de millones de dólares en importar energía. Al contrario, tenemos superávit energético y estamos recibiendo dólares por exportar, porque Vaca Muerta sigue creciendo. Empieza a haber más movimiento en las otras industrias extractivas, como la minería. El contexto para los mercados emergentes es más que favorable. Gran parte del ajuste fiscal y de los precios relativos ya fue realizado. Y además, hay otro dato, como vos decís, que es fenomenal, sorprendente y cuyo nivel de profundidad todavía no tenemos del todo calibrado, el apoyo de Estados Unidos en la magnitud que vemos. Todo ese contexto suma: un Presidente que mantiene buenos niveles de aprobación por parte de la sociedad y que además logra un buen resultado electoral; un Congreso que le es favorable, con un peronismo retrocediendo y que sigue perdiendo bancas en el Senado y que le abre la puerta a conseguir mayorías; y una oportunidad para el Presidente para corregir sus errores y vincularse con otros actores de poder, con el periodismo, etcétera. El Presidente tiene una oportunidad impresionante si no se equivoca. El Presidente dice “las negras también juegan”, como justificándose de lo que pasó en estos últimos meses.
-Se refiere a que la oposición también juegan.
-Sí, pero las blancas también hoy, cuando uno mira el partido, están en una posición muy dominante. A menos que de la nada surja un cisne negro en los próximos meses, si el que mueve las blancas, es decir el Presidente, no se confunde cuando uno mira el tablero se ve que las chances de ganar la partida son muy importantes.
Peronismo y kirchnerismo. ¿O moderniza su macro o desaparece?-Pensando en 2027, pero no con un afán de plantear el análisis electoral, sino de plantear cómo continúa la Argentina. Supongamos que la Argentina continúa por esta senda de razonabilidad económica, con crecimiento, con inflación cada vez más a la baja, ¿cómo sostener esos logros ante un cambio de gobierno y, eventualmente, una alternancia política? Y ahí entra a jugar el peronismo kirchnerismo. El Gobierno ganó las elecciones basado en dar respuestas económicas. ¿La transformación del kirchnerismo o del liderazgo del kirchnerismo y del peronismo debe necesariamente pasar por una transformación de su oferta y visión macroeconómica y económica?
-Necesita un cambio en todo sentido. Tenemos dos problemas. Primero, en esta elección, el peronismo ganó sólo en siete provincias del país. En tres de ellas, ganó por menos de 0,5 puntos de diferencia. O sea, por ahí el peronismo termina ganando sólo en cuatro provincias el peronismo. Hoy gobierna sólo siete provincias y si uno saca la provincia de Buenos Aires, las otras no son muy significativas. Tucumán es una provincia mediana; las demás son provincias muy menores en términos de impacto poblacional, económico, etcétera. Hace dos años, apenas dos años, gobernaba catorce provincias. Y más atrás en el tiempo, llegó a haber unas diecinueve provincias peronistas. Hay un retroceso constante, una pérdida de control territorial. Hay una pérdida de identidad y de votos. Y miremos la cantidad de gente que votó al peronismo en esta elección; debe ser lo más bajo en décadas.
-Usted viene señalando que el triunfo en la Provincia de Buenos Aires el 7 de septiembre fue un triunfo con pocos votos comparativamente con otras elecciones.
-Sí, porque, además, en términos de cantidad de votos, fue de las peores porque fue muy poca gente a votar. En porcentaje de votos, las últimas cuatro elecciones del peronismo en la Provincia de Buenos Aires son las peores cuatro elecciones en los últimos veinte años. No te hablo del kirchnerismo; te hablo del peronismo en su conjunto. Hubo elecciones en las que Sergio Massa enfrentaba al propio kirchnerismo. En cambio, ahora están juntos. Cuando se mira al peronismo en su conjunto, las cuatro últimas elecciones son las peores de los últimos veinte años. El kirchnerismo está en una crisis profunda. Cristina Kirchner está en prisión sin posibilidad de poder presentarse por el resto de su vida, con un fallo confirmado por la Corte Suprema de muy difícil vuelta atrás. Cristina Kirchner no tiene un heredero. Máximo Kirchner no tiene competitividad electoral ni tiene siquiera la atracción o el apoyo en la opinión pública que sí tiene su madre, que ya está bastante limitada, aunque conserva apoyo en un núcleo duro de la sociedad. Cristina Kichner intentó una búsqueda de nuevos herederos. Juan Grabois no parecía ir a ningún lado. En este proceso, el kirchnerismo está perdido en medio de ese proceso de debilitamiento estructural. Sigue enroscado en tratar de no ceder el liderazgo y la conducción de esta coalición que se desangra, que es el kirchnerismo y el peronismo en la provincia de Buenos Aires.
-¿Kicillof no es una opción?
-Sí es una opción. Es el gobernador de la provincia más importante. Tiene recursos simbólicos, institucionales y mediáticos para sostenerse. Es la voz que viene a desafiar a Cristina Kirchner: por ahora, desde adentro del kirchnerismo, ella se le planta. Pero faltan dos años para la elección presidencial, falta un montón de tiempo. Pero además, eso se da en un contexto de un peronismo desarticulado, sin identidad, sin mensaje, sin renovación de liderazgos o de emergencia de liderazgos, más allá de Kicillof, que está en una situación con mucho conflicto. Con la presencia de Cristina Kirchner que intenta resistir, y de La Cámpora y de Máximo Kirchner, que intentan evitar esa transición en el dominio del espacio. Y una de las cosas más importantes es que ese panorama se traslada al Senado. Hace dos años, el peronismo perdió la mayoría en el Senado. Estructuralmente, el Senado estaba hecho para que fuera dominado por el peronismo: todas las provincias mandan la misma cantidad de senadores y el peronismo gobernaba históricamente la mayoría de las provincias, sobre todo la más chica. Al ir perdiendo esas provincias y pasar de diecinueve provincias a catorce y ahora, de catorce a siete, perdió la mayoría del Senado. Y está por dejar de ser la primera minoría del Senado. De las ocho provincias que eligieron senador en esta elección, en seis ganó La Libertad Avanza. El peronismo sólo se impuso en una. Hay un problema estructural en la debilidad del peronismo: está en un proceso, aunque más lento que el que sufrió el radicalismo hace veinte años. Las raíces del peronismo en la sociedad, en el poder y en el Estado argentino; son mucho más profundas que lo que fue el radicalismo. Ahora hay un problema grave. La elección de septiembre disimuló o puso en pausa esastensiones, esas internas y esa fragilidad. Pero con la elección intermedia quedó claramente evidenciado el problema profundo que hay en el interior del peronismo. Hay que ver si sus integrantes tienen capacidad y voluntad de resolverlo, o le termina pasando lo que estamos viendo, fragmentación y atomización de la política argentina. Lo que empieza a predominar es lo local. Antes ex dirigentes, gobernadores, líderes provinciales integraban un comando nacional peronista. En cambio, hoy dicen: hacemos la nuestra, como el caso Salta, por ejemplo.
Hegemonía Milei. ¿Un riesgo en la nueva etapa?-Esta debilidad del peronismo al menos en términos de pérdida de poder obstruccionista en el Senado, ¿es un problema para el Gobierno? Lo planteo en este sentido: si no encuentra contrapeso en el Congreso, un gobierno con el instinto político de Milei, que es avasallante en términos comunicacionales, de sus batallas narrativas y culturales, y de las reformas que quiere impulsar, ¿puede encontrarse en una trampa?
-¿Trampa de qué estilo?
-Una trampa en el sentido de que sobregirar su poder.
-No. Este Gobierno todavía es más débil que fuerte. Desde el primer año, se le decía que iba hacia el autoritarismo y un riesgo de virar hacia la hegemonía institucional, en parte porque tiene conductas que son muy criticables, desde atacar al periodismo, agredir a actores y sectores que no comulgan con el propio Gobierno. Incluso después de esta victoria, éste es un Gobierno que, en términos institucionales, sigue siendo muy débil. Es un gobierno que no tiene mayoría en ninguna de las dos cámaras. No tiene control sobre el sistema judicial, como otros gobiernos lo han tenido. No tiene territorialidad todavía. El temor a que el Gobierno vaya hacia un esquema hegemónico y autoritario está todavía muy lejos.