“A mí me daba miedo que me quisiera dejar adentro”, el duro testimonio de una víctima de trata en el corazón de Recoleta
Se la conoce como Testigo C., cuando tenía 16 años aceptó una oferta laboral para ser masajista. Pero su vida se transformó en una pesadilla: fue abusada y explotada sexualmente. En los último...
Se la conoce como Testigo C., cuando tenía 16 años aceptó una oferta laboral para ser masajista. Pero su vida se transformó en una pesadilla: fue abusada y explotada sexualmente. En los últimos días, bajo juramento de decir la verdad, declaró en el juicio donde es juzgado su presunto abusador, un hombre de 60 años.
“Me preguntó si sabía hacer masajes. Le dije que no y él dijo que me enseñaba”, recordó. En ese contexto, la testigo C. relató las circunstancias en las que fue víctima de dos abusos sexuales por parte de Walter Barrientos García. En uno de los episodios participaron también clientes del lugar. Además, describió las directivas que el acusado le daba para mantener relaciones sexuales con clientes a cambio de dinero, luego de convocarla a trabajar en su casa de masajes.
“Desde el primer momento sabía la edad que tenía y también que tenía un hijo”, dijo la víctima. Y contó que atendía hasta tres personas por día y que solo recibía un tercio de lo que le pagaban los clientes por encuentro sexual, dinero que debía entregarle al imputado.
Y reveló que no tenía llave del lugar, por lo que para salir dependía de su victimario para que le abriera la puerta. “A mí me daba miedo que me quisiera dejar adentro”, afirmó ante el Tribunal Oral en lo Federal (TOF) porteño N° 6, según informó el sitio de noticias de la Procuración General de la Nación.
La víctima declaró en una oficina del tribunal por Zoom y con la cámara apagada, para no cruzarse con el acusado. El juicio está a cargo de la jueza Adrián Grünberg y el Ministerio Público está representado por la fiscal general Gabriela Baigún.
Barrientos García llegó a juicio acusado de los delitos de abuso sexual con acceso carnal (en dos oportunidades), y trata de personas con fines de explotación sexual agravada por ser la víctima menor de edad, por haber mediado engaño y aprovechamiento de la situación de vulnerabilidad, y por haberse consumado la explotación. Además, registra una condena previa de siete años de prisión por abuso sexual agravado.
La víctima, que ahora tiene 29 años, recordó que al momento de los hechos tenía 16, que vivió en situación de calle hasta los 18 y que buscaba un trabajo. Dijo que se contactó con Barrientos a través de un aviso por internet y que él le ofreció enseñarle masajes para trabajar en un departamento que, en realidad, funcionaba como un espacio de explotación sexual.
En el inicio de la audiencia, el imputado -quien llegó trasladado del Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz-, rechazó prestar declaración indagatoria, pero no descartó hacerlo más adelante.
La víctima describió y también reconoció por fotos exhibidas por la fiscalía los departamentos donde fue explotada.
Durante la primera audiencia también se leyó el requerimiento de elevación a juicio presentado por el fiscal federal Franco Picardi.
Según se dijo en www.fiscales.gob.ar, la investigación comenzó en 2021 a partir de una denuncia anónima en la Línea 145 y derivó en la intervención de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex).
Después, la víctima amplió su testimonio en Cámara Gesell ante profesionales de la Dirección General de Acompañamiento, Orientación y Protección a las Víctimas (Dovic).
La acusación sostiene que Barrientos captó a la adolescente mediante un ofrecimiento laboral engañoso y que, aprovechando su situación de vulnerabilidad, ejerció sobre ella una relación de poder y dependencia que le permitió explotarla sexualmente y abusar de ella en reiteradas ocasiones.
Según reconstruyó la acusación, la víctima se contactó por primera vez con Barrientos en noviembre de 2012 -tal como contó en la audiencia-, a través de una página de internet de avisos laborales.
Así, pactó un encuentro con el imputado en un departamento destinado al servicio de masajes, localizado en la calle Arenales al 2400, de Recoleta. En aquella ocasión y con la excusa de capacitar a la víctima acerca de las técnicas para realizar masajes, Barrientos logró que la damnificada se sacara la ropa y se acostara en una camilla, oportunidad en la que concretó el primer abuso sexual. Siempre según la acusación fiscal, el segundo episodio de abuso también tuvo lugar en el mismo sitio.
A su vez, la investigación acreditó que la explotación sexual de la víctima se consumó y se extendió aproximadamente tres meses. En este marco, la adolescente era sometida a extensas jornadas de trabajo, por la que el acusado obtuvo como ganancia directa una comisión sobre el valor de los “pases” para que mantenga encuentros sexuales con varones adultos a cambio de dinero. De los $300 por servicio , la víctima solo recibía 100.
En este marco, también los testimonios de la víctima señalaron que en el lugar -dos departamentos en un mismo edificio- había otras cuatro mujeres de entre 20 y 30 años que también eran explotadas sexualmente en jornada de lunes a sábados, de 11 a 19.
“Barrientos logró, mediante una oferta engañosa de trabajo, el aprovechamiento de una situación de vulnerabilidad de la víctima, a través de una posición de autoridad, que implicaba la dominación económica sobre ella. Es decir, aprovechándose de una relación de poder desigual para incidir sobre su libertad, ejerciendo influencias psicológicas que permitieron controlar su sexualidad durante el tiempo que duró la explotación, limitándola y así lograr los abusos señalados, basados, entre otras cosas, en la desigualdad de género”, sostuvo Picardi en el requerimiento de elevación a juicio leído en la audiencia.