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Aeroparque: taxistas y choferes de aplicaciones se unen contra un grupo “camuflado” y escala una pelea inesperada

Son las 11.30 de la mañana y el aire cálido sobre la Costanera se mezcla con el ruido de los motores y el movimiento constante de autos y pasajeros. Frente a la terminal de arribos nacionales del...

Aeroparque: taxistas y choferes de aplicaciones se unen contra un grupo “camuflado” y escala una pelea inesperada

Son las 11.30 de la mañana y el aire cálido sobre la Costanera se mezcla con el ruido de los motores y el movimiento constante de autos y pasajeros. Frente a la terminal de arribos nacionales del...

Son las 11.30 de la mañana y el aire cálido sobre la Costanera se mezcla con el ruido de los motores y el movimiento constante de autos y pasajeros. Frente a la terminal de arribos nacionales del Aeroparque Jorge Newbery, los vehículos avanzan en fila ordenada. A la izquierda, aparece una línea de taxis amarillos y negros, que llevan la autorización del gobierno de la ciudad de Buenos Aires. En el corredor central, los carteles verdes y negros señalan los pick up points de las aplicaciones móviles: tanto Cabify como Uber tienen su propio espacio reservado para que suban los pasajeros, identificados con sus logos. Todo parece funcionar con normalidad.

A pocos metros del tótem de taxis, un hombre se apoya sobre un auto gris. Mira a los pasajeros que salen del hall de la estación aérea y, con tono suave, repite una frase breve: “¿Buscan auto?”. Una pareja de turistas se detiene. Uno de ellos muestra en su celular el precio que les marcó el código QR del cartel de taxis. El hombre responde rápido: “Yo se los consigo por la mitad”. Los tres cruzan hacia la vereda de enfrente, donde una hilera de autos sin identificación los espera con el motor encendido.

El 10 de octubre pasado, el video de una pelea entre choferes en la puerta de Aeroparque se viralizó en redes sociales. Se ven empujones, golpes e insultos frente a la terminal. “Se tienen que quedar de ese lado, ¿entendieron el mensaje? De ahí no salen más”, grita un hombre.

El registro pareció traer de vuelta un conflicto que en Buenos Aires ya tenía historia: la disputa por los pasajeros entre taxis y aplicaciones. Pero la historia detrás de las imágenes es otra. Según pudo saber y luego verificar LA NACION, el problema no es entre los servicios formales sino contra un nuevo grupo que opera ofreciendo viajes económicos por fuera de las aplicaciones y del sistema regulado, simulando ser remiseros o conductores de plataformas.

“Es competencia desleal”

Cristian Pizzano pertenece a la Federación Nacional de Conductores de Taxis y describe la situación: “Los carteles están claros. Las apps pueden recibir y descender pasajeros, pero no quedarse. Los únicos que pueden permanecer son los taxis. Lo que apareció fue un grupo que se camufla: ofrecen primero taxi, después remís y, si no, un Uber más barato, pero se llevan al pasajero por fuera de la aplicación”.

Si bien el conflicto salió recién a la superficie, lleva un tiempo. “Siempre son los mismos vehículos. Los veíamos estacionados, hablando con pasajeros. Se dio aviso. Ese sábado los encontraron dentro del aeropuerto, ya con pasajeros. Se llamó a la PSA. Los corrieron, pero argumentaron que podían ofrecer servicio por libertad de oferta. Volvieron a cruzar. Hubo insultos, empujones, y se vio lo que se vio”, amplía.

El relato de Mariano, que es delegado de la federación de taxistas, coincide: “El sistema funciona bien. Las aplicaciones tienen sus dársenas, nosotros la nuestra. El problema es que un grupo se instala en la plazoleta de enfrente y ofrece viajes. No sabemos a quién responden. Pedimos que se los controle igual que a nosotros”. Según afirma, algunos integrantes de ese grupo se ubican en el boulevard de la Costanera, frente a la terminal, mientras otros recorren el hall interior del aeropuerto ofreciendo traslados. “Nosotros trabajamos con todas las regulaciones. Es competencia desleal”, agrega.

Alan, otro taxista que trabaja habitualmente en el aeropuerto porteño, refuerza: “El problema no es con los choferes de apps. Es con los que se quedan en el medio, los que cruzan y nos sacan los viajes. Ese día, la PSA los sacaba y ellos volvían. Queremos más fiscalización”.

Este medio presenció un intercambio que evidencia la tensión reinante. “Cuando te encuentre en la avenida, vos sos fiambre. Yo respeto al que labura”, le dijo un taxista a un conductor de uno de los vehículos no identificados.

Del lado de las plataformas, enfatizan que operan con puestos de encuentro señalizados, acordados con el aeropuerto y que sostienen estrictos protocolos. “Comunicamos a los conductores mediante mensajes in-app y materiales de capacitación la obligación de usar los puntos habilitados. Monitoreamos desvíos y reforzamos buenas prácticas”, señaló a LA NACION Manuel García Machado, responsable del área de crecimiento del negocio de Cabify.

Desde Uber afirmaron que el procedimiento es el mismo que en el resto de la ciudad: el usuario solicita el viaje, el conductor acepta, en este caso se dirige al pick up point de Aeroparque y se encuentra con el pasajero.

En Didi indicaron que, si bien aún no cuentan con una dársena exclusiva en la terminal aérea, están en conversaciones con las autoridades para establecerla conforme al decreto 883/2024.

El sistema formal —tanto el QR de taxis como el registro digital de las aplicaciones— permite vincular cada viaje con una patente, un conductor y un recorrido. En el esquema paralelo, ese rastro desaparece. Los pasajeros no tienen comprobante ni identificación del vehículo, y para las autoridades esa diferencia marca el límite entre un viaje regulado y uno ilegal. Ninguno de los choferes del sistema “informal” aceptó responder las preguntas de LA NACION.

“No hay conflicto con los taxistas. Esto fue por un grupo que hace base enfrente. Uno desde adentro pasa los datos de los pasajeros y ellos los agarran. Ofrecen viajes más baratos. Los taxis se dieron cuenta y se armó el lío. Pero no fue con nosotros”, aclara Claudio Norberto, chofer de Cabify.

Rodrigo, conductor de Uber, se indigna: “Algunos, en su mayoría venezolanos, cruzan hasta la parada de taxis para ofrecer llevar por un precio mejor. En Ezeiza no los dejan, porque hay más control y la app te pone en una fila virtual”.

En el Aeroparque y sus alrededores, las responsabilidades se dividen entre el gobierno de la ciudad, que está a cargo de la regulación de taxis y aplicaciones; Aeropuertos Argentina, que administra la infraestructura de la terminal, y la PSA, encargada de la seguridad.

De acuerdo a lo informado por Aeropuertos, tras el enfrentamiento que se hizo viral, las tres instancias acordaron reforzar la presencia de personal para un mayor control y evaluar medidas preventivas. “Taxistas y aplicaciones están trabajando desde hace tiempo. Esto es otra cosa: gente que ofrece viajes a viva voz por fuera de los sectores habilitados”, confirmaron a LA NACION.

Desde el gobierno porteño, se limitaron a señalar que toda la vereda del Aeroparque y sus dársenas se encuentran bajo jurisdicción de la PSA. Las fuentes de la policía aeroportuaria indicaron que el personal “acudió de manera preventiva” por la pelea entre choferes, pero no dio precisiones sobre el conflicto de fondo.

“¿Querés auto o ya tenés?”

Pasado el mediodía, el movimiento sigue siendo constante en Aeroparque. Los autos de aplicaciones avanzan por el corredor designado, los taxis esperan turno detrás de la barrera. En el otro margen, tres vehículos grises permanecen inmóviles frente al cantero. Los conductores observan la salida de personas del hall. Uno de ellos se adelanta, intercambia unas palabras con un taxista y retrocede cuando un agente de la PSA se aproxima.

Minutos después, vuelve a acercarse y consulta: “¿Necesita un auto?”. La mujer a la que se dirige niega con la cabeza y cruza hacia la dársena de Cabify. La pantalla muestra el punto de encuentro. Ella avanza, el auto llega, sube y se va. Enfrente, los vehículos siguen quietos, mirando hacia la puerta que se abre y se cierra sin pausa.

Durante el recorrido de LA NACION, la secuencia se repitió varias veces. En el corredor formal, los taxis suben y bajan pasajeros con el sistema QR visible en los postes. Los autos de Uber y Cabify ingresan por el carril asignado, se detienen brevemente y continúan. Del otro lado, sobre la Avenida Costanera, los autos sin identificación esperan alineados junto al cantero.

Algunos conductores permanecen afuera de sus vehículos, apoyados en las puertas, observando el movimiento del hall. En un momento, uno de ellos ofrece a esta cronista un viaje sin saber que estaba buscando información periodística.

“¿Querés auto o ya tenés?”, consultó. Al preguntarle si era chofer de Uber, dudó. “Sí”, dijo primero. Cuando se le propuso una entrevista, se puso nervioso, respondió que no y se identificó como chofer de taxi. Después cambió: “Cabify”. Finalmente, encendió el auto y se fue.

Los traslados se concretan sin aplicación, sin ticket y sin trazabilidad. Cuando hay presencia de agentes de la PSA o inspectores, cruzan la calle o se dispersan. La maniobra ya está aceitada.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/aeroparque-taxistas-y-choferes-de-aplicaciones-se-unen-contra-un-grupo-camuflado-y-escala-una-pelea-nid21102025/

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