A 25 años de Boca - Real Madrid: la pelota de Riquelme que fue subastada en Escocia, la camiseta que vale oro y las métricas de un 10 único
La cuidó durante todo el partido como quien protege un tesoro único. La preservó, la cobijó y nunca la expuso al riesgo. Por eso, después de la consagración, Juan Román Riquelme quiso llevar...
La cuidó durante todo el partido como quien protege un tesoro único. La preservó, la cobijó y nunca la expuso al riesgo. Por eso, después de la consagración, Juan Román Riquelme quiso llevarse a su casa la pelota firmada por todos sus compañeros, como un recuerdo imborrable de una de sus noches más gloriosas. Al igual que su consagratoria actuación en Japón, con métricas que hoy serían tendencia en las redes y compartidas por millones de usuarios, el balón con el que Boca ganó la Copa Intercontinental 2000 también dio la vuelta al mundo y terminó convertido en una de las grandes reliquias del club, junto con su camiseta y tantos otros objetos de aquella inolvidable final frente al Real Madrid.
Veinticinco años después, todo adquiere un valor mayor y los relatos alrededor de ese partido siguen emergiendo como parte de un legado que no deja de crecer: la pelota llegó a un coleccionista de Racing que en septiembre de este año la subastó en un sitio escocés; la camiseta quedó en manos de un hincha que, asegura, si no la tuviera entregaría más de 300 prendas por poseer esa pieza irrepetible; y su rendimiento en el ya demolido estadio Nacional de Tokio se magnificaba cada día más, con números que hablan por sí solos: 93% de precisión en los pases, una asistencia de 70 metros y apenas cuatro pérdidas en 90 minutos.
Con 22 años, Riquelme firmó aquel 28 de noviembre de 2000 una de las mejores exhibiciones de su carrera, a la altura de la semifinal de vuelta de la Libertadores 2001 contra Palmeiras, en San Pablo, cinco meses antes, y de la final de la Copa Libertadores 2007, en Porto Alegre, frente a Gremio. Con la 10 en la espalda, Román brilló por primera vez ante los ojos del mundo y contribuyó con su fútbol a una de las victorias más memorables del fútbol mundial: el triunfo 2 a 1 contra el Real Madrid de Vicente del Bosque, que reunía a figuras del calibre de Iker Casillas, Roberto Carlos, Luis Figo y Raúl, la base del plantel que, con la llegada de Zinedine Zidane, ganaría la Champions 2001/2002 y daría inicio al origen de los Galácticos.
Aunque los goles fueron de Martín Palermo -uno a los tres y otro a los seis minutos del primer tiempo, tras pase de Riquelme-, el 10 fue, para la enorme mayoría, el gran artífice de aquella gesta memorable. No únicamente por la habilitación quirúrgica para el Titán, que definió cruzado para estirar la ventaja, sino también por su función en la segunda mitad, cuando asumió el control absoluto del partido, manejó los tiempos del equipo y distribuyó el juego con autoridad, regalando destellos de su talento para deshacerse una y otra vez de la marca de Claude Makélélé, el congoleño que solo pudo frenarlo con falta.
La computadora de RiquelmeLlevado a los tiempos modernos, la planilla de Riquelme en aquel partido mostraría 63 toques de balón, con 44 pases totales y 41 completados. A eso se suman cinco remates -todos al arco-, una asistencia, ocho córners ejecutados y 14 regates intentados, con un 100% de efectividad. Recibió siete infracciones, todas en campo rival; perdió cuatro pelotas, recuperó una, cayó una vez en offside y ganó un duelo aéreo.
“Contra el Real Madrid fue una maravilla. Hice lo que me gustaba. Tuve un entrenador -por Carlos Bianchi- que nos hizo competir y creer que es fácil ganar la Copa. Por culpa de mis compañeros tuve la suerte de que los hinchas me tuvieran cariño”, contó Riquelme en 2023, antes de asumir la presidencia de Boca.
Riquelme en una de sus exhibiciones para la Historia del Fúbol ante el Real Madrid en la Final de la Intercontinental 2000. Palermo mató, Juan Román sentó cátedra. pic.twitter.com/ZdMKSSADqb
— 𝐄𝐋 𝐁𝐀𝐋𝐎𝐍 𝐃𝐄 𝐈𝐂𝐀𝐑𝐎 (@GloboIcaro) July 14, 2023Tras el partido, que terminó cuando Casillas se preparaba para sacar largo en busca del empate, un auxiliar del club rescató la pelota y la llevó al vestuario de Boca. Allí, Riquelme -que había cambiado su camiseta del segundo tiempo con Luis Figo, porque Cacho, su papá, era fanático del portugués- también quiso quedarse con el balón y, ya de regreso en Buenos Aires, pidió que todos sus compañeros la firmaran, incluso aquellos que no habían jugado. Era el modelo Tricolore, de la marca de las tres tiras, el mismo que se había utilizado en el Mundial de Francia.
La pelota permaneció en su poder durante años, hasta que, por distintas situaciones personales, dejó la casa en la que vivía y perdió contacto con ella. Tiempo después, fue adquirida por Hernán Giralt, reconocido coleccionista de camisetas de Racing que también reúne piezas de otros clubes, tanto del fútbol argentino como internacional.
Pasado un tiempo, Giralt decidió desprenderse de algunos de sus joyas y, en septiembre de este año, envió la pelota a Escocia para que el famoso subastador David Convery, conocido por haber adjudicado la Copa FA más antigua que se conserva por un precio récord de 488.000 libras esterlinas y la camiseta de Pelé usada en la final del Mundial de 1970 por 175.750, la ofreciera al mejor postor.
LA NACION se comunicó con Convery para intentar dar con el nuevo dueño, pero este no aceptó revelar su identidad ni su nacionalidad. Se sabe que pagó alrededor de 2.000 libras por la pelota y que la subasta se realizó el 10 de septiembre, en la ciudad de Wellingborough, Inglaterra. Ese mismo día también se remataron la colección del exfutbolista del Manchester United Jack Rowley, la del jamaiquino Frank Sinclair, del Chelsea, y diversos recuerdos de leyendas del Liverpool -Bill Shankly, Phil Neal, Chris Lawler y Alan Kennedy-, dentro del evento titulado “Gloria usada: leyendas en botas y camisetas”.
Otra pelota usada esa tarde, aunque sin la firma de los jugadores, también fue subastada el 14 de junio de este año en el sitio The Football Gallery, con sede en Florida, Estados Unidos. Tuvo una oferta inicial de 600 dólares y quedó finalmente para un comprador anónimo que invirtió US$ 1416.
La camiseta del primer tiempo, en tanto, está actualmente bajo custodia de Pablo Knack, hincha de Boca y el mayor coleccionista de camisetas del club. “Es un orgullo gigante tener una de las prendas más importantes de la historia de Boca; es lo máximo. Cuando la conseguí, sentí que ya podía retirarme del coleccionismo”, cuenta. Llegar a ella no fue sencillo: “Estuve años buscando quién podía tenerla, hasta que di con la persona indicada. Era un dirigente. Logré contactarlo y negocié durante unos diez años, en silencio, sin que nadie lo supiera, porque en el coleccionismo hay mucha competencia. Hasta que lo convencí. Tuvo un costo alto, pero valió totalmente la pena”.
En 2016, durante la grabación de un programa de TV, Pablo, quien también conserva la camiseta de Riquelme ante el Bayern Munich en la Intercontinental 2001, tuvo la posibilidad de enseñarle a Román casi 70 camisetas suyas, aunque todavía no contaba con la de la final contra el Madrid. “Estaba dispuesto a entregar toda mi colección con tal de tener solo esta. La de la hazaña más épica de la historia de Boca y, encima, la del máximo ídolo. Es, sin dudas, la más importante de todas”.
En principio, no habrá homenaje a los campeones en la previa del partido con Argentinos Juniors, este domingo en la Bombonera, pese a que varios siguen vinculados al club: Mauricio Serna, exintegrante del Consejo de Fútbol; Marcelo Delgado, nexo entre el plantel y la dirigencia, y Antonio Barijho, hoy entrenador campeón con la séptima división. El recuerdo, sin embargo, sigue vivo en los hinchas, y en quienes conservan los objetos más valiosos de aquel hito que marcó una era.