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“Acá es fácil hacer amigos”. La llaman ‘La Topadora’, es luchadora de Sumo, se enamoró de la Argentina e inspiró un documental de Netflix

Hiyori Kon está lejos de casa. Se crio en Ajigasawa, un pueblo pesquero en la prefectura de Aomori, al Norte de Japón. La región es conocida como la cuna de grandes luchadores de sumo. No tiene ...

“Acá es fácil hacer amigos”. La llaman ‘La Topadora’, es luchadora de Sumo, se enamoró de la Argentina e inspiró un documental de Netflix

Hiyori Kon está lejos de casa. Se crio en Ajigasawa, un pueblo pesquero en la prefectura de Aomori, al Norte de Japón. La región es conocida como la cuna de grandes luchadores de sumo. No tiene ...

Hiyori Kon está lejos de casa. Se crio en Ajigasawa, un pueblo pesquero en la prefectura de Aomori, al Norte de Japón. La región es conocida como la cuna de grandes luchadores de sumo. No tiene nada que ver con Parque Chacabuco. Ella se enamoró del deporte a los seis años, cuando su hermano mayor la llevó a ver su primera lucha. El sumo la entusiasmó de tal manera que comenzó a entrenar en la escuela primaria. En sus primeros tres años de práctica, no perdió ni una lucha. Ganó todas. “Incluso contra varones”, define en un imperfecto pero esforzado castellano.

Puntual y bien predispuesta, recibe a LA NACION en el polideportivo de Parque Chacabuco. A la japonesa le cuesta creer que su vida genere interés, especialmente de este lado del mundo. Se prepara para dar una clase, con su uniforme, un taparrabos que parece un pañal pero se llama ‘fundoshi’. El accesorio pesa tres kilos y requiere un meticuloso proceso para ser debidamente ajustado. Pocos en el polideportivo, fuera de sus alumnos de la Asociación de Sumo Argentina, saben que esta japonesa que hoy está en Buenos Aires, es subcampeona mundial y que protagonizó un documental internacional para Netflix.

Little Miss Sumo

“No lo es de manera oficial, pero muchos piensan que es el sumo es el deporte nacional del Japón. En casa, el sumo se miraba mucho. A mi abuelo le gustaba, así que esperaba con ansias cada temporada”, cuenta Kon Hiyori. Y es que lo grandes torneos de sumo (O Zumo o Grand Sumo) profesional se realizan en Japón en enero, mayo y septiembre y son gran acontecimiento que se transmite por televisión.

-Hay muchas versiones sobre el origen del sumo, pero una de ellas habla de la estrecha relación con el sintoísmo, la religión de Japón. Hay gestos, poses... ese ejercicio que hice, de pisar fuerte el suelo al entrar es para espantar a los malos espíritus que están en la Tierra. De modo tal que la tierra se vuelva fértil y que eso enriquezca a las personas. También por tradición se tira sal al ingresar, para purificar el ambiente...

Venerados y admirados en todo Japón, los corpulentos luchadores profesionales, son considerados unicornios en medio de la discreta y uniforme sociedad. Llevan una vida diferencial que les permite adquirir su potencia y fuerza, con ejercicio, un estilo de vida y comida. El tamaño, importa.

Y es que en el sumo, se trata de que los luchadores peleen hasta sacar a su contrincante del dohyō, el “ring” o cancha con forma de círculo. “Si cualquier parte de tu cuerpo, excepto las plantas de tus pies, toca el suelo, pierdes. También pierdes si tus pies salen del ring”, dicta el ABC de este deporte. Son reglas simples.

La tradición del sumo profesional japonés también prohíbe a las mujeres entrar al dohyō. El “ring” es un espacio sagrado y cualquier presencia femenina es considerada “contaminante”. Es por eso que el sumo es un deporte asociado casi con exclusividad con los hombres. Son pocas las mujeres que continúan compitiendo de manera amateur una vez que egresan del secundario. “El ambiente cultural no fomenta que eso suceda”, detalla.

“Así es, aun en la actualidad”, remarca Kon con resignación. “En el O-zumo (el sumo profesional) no permiten mujeres y en el algunos dohyō de religión sintoísta no se les permite participar a las mujeres. Nos prohíben entrar. No conozco la razón exacta, pero tampoco me interesa. Estoy muy contenta de que podamos competir en el sumo amateur, sin importar el género, el país, la nacionalidad y la religión”, remarca esta abanderada del sumo femenino.

-En el documental señalan que tu padre no estaba de acuerdo con que continuaras practicando sumo. ¿Tu pasión por la lucha generó controversia en tu familia?

-No, no fue un tema especial. Ni mi mamá ni mi papá dijeron nada. Quizá mi abuelo sí... y es el que él pensaba que yo estaba luchando “en cuero” (en sumo, los luchadores varones solo están cubiertos por el fundoshi) así que me decía que no lo hiciera. Pero ese mismo abuelo fue quien luego me acompañó a las competencias y me alentó.

Kon estudió Relaciones Internacionales en la Universidad de Kyoto, fue parte del Club de Sumo de la Universidad Ritsumeikan y la primera integrante femenina de su equipo empresarial. En el mundo de las luchadoras la llaman “La Topadora”.

La actitud de Hiyori llamó la atención del director británico Matt Kay, un nominado al Emmy que en 2018 la eligió como protagonista de “Little Miss Sumo”, un documental de Netflix que fue traducido en 30 idiomas diferentes y hoy se puede ver en 190 países.

-“A Hiyori no se le permite competir profesionalmente. ¿El Motivo? Es mujer“, dice el documental.

-Era algo que ya lo tenía incorporado desde el principio. Pero creo que si el sumo femenino se vuelve más popular, esas barreras podrían desaparecer. Incluso, quizás, el sumo femenino podría convertirse en profesional en el futuro. Esa es una de las razones por las que me esfuerzo tanto.

-¿Cómo llegaste a protagonizar el documental?

-El director vino a Japón, filmó a una compañera para un video promocional y le gustó el sumo femenino. Quiso hacer un documental y me eligió como protagonista porque era la más joven en mi equipo. Según me contó, fue porque así tenía más tiempo para seguirme y es que, en general, para hacer un documental son necesarios dos o tres años de trabajo y filmación.

-“Litte Miss Sumo” fue exhibido en el British Film Institute, y en el Festival de TriBeCa en Nueva York y, en 2019 fuiste parte del ranking “100 Women List” de BBC entre las mujeres más importantes del mundo y de la lista “Forbes 30 Under 30″...

-(Sonríe) Mi familia estaba orgullosa, iban y les contaban a todos los conocidos.

-Aun después del movimiento “KuToo” (una campaña de mujeres japonesas contra la obligación de usar tacones altos en el trabajo), poco se sabe de la situación de las mujeres japonesas en la sociedad, ¿te consideras feminista?

-No lo creo. Si alguien me ve como una feminista, es por la imagen que la sociedad creó.

-¿Alguna vez te hicieron sentir mal por ser mujer?

-Realmente, no. Comparando, la voz femenina en Japón es mucho menor que la de Argentina, pero esos estereotipos que había antes, donde la mujer en Japón debía ser de determinada manera, ya no existen.

-Hace días, en Japón asumió Takaichi Sanae, la primera mujer que va a gobernar el país. ¿Es el comienzo de un cambio?

- Mmm... no lo se, pero lo que ella haga va a ser observado mucho más que si fuera un Primer Ministro varón. Que esté ella es histórico.

-También hace unas horas los luchadores de sumo se convirtieron en noticia al recorrer Londres, por el Gran Torneo de Sumo en el Royal Albert Hall...

-No vi nada, la verdad es no miro ni otros partidos, salvo que alguien me diga que hay alguien muy bueno. Ahí sí lo miro para estudiarlo.

Una luchadora en la Argentina

“Estudié Relaciones Internacionales porque me interesaba difundir el sumo en el extranjero, pensé que ayudaría”, explica Hiyori mientras se suelta el pelo y se acomoda para conversar. De pronto y sin mediar una palabra, una de sus alumnas de la clase de sumo para niños, se acerca a regalarle una mielcita sabor frutilla. La “sensei” (profesora) agradece con “Gracias” y pregunta en japonés “¿es miel?“.”

Aun hoy, Kon, o “Constanza” como la “argentinizaron” en el polideportivo, se sorprende por cómo chicos argentinos se acercan a practicar este deporte, uno que en Japón sí es común que ese practique en las escuelas, eso le da esperanzas.

“Para que el sumo femenino sea mejor considerado, debemos aumentar el número de participantes y para eso trabajo. Si no aumenta, no será posible evitar que sea considerado un deporte que no vale la pena”, asegura.

Fue por eso que, hace un año, la luchadora se embarcó en una nueva aventura: convertirse en voluntaria de JICA (Agencia de Cooperación Internacional del Japón) para promover el sumo en el mundo. “Me trajo a la Argentina el deseo común de toda la comunidad del sumo, que es hacer del sumo un deporte olímpico“, responde. “También vine porque Argentina fue el único país que pidió una voluntaria de JICA en sumo”, señala Kon Hiyori.

“Así fue. La pedimos para mejorar la enseñanza y el método, pder tener una base mucho más sólida, porque acá no teníamos método de entrenamiento ni nada”, señala Juan Carlos Yamamoto, vicepresidente de la Asociación Argentina de Sumo y espontáneo traductor. “Al principio pedimos un varón, pero no había voluntarios -confiesa-. Luego Hiyori se ofreció y aceptamos con gusto, ella nos está ayudando muchísimo y le estamos muy agradecidos”.

-¿Cualquier persona puede practicar sumo?

-Sí, cualquiera. Es cuestión de ponerse a entrenar. Un partido puede durar segundos, así es que tenés que tener velocidad, más que fuerza. Es una cuestión de equilibrio, debés lograr que el otro pierda el equilibrio. También, es un deporte muy individual, mentalmente similar al tenis, una vez que subís al dohyō, lo que pase depende solo de uno.

-Viéndote acá, rodeada de chicos, resulta difícil imaginarte como “La Toadpra”.

-Desde chica siempre fui tímida, pero una vez arriba en el dohyō, con el mawashi (una versión del fundoshi) puesto, mi personalidad cambia.

-Los luchadores de sumo profesionales no se cortan el pelo hasta que se retiran. Sin embargo, vos tuviste el cabello bien corto. ¿Fue una manera de rebelarte?

-(ríe) Sí, es verdad. Y es que por entonces tenía un trabajo exigente, estaba siempre ocupada y, lo corté para así tener más tiempo para entrenar...

-¿Que sabías de Argentina antes de venir?

-Antes de viajar tuve dos semanas de curso intensivo de castellano, para poder trabajar. Hoy soy profesora de sumo amateur, en Argentina me enfoco a enseñar, sin competir. Siento que muchos argentinos llegan al sumo porque le interesan las artes marciales y la cultura japonesa, así que ya tienen cierta predisposición a tener disciplina.

-¿Estás retirada?

-¡No! En abril vuelvo a Japón y voy a seguir compitiendo. ¡Tengo cuatro subcampeonatos! Pero, de estar en Japón hoy, estaría trabajando en una oficina y tendría muy poco tiempo para entrenar. Acá, en cambio, tengo todo el tiempo para entrenar.

-Los luchadores de sumo profesional siguen una dieta estricta y una sacrificada rutina de ejercicios.

-Los luchadores profesionales suelen vivir juntos, tienen un estilo de vida determinado y llevan una dieta muy particular. Pero no es igual en el mundo amateur. En la competición amateur hay divisiones, se compite por peso. Pero en Japón se le da mucha importancia a la competencia libre por equipos, donde tiene ventaja el más pesado. Yo, cuando compito, no tengo ninguna limitación de alimentación: como mucho.

-¿Cómo es tu rutina en la Argentina?

-Aprovecho para entrenar y para estudiar castellano. Yo cocino y como en casa, no salgo mucho. Cuando vamos a comer afuera, siento la comida un poco salada… y lo dulce, muy dulce. ¡Pero me encantan las medialunas!

-En documental destaca también tu lado coqueto: te muestra buscando estar a la moda.

-En Japón, por los talles, es complicado. Pero aun así puedo elegir lo que quiero.

-¿Cómo te afecta el peso y el tamaño que requiere la práctica de Sumo?

-En Japón el peso de la imagen es muy fuerte. A diario se habla de si alguien está gordo o flaco, si es lindo, si tiene la nariz respingada o los ojos grandes. A mí eso no me gusta. Por la contextura yo se que llamo la atención en las calles. Y es que, en Japón, las japonesas son más flaquitas todavía, más que acá. En Argentina las mujeres me parecen más saludables.

-¿Qué impresión tenés de los argentinos?

-Al principio me costaba saludar con un beso. A mí me salía hacer reverencia, por lo que muchas veces terminábamos golpeándonos las cabezas (ríe). Me gusta que los profesores de la Asociación de Sumo Argentina me tratan de forma muy respetuosa, son muy amables. Me llamó la atención, ¡incluso me han recibido con un gran asado! Acá es más fácil hacerse amigos, la gente aquí es muy buena y siempre tenés quien te ayuda. Ojo, también noto su parte complicada: en Japón siempre tratamos de evitar cualquier enfrentamiento, en cambio acá muchos argentinos buscan el conflicto. Adaptarse a eso fue difícil.

-¿Qué lugares recorriste?

-Durante este tiempo pude conocer las Cataratas del Iguazú, Calafate y Bariloche.

-En abril se termina tu estadía en el país, ¿con qué recuerdo te vas?

-¡Las medialunas! (sonríe). En realidad, tengo miedo de no poder volver a la rutina japonesa. Y si lo logro, de todas maneras no voy a volver siendo la misma, eso lo se.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/aca-es-facil-hacer-amigos-la-llaman-la-topadora-es-luchadora-de-sumo-se-enamoro-de-la-argentina-e-nid29102025/

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